Vivir con mayores niveles de polución atmosférica y densidad de población en los primeros años de vida podría estar asociado con un aumento del índice de masa corporal (IMC), mientras que los espacios verdes y un urbanismo variado y equilibrado podrían relacionarse con el efecto contrario.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación la Caixa, que ha analizado por primera vez la relación entre múltiples exposiciones urbanas y la trayectoria de crecimiento del IMC a partir de los datos de cerca de 80.000 niños y niñas de áreas urbanas de Cataluña.

El investigador de ISGlobal y de la Fundación IDIAPJGol y primer autor del trabajo, Jeroen de Bont, ha explicado que cada vez se relacionan más las exposiciones ambientales en áreas urbanas, como la contaminación del aire, los espacios verdes y el entorno construido, con posibles efectos en el crecimiento y la obesidad infantil.

"Estos efectos podrían comenzar muy pronto, durante el embarazo y los primeros años de vida", según De Bont.

Este nuevo gran estudio longitudinal, financiado por la Fundación la Marató de TV3 y que publica la revista 'Environmental Pollution', se planteó como principal novedad analizar las exposiciones de forma simultánea.

Para ello, partió de una base de datos de historias clínicas de atención primaria en Cataluña, que incluía 79.992 niños y niñas nacidos entre el 2011 y el 2012 en áreas urbanas y que fueron seguidos hasta los 5 años.

Los investigadores estimaron las curvas de crecimiento del IMC a partir de medidas repetidas de altura y peso, y calcularon diversas exposiciones urbanas alrededor de las áreas censales donde residían los niños: contaminación atmosférica -dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas en suspensión PM10 y PM2,5-, espacios verdes y entorno construido (densidad de población, conectividad de calles, usos del suelo e índice de transitabilidad).

"Nuestros resultados indican que la exposición urbana a mayores niveles de contaminación del aire y densidad de población puede estar asociada con un pequeño aumento en el IMC en niñas y niños hasta los 5 años, mientras que los espacios verdes y la combinación de usos del suelo pueden estar asociados con una pequeña disminución del IMC", ha resumido De Bont.

Las asociaciones fueron más fuertes durante los dos primeros meses de vida, "lo que podría explicarse por un efecto de la exposición durante el embarazo que permanecería en el tiempo", según el investigador.

Estudios previos señalan que la relación entre el IMC y la contaminación atmosférica podría explicarse porque esta última "podría afectar al crecimiento fetal por el estrés oxidativo e inflamación, entre otros, así como afectar el metabolismo basal en bebés, que podría aumentar el riesgo de obesidad al inducir resistencia a la insulina y alteraciones hormonales", ha detallado Martine Vrijheid, investigadora de ISGlobal y coordinadora del estudio.

Por otro lado, la posible relación entre la reducción del IMC y la exposición a espacios verdes podría explicarse ya que estos "son una fuente valiosa de actividad física para la madre y el niño o niña, y, por lo tanto, tienen el potencial efecto beneficioso en el desarrollo tanto del feto como del niño pequeño", según Vrijheid.

También podría explicarse por una reducción de los niveles de contaminación del aire en áreas más verdes.

En cuanto a las características del entorno construido, la densidad de población podría estar asociada con un mayor crecimiento del IMC "por los mayores niveles de contaminación atmosférica y porque, en España, las áreas más pobladas tienen más tráfico, lo que puede dar la percepción de falta de seguridad entre las familias, reducir los desplazamientos activos (a pie o en bicicleta) y aumentar la obesidad infantil", ha sugerido Vrijheid.