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Despoblación

El agua, la batalla del siglo XXI

La España Vaciada lucha por garantizar el suministro ante un futuro que presagia acuíferos esquilmados, contaminación y una sequía que aumenta a cada ola de calor

Un pozo de sondeo en Zamora desde el aire. Emilio Fraile

El agua plantea una de las mayores preocupaciones en buena parte de los municipios de Zamora. Poblaciones de algunos centenares de habitantes atienden a la desaparición de sus acuíferos y el afloramiento de sustancias tóxicas en el agua doméstica.

Aunque la oleada de proyectos públicos para garantizar el suministro ha supuesto un respiro en la agenda de problemas de agua, desde las comarcas se pide precaución: La sequía crece a cada ola de calor, y con ella, la conciencia en torno al agua por parte de las administraciones, en una carrera a contrarreloj por la mejora de las infraestructuras para una mejor gestión del agua.

Para recuperar los acuíferos, solo hay una posibilidad: una lluvia que este año no ha llegado.

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En cada pueblo de la España Vaciada se invierten cientos de miles de euros en potabilizadoras, depuradoras, pozos de sondeo y depósitos que no pueden impedir que los acuíferos vuelvan a peligrar ante un consumo irresponsable.

Tuberías con “petróleo”

De los grifos de San Vitero, municipio de casi 500 habitantes, no ha salido agua potable hasta 2020. Por décadas los vecinos tenían que conformarse con un líquido amarronado que hacía imposible “hasta lavar la ropa blanca”, relata Vanesa Mezquita, alcaldesa de la localidad. La cloración, al entrar en contacto con el hierro y magnesio presentes de manera natural, formaba una película negra “parecida al petróleo”. El pueblo vivió así durante 30 años antes de tener estación potabilizadora.

Fonfría y sus pedanías también sufrieron este fenómeno, al que le han ido poniendo solución desde hace tres años para acá, según relata su alcalde Sergio López, que explica que durante años el suministro era a base, por ejemplo, de “garrafas”: el municipio de Arcillera sobrevivió así durante tres años antes de conseguir la estación.

En total, Fonfría es un Ayuntamiento de nueve pueblos que ha conseguido superar un amplio abanico de problemas que acabarán la semana que viene, cuando la potabilizadora de Brandilanes entre en funcionamiento.

Aún así, López pide un “consumo responsable”, porque aunque el suministro está “garantizado” los acuíferos han menguado en los últimos años: “Antes la calidad de los manantiales era mejor, ahora cada vez tienen menos caudal, afloran más los metales y otros se van secando”, advierte sobre una problemática que se ha solucionado pero que puede volver si hay un consumo indebido.

Contadores digitales y control para evitar el derroche de agua

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En San Vitero también abogan por el control sobre la calidad y cantidad del suministro de sus cinco pueblos. Así, los análisis de agua se repiten cada dos meses y hay planes para extender a todas las pedanías el uso de contadores digitales por vivienda y tramos.

La política basada en el “cero derroche” guía la gestión en este municipio, consciente de que “el agua es un bien muy escaso”, finaliza la responsable municipal.

Arreglos momentáneos

En Arcenillas, a escasos kilómetros de la capital, ya saben que las soluciones a los problemas del agua pueden durar menos de lo esperado. En 2008 dieron con un acuífero que solucionaría el suministro por cien años, “nadie podía esperar los problemas de agua que íbamos a tener después”, cuenta el alcalde Enrique Rodríguez sobre una balsa de agua que finalmente solo duró una década.

En Arcenillas la perforación de 174 metros bajo tierra y una bomba de muchísima potencia no aseguran el caudal

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Desde entonces, cada año se daba con una solución que volvía a quedarse obsoleta al verano siguiente: Un nuevo pozo abierto en 2014 obligó a la instalación de una potabilizadora, que se quedó pequeña el mismo verano. Tras una ampliación y tres pozos más, Arcenillas aún pelea por el agua potable, que se cortó hace una semana y que no regresará hasta septiembre. “Tener problemas de agua no es tercermundista, este es un problema del siglo XXI”, finaliza.

Perforaciones en Zamora, cada vez más profundas

“Se va notando la escasez en los manantiales”, resume Javier Hernández Parejo, responsable de la empresa J. E. J. S. L. que ha llevado a cabo la gran mayoría de pozos de la provincia acometidos por Diputación y donde conocen el mapa de acuíferos como la palma de su mano.

Echando la vista atrás, Hernández admite que cada vez se profundiza más: “Sanabria se alimentaba de manantiales naturales, pero a partir de 1992 se volvió inviable y llegaron los pozos de sondeo”, los manantiales superficiales hace décadas que no rinden, según este profesional con treinta años de experiencia que ha perforado gran parte de Zamora. La conclusión para él es tan sencilla como que “cada vez se consume más agua”, algo que debería de cambiar.

El ejemplo es Arcenillas, donde han instalado la que puede ser la bomba a más profundidad de toda la provincia: 174 metros bajo tierra y muchísima potencia no aseguran un caudal “pequeño”, de a penas unos cuantos miles de litros a la hora y que es un hilo de agua en comparación con los 60.000 por hora que saca la vecina Corrales.

Los acuíferos de Zamora no dejan de bajar según la experiencia de los perforadores, que ven los pozos australes cada vez más bajos y la necesidad de algunos pueblos de aforar antiguas balsas, como en el caso de Castillo de Alba. Para recuperar los manantiales, solo hay una posibilidad: una lluvia que este año no ha llegado.

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