La ratonera es un mito. Hace 62 años que se representa ininterrumpidamente en Londres, y cada cierto tiempo vuelve, asimismo, a nuestras carteleras; la última vez, si mal no recuerdo, hará unos diez años, con el gran Jaime Blanch. La inmensa platea de la Sala Magna estaba abarrotada de público, este viernes por la noche, para asistir a esta nueva puesta en escena, en buena medida de sello catalán, si bien representada en castellano, previsiblemente pensando desde un principio en el mercado nacional.
Como es sabido, La ratonera no es sino la trasposición escénica de la fórmula habitual de la autora (huésped que fue de Pollença, y las alusiones mallorquinas se agradecen): he aquí a ocho personas, aisladas por la nieve en una mansión, y uno de ellos es el asesino. ¿Quién? Agatha Christie va sacándose de la manga una baza tras otra, puede que hasta demasiadas: cualquiera es sospechoso. Con ese objetivo, maneja personajes y lugares de manera bastante arbitraria: el señor o la señora equis necesita la narradora británica que en un momento determinado estén aquí o allá, y la motivación pasa a un segundo término.
La ratonera es artificiosidad (como suele ocurrir con las tramas de Christie), y ésta se transmite, en parte, a la puesta en escena y a la interpretación, un poco envarada o caricaturesca, si bien contando con intérpretes tan excelentes como Ferran Carvajal, Isabel Rocatti, Mariona Ribas y compañía. Sin embargo, y aunque el tiempo no ha pasado en vano, el juego detectivesco continúa resultando muy atractivo y el espectador pasa un buen rato.
La ratonera
Auditòrium (Palma)
Autora: Agatha Christie.
Versión y dirección: Víctor Conde. Intérpretes: Mariona Ribas, Ferran Carvajal, Aleix Rengel, Fermí Herrero, Anna Gras-Carreño, Santi Ibáñez, Dani Amor e Isabel Rocatti. Escenografía y vestuario: Ana Garay. Iluminación: Carlos Alzueta.
