El 'eterno suelo helado' que se extiende desde el norte de Europa hasta los lares occidentales de Siberia se está derritiendo a un ritmo vertiginoso. Un nuevo estudio publicado este mismo lunes en la revista 'Nature Climate Change' alerta del drástico deshielo de las turberas de permafrost de esta región; un ecosistema natural que hasta ahora había mitigado el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero y sobre el que se habían construido algunas de las infraestructuras clave para el desarrollo de los países. Los pronósticos apuntan a que si el calentamiento global sigue avanzando como hasta ahora "para 2040 los climas del norte de Europa ya no serán lo suficientemente fríos y secos para sostener el permafrost" y estos paisajes podrían desaparecer por completo.

El estudio, liderado por un equipo de la Universidad de Leeds, vaticina el futuro del permafrost eurosiberiano mediante una serie de simulaciones y modelos climáticos. "Este estudio muestra que estos ecosistemas son extremadamente frágiles y están al borde del precipicio", resume el investigador Richard Fewster, científico de la Escuela de Geografía de Leeds y autor principal de esta nueva investigación. Según concluye el trabajo, estos ecosistemas se estarían acercando a un 'punto de no retorno' tras el cual resultaría prácticamente imposible revertir los daños y recuperar el equilibrio.

"Estos ecosistemas son extremadamente frágiles y están al borde del precipicio"

Richard Fewster - Autor del estudio

"Los modelos indican que si aplicamos esfuerzos de mitigación moderados antes de que acabe el siglo se habrán perdido las condiciones climáticas adecuadas para mantener el permafrost. Esto no significa que debamos tirar la toalla. La velocidad del deshielo podría verse limitadas, e incluso parcialmente revertida, con políticas sólidas de mitigación del cambio climático", comenta el experto en relación a las conclusiones del recién publicado estudio. Entre las regiones que más esperanza de conservación alberga, esgrime la investigación, están los paisajes del norte de Siberia, donde se estima que "una fuerte acción para reducir las emisiones podría ayudar a preservar el permafrost". 

Liberación de gases

Uno de los puntos críticos del debate sobre el incierto futuro del permafrost es qué pasará cuando estos ecosistemas lleguen a su fin. Hasta ahora, según estiman varios estudios, estos paisajes helados que se extienden desde el norte de Europa hasta la zona de Siberia han sido uno de los sumideros de carbono más importantes del continente. Se estima que esta región de permafrost ha absorbido y almacenado cerca de 39.000 millones de toneladas de carbono; más del doble de lo que han acumulado el conjunto de bosques europeos.

Según alertan los expertos, el deshielo del permafrost conllevará una descomposición de la materia orgánica hasta ahora encapsulada en el hielo. Esto, a su vez, provocará una liberación de los gases de efecto invernadero almacenados como el dióxido de carbono o el metano. El proceso, en su conjunto, amenaza con acelerar todavía más el avance del calentamiento global y los efectos de la crisis climática en el planeta. 

"Las condiciones de congelación han protegido enormes reservas de carbono de turba durante milenios, pero una vez que esas condiciones se vuelven inadecuadas todo el carbono almacenado se puede perder muy rápidamente", explica el investigador Paul Morris, como parte del equipo científico que ha liderado este estudio. "Es probable que la magnitud del cambio climático del siglo XXI supere cualquier protección que puedan brindar las propiedades aislantes del permafrost", añade el experto. El futuro de estos ecosistemas, advierten los expertos, dependerá de las políticas de mitigación que se apliquen en los próximos años.