Los pacientes trasplantados de riñón reciben de la vacuna de la Covid-19 una protección muy inferior a la del resto de pacientes con enfermedad renal crónica. De hecho, en menos de 28 días, ya empiezan a perder los anticuerpos de la vacuna.

Así lo ha revelado un artículo publicado en la revista científica Nephrology, Dialysis and Transplantation (NDT), con los resultados intermedios del estudio SENCOVAC, promovido por la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.).

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Este estudio ha sido puesto en marcha para investigar y conocer la eficacia y seguridad de la vacuna COVID-19 en los pacientes con Enfermedad Renal Crónica (ERC): pacientes trasplantados; pacientes en diálisis peritoneal; pacientes en hemodiálisis y pacientes con enfermedad renal crónica avanzada sin tratamiento renal sustitutivo.

Cuenta con la participación de 50 hospitales y centros de diálisis españoles y una muestra de más 1.746 pacientes.

Más del 20% de los trasplantados no desarrollaron anticuerpos

Según los resultados recopilados a los 28 días de la segunda dosis de vacuna en un total de 301 pacientes aportan evidencia científica suficiente sobre la menor respuesta serológica de los pacientes trasplantados en comparación con los pacientes en hemodiálisis, diálisis peritoneal y sin diálisis.

Mientras que estos tres últimos perfiles de pacientes desarrollan una respuesta robusta, los pacientes con trasplante renal presentan unas tasas más bajas de anticuerpos cuando solo han pasado 28 días desde la administración de la segunda dosis.

De hecho, los resultados indican que más del 20% de los pacientes trasplantados no pudieron desarrollar anticuerpos.

Además, concuerdan con las publicaciones preliminares, que sugieren fuertemente que este tipo de pacientes renales tienen un alto riesgo de infección por COVID-19, aún después de recibir la pauta de vacunación completa.

Haber pasado la infección mejora la respuesta inmunitaria

Asimismo, los resultados muestran que los pacientes trasplantados que pasaron laCOVID-19 tuvieron una respuesta inmunológica mejor que los que no lo pasaron. De hecho, el 100% de los pacientes con trasplante renal con antecedentes de COVID-19 desarrolló anticuerpos después de la vacunación, mientras que aquellos que no tenían infección previa desarrollaron tasas significativamente más bajas de anticuerpos.

Esto también se ha detectado entre los pacientes en hemodiálisis, lo que sugiere un mayor riesgo por infección para estos dos tipos de pacientes.

La vacuna de Moderna protege más a los pacientes renales

En general, todos los pacientes con anticuerpos frente a la COVID-19 al inicio del estudio desarrollaron niveles de anticuerpos más altos después de la vacunación.

Sin embargo, el estudio también documentó que alrededor del 33% de los pacientes que habían pasado la Covid-19 no tenían anticuerpos en el momento de la vacunación. Este dato debe interpretarse como una señal de advertencia de la disminución de la respuesta inmune en pacientes con enfermedad renal crónica avanzada en un período relativamente corto de tiempo (menos de quince meses).

Los datos del estudio también sugieren una respuesta inmune más fuerte a la vacuna de Moderna, que se mostró la más eficaz en todos los pacientes renales, trasplantados y no, aunque esa es una conclusión que necesita confirmarse a más largo plazo.

Dosis de refuerzo para enfermos renales crónicos

Todas estas conclusiones invitan, según el estudio realizado por la S.E.N., a una mayor protección frente a la COVID-19 de estos pacientes, especialmente los trasplantados, con medidas de aislamiento más altas y una dosis de refuerzo temprana de la vacuna.

La investigación publicada Nephrology Dialysis Transplantation también avanza los primeros datos sobre las reacciones adversas de las vacunas en los pacientes renales, que afectaron al 54% de los casos analizados, siendo frecuentes especialmente en los pacientes más jóvenes trasplantados de riñón y en los más jóvenes con ERC sin diálisis.

Las reacciones más frecuentes fueron dolor, malestar general, y astenia (falta de energía o vitalidad).

Asimismo, la infección previa por Covid-19 se asoció con tasas más altas de reacciones adversas tras la primera y segunda dosis, y la vacuna de Moderna generó más reacciones de este tipo.