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Entrevista

Carles Martínez: "La falta de unidad nacional es una desgracia a la hora de querer construir"

Carles Martínez encarna al mítico Lluis Companys.

-¿Qué pone en escena Cambó/Companys?

-La obra pone en escena a dos políticos históricos catalanes: Francesc Cambó de la Lliga Regionalista y Lluis Companys de Esquerra Republicana y presidente de la Generalitat de Cataluña. El eje dramático básicamente son los hechos del 6 de octubre. Son dos monólogos. En una primera parte escenifico a Cambó, en quince minutos me caracterizo como Companys y en una segunda parte hago la contrarréplica en base a un hecho histórico que es el levantamiento de la Generalitat contra el Gobierno de derechas que había en Madrid. La revuelta se sofocó el mismo día y el Gobierno de la Generalitat fue a prisión. Se suspendió la autonomía de Cataluña. El primer discurso fue el de Cambó en el Parlamento de Madrid intentando evitar que se suspendiera la autonomía de Cataluña y que se cargaran el estatuto. Aunque en su discurso cargó contra Companys y la revuelta del 6 de octubre, Cambó lo que quería era evitar que Madrid acabara con la autonomía de Cataluña. La segunda parte traslada al escenario a Companys en 1936. El Frente Popular ganó las elecciones y el gobierno catalán fue liberado tras pasar más de un año en prisión. Es el discurso de Companys intentando justificar la revuelta del 6 de octubre.

-Esta obra ya se representó hace 27 años. ¿La cuestión política actual ha hecho retomar este espectáculo?

-Es posible. Han sido un conjunto de casualidades. Estrenamos este espectáculo hace 27 años. Tenía 20 años y lo hicimos como un ejercicio de oratoria parlamentaria. Nos pareció interesante experimentar con fórmulas que no eran expresamente teatrales y cogimos discursos del archivo del Parlament. Como no había televisión ni internet, la oratoria era lo único que tenían para explicarse. En aquella época recorrimos Cataluña e incluso visitamos Madrid pero la situación era muy distinta. Hacía años que hablábamos de retomar la obra. Un día fui a leer unos textos al Palau de la Generalitat y estaba Frederic Roda, que cuando me escuchó le vino a la cabeza volver a poner en marcha Cambó/Companys. Realmente no se ha querido aprovechar el momento histórico. Lo que pasa es que lo que los espectadores ven en escena les remite a lo que ocurre actualmente. La temperatura ha subido. Hace 27 años cuando íbamos a Madrid todos éramos muy amigos; ahora no quiere decir que seamos enemigos pero la situación política es mucho más tensa.

-¿Qué es más difícil interpretar a Cambó o a Companys?

-Los dos tienen su complejidad. En principio parece más fácil Companys porque uno se siente más identificado pero no es verdad. Este año he repuesto este espectáculo pero al mismo tiempo acabo de rodar para Televisió de Catalunya, una película sobre los últimos días del presidente Companys [13 dies d´octubre]. Es como encarnar a la leyenda, como lo es para un norteamericano interpretar a Lincoln o a Kennedy. Pero hay que ir con cuidado porque tienen sus ambigüedades. Companys no es tan claro y Cambó tampoco es tan oscuro.

-¿Se ha tenido que olvidar del mito para preparar el personaje de Companys?

-Sí. Vale la pena olvidarse del mito para encarnar al ser humano condenado a muerte. En la película se ha trabajado el drama del hombre que estaba solo en los últimos días antes de su muerte. Se pasa revista a la parte más íntima. Y a la hora de atacar estos monólogos, el punto de partida es cómo te haces tuyo el personaje."Interpretar a Companys es encarnar a la leyenda, igual que para un americano es hacer de Kennedy"

-¿Es un espectáculo sobre los antecedentes del catalanismo político? ¿Qué reflexiones se extraen sobre el momento actual?

-Una de las reflexiones es que todavía continúa existiendo el problema catalán, que es de lo que habla Cambó. Lo primero que uno piensa es que España es un país a construir. Así como otras naciones han hecho un trabajo de construcción a lo largo de 300 años, España no lo ha hecho nunca y no lo piensa hacer. Todo es un problema cuando no hay un pensamiento único. Como es un país que no ha hecho un ejercicio psicoanalítico de reconocer el antiguo reino de Aragón, el de Navarra y el de Portugal, todo es un problema. No se ha considerado que un español pueda tener como lengua materna la catalana o la vasca. Es un país que ha evolucionado por la evolución histórica de Occidente pero no por sí mismo. España no ha hecho nada para ser sensible a que tiene cuatro realidades lingüísticas.

-Y, de momento, en el escenario político todo está al aire.

-¡Sí! Haciendo este espectáculo uno se da cuenta que hay una cosa que afecta a España en general y a Cataluña en concreto. Se trata de la desunión, de la falta de unidad nacional cuando hay situaciones complicadas. En el caso de Cataluña es flagrante. Ya lo era en los años 30. Es una desgracia a la hora de construir porque el interés personal pasa por encima de todo. Cataluña había iniciado una nueva página de su historia, pero creo que el proceso deberá ir a otra velocidad porque habrá nuevas elecciones y cada uno irá por su cuenta. Es una cuestión tan delicada que si se ha tardado 300 o 600 años en iniciarla, no pasa nada si se tarda unos cuantos más.

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