La utilización y comercialización del crisotilo o amianto blanco está prohibida en España por la Orden Ministerial del 7 de diciembre de 2001, que establece un plazo de 6 meses para su entrada en vigor y una prórroga de otros 6 meses para dejar de comercializar los productos que contengan amianto ya fabricados.

Desde entonces unas 6.000 personas han muerto por mesotelioma pleural, un raro tipo de tumor pulmonar que aparece casi exclusivamente como resultado de la exposición al amianto.

Desafortunadamente todavía van a morir muchos más.

El mesotelioma de pleura es un buen ejemplo de una muerte producida como consecuencia de vivir o trabajar en un medioambiente contaminado. Y la OMS estima que al año mueren en el mundo al menos 100.000 personas por exposición al amianto.

Pero el mesotelioma de pleura no es la única enfermedad que produce el amianto. Respirar sus fibras también hace que padezcamos asbestosis y cáncer de pulmón. Ingerirlas causa mesotelioma de peritoneo.

Amianto, un aislante con miles de aplicaciones

El amianto es un conjunto de silicatos fibrosos de cadena larga suficientemente flexibles como para que incluso puedan tejerse.

Se trata de un excelente material aislante, ignífugo y extremadamente resistente al calor, que se empleó masivamente en más de 3.000 aplicaciones diferentes en la industria, la construcción, la automoción, los ferrocarriles y metros, la aeronáutica, el sector naval, el textil, etc.

Se utilizó en un gran número de productos de uso cotidiano como tostadoras, secadores, embragues y frenos de automóviles, juntas de diverso tipo, trajes ignífugos, etc.

En la España del desarrollo franquista el amianto se empleó en forma de amianto-cemento (crisotilo-cemento) en muchas áreas.

Siempre se supo que podía ser «mortal»

Lo peor del asunto es que desde los tiempos de Plinio el Viejo se sabía que la exposición al amianto producía enfermedades pulmonares severas que llevaban a la muerte.

El amianto tejido se empleó en abundancia en la Grecia y la Roma clásicas, entre otras cosas como mortaja alrededor de los muertos antes de quemarlos en su pira funeraria.

Las mortajas de amianto, resistentes al fuego, evitaban que las cenizas de los muertos se mezclasen con las de la leña de la pira.

Pero como observó Plinio, muchos de los esclavos que tejían esas mortajas murieron por enfermedades pulmonares que hoy llamamos asbestosis, cánceres de pulmón y mesoteliomas de pleura.

En 1906 ya estaba escrito

Numerosos estudios epidemiológicos detectaron muchas décadas atrás la gran incidencia de esas tres enfermedades entre las personas expuestas al amianto.

Por dar una pincelada de cómo nos afecta, decir que las fibras de amianto tienen capacidad para producir un daño directo en el ADN que induce la formación de células tumorales.

Además, las fibras de amianto interactúan con células del sistema inmunitario y su función citotóxica, permitiendo que las células tumorales escapen al control del sistema inmunitario.

Para colmo, la coincidencia de tabaquismo y exposición al amianto tiene un efecto multiplicativo en la aparición de cáncer.

¡Y el amianto nos sigue matando!

La incidencia de asbestosis, cáncer de pulmón y mesotelioma de pleura fue especialmente alta entre los trabajadores de industrias que manufacturaban amianto, por ejemplo en Uralita.

Los trabajadores de algunos destinos, como los molinos de amianto, pagaron un ingente precio en enfermedades incapacitantes y muertes.

Sin embargo, en muchos países siguió usándose amianto hasta el presente siglo.

La consecuencia es que hoy en día hay tanto amianto en nuestro ambiente urbano que todos estamos expuestos en mayor o menor grado a sus consecuencias.

La situación es tan seria que, como ejemplo, se estima que el 80% de las aulas en la Gran Bretaña contienen amianto. Y se calcula que en la próxima década la exposición a ese amianto provocará más de 200.000 muertes entre los ciudadanos británicos.

Muchos indicios sugieren que la situación en España es significativamente peor.

Cuesta entender cómo pudimos permitir semejante disparate.

 

El escandaloso caso de España… que no ha terminado

En España la potente Asociación Nacional de Fabricantes de Crisotilo-Cemento ejerció durante años como un poderoso lobby en contra de la prohibición del uso del amianto.

Su teoría -sin ningún fundamento científico- era que existía un umbral de seguridad por debajo del cual el número de fibras de amianto era tan bajo que no causaba daño alguno.

Por el contrario, publicaciones en The New England Journal of Medicine, la revista médica más importante del mundo, demuestran que no existe tal umbral de seguridad.

El empecinamiento del sector del amianto le costó caro. Centenares de sentencias firmes les han obligado a indemnizar a las familias de los trabajadores fallecidos.

Pero el daño que hicieron, a sabiendas de que el amianto era muy dañino, resulta irreparable.

Además, será necesario realizar un gigantesco esfuerzo, en medios y dinero, para eliminar los miles de toneladas de amianto que todavía existen en nuestro entorno.

Así el Comité Económico y Social Europeo aprobó un dictamen sobre «la completa eliminación de todo el amianto” indicando que «La erradicación del amianto debería ser un objetivo prioritario de la Unión Europea (a partir de ahora UE)” y animando a los Estados miembros a lanzar hojas de ruta y planes de acción específicos para su completa erradicación en 2032”.

Incluso aunque se consigan llevar a cabo estas medidas con total eficacia, por encima de un millón de europeos fallecerán en los próximos años por culpa del amianto.

Y aunque periódicamente los medios de comunicación lanzan noticias extremadamente preocupantes sobre la aparición de amianto en lugares como el Metro de Madrid, sorprende la poca alarma social que levanta.

Es la característica de las enfermedades originadas por la exposición a un medio ambiente degradado. Como no matan de inmediato, sino que tienen un período de latencia relativamente grande, no le damos importancia.

En nuestra mano está cambiarlo.