El investigador ha hecho, junto con el antropólogo de la Universidad de Chile Edmundo Edwards, "una reinterpretación arqueoastronómica" de los "ahus" -las plataformas ceremoniales sobre las que se erigen los moais, para lo que estudiaron unos 30 de esos emplazamientos.

Ambos han "reinterpretado" teorías anteriores, especialmente del astrónomo estadounidense William Liller, para quien los ahus estaban orientados hacia las puestas y salidas del Sol en los equinoccios y en el solsticio de invierno.

Juan Antonio Belmonte precisa que hay más de un centenar de "ahus" en la isla, por lo que habría que hacer un estudio estadístico "en detalle" para verificar que se orientaban en función de la astronomía y de la topografía, algo similar a lo que, para su sorpresa, encontró este arqueastrónomo en Egipto.

"Los egiptólogos decían que los templos estaban orientados hacia el Nilo y nosotros hemos hallado que los egipcios elegían lugares con una orientación astronómica sugerente, que a la vez eran perpendiculares al río", explica.

En Pascua podría haber ocurrido algo parecido pero se necesita "un estudio a fondo".

Una peculiaridad de los "ahus" es que la mayoría están colocados de forma que las estatuas dan la espalda al mar, lo que en principio sugiere que la orientación dominante es la topográfica.

Los moais "miraban" al poblado de sus descendientes, pues se supone que son estatuas de grandes jefes muertos.

Sin embargo, los investigadores encontraron "connotaciones arqueoastronómicas interesantes" en estatuas situadas en el interior de la isla, de las que una está "claramente" orientada hacia las Pléyades y otras hacia la constelación de Orión.

La idea de que los "ahus" y sus moais están orientados hacia las estrellas parte de las investigaciones que sobre el terreno ha hecho el antropólogo Edmundo Edwards, que reside en Pascua, pues está casado con una nieta del último soberano aborigen de la isla.

Edmundo Edwards había oído las "ideas antiguas y la tremenda importancia" que dan los ancianos de Pascua a las estrellas y, sobre todo, a las Pléyades, que ellos llaman "matariki" (pequeños ojitos), y al Cinturón de Orión, "tautoru" (los tres bellos) "pero al Sol no le prestaban mucha atención".

Para los habitantes de Rapa Nui, las Pléyades indicaban el principio del año en el mes de Anakena, cuando salían al amanecer, y marcaban en su última visión de la tarde la estación de Hora nui, la mejor del año, cuando se abría la temporada de pesca y se realizan rituales en honor de los antepasados frente a los ahus con sus moais, y estaba prohibida la guerra.

Orión también marcaba el principio del año y el inicio de las fiestas principales de la isla, las "Paina", en torno a la primera luna del verano.

En el extremo oriental de Pascua, en la aislada península de Poike, se encuentra además un lugar con una piedra inscrita con grabados conocida como "la piedra para observar las estrellas", y próxima a esta hay otra donde se representaba un mapa estelar.

Para Belmonte y Edwards, este mapa podría ser una representación bastante realista de las Pléyades y la presencia de anzuelos en su decoración sugiere "una conexión con la temporada de pesca", que venía marcada por el orto y el ocaso de estas estrellas.

Precisamente ambas piedras están en el único lugar de Pascua donde se ven las Pléyades al salir y ponerse en un horizonte "despejado", sobre el mar.

Belmonte explica que los habitantes de Pascua utilizaban las estrellas como guía para la navegación y para el control del tiempo, a través de la observación de sus ortos y ocasos en momentos clave del año.

La observación de las estrellas es fundamental en el Pacífico para orientarse entre las islas, un papel "crucial" que pervive en Pascua a diferencia de Canarias, con mucho más relieve geográfico y con unos aborígenes de raíz bereber, con culto al Sol y la Luna.

Para los investigadores, el solitario moai de Ahu Uri a Urenga habría mirado hacia la salida de las Pléyades poco antes de la salida del Sol en el solsticio de invierno, dando así comienzo a un nuevo año pascuence.

Además, los siete moais de Ahu A Kivi, las únicas estatuas de la isla de Pascua que miran al mar, habrían contemplado las estrellas de Orión justo cuando éstas se ponían sobre el horizonte marino, indicando también la llegada del nuevo año con la aparición de la luna nueva del mes de Anakena.

Una dificultad para la investigación es el hecho de que todos los moais fueron derribados en las guerras civiles que hubo en la isla en el siglo XVIII, y sólo comenzaron a ser reinstalados a partir de la década de los 50 del siglo XX.

"De hecho, el primero que los reinstaló fue el noruego Thor Heyerdahl en la playa de Anakena, y desde entonces se han restaurado moais en varias zonas, una de ellas con 15 estatuas", precisa el astrónomo.

Pero la mayoría de moais permanecen derribados, con sus tocados rojos a varios metros de distancia, y la orientación sólo puede establecerse a partir de la plataforma en la que estaban situados.

Hay pocos lugares en los que se percibe un alineamiento hacia el Sol, y curiosamente uno de ellos es el "ahu RA'AI" -RA'A significa Sol- en un emplazamiento desde donde se produce la salida y puesta de Sol en el solsticio de diciembre sobre dos montañas significativas de la isla.

"Es de los pocos lugares donde se encuentra este tipo de alineamiento y otros ahu incluyen el nombre de la Luna, mahina, pero no sabemos muy bien cómo era la influencia lunar en esta cultura", añade Belmonte.

De la cultura rapa nui se conservan inscripciones, las tablillas de madera rongo rongo, pero el problema es que aún no han podido ser transcritas, aunque una de las más famosas podría tratarse de un calendario lunar, que nadie ha sido capaz de traducir con precisión.