Un estudio ha evidenciado que se puede reducir la edad biológica en más de tres años mejorando la dieta y el estilo de vida durante ocho semanas.

Dado que el envejecimiento es el principal impulsor de las enfermedades crónicas, esta reducción tiene el poder de ayudarnos a vivir mejor y más tiempo.

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Y es que, aunque la edad cronológica es la que es, la biológica se puede modificar. Solo se debe cambiar la alimentación o eliminar el sedentarismo de la rutina habitual.

Un innovador ensayo

El estudio utilizó un ensayo clínico controlado y aleatorio realizado entre 43 hombres adultos sanos de entre 50 y 72 años.

A la vez, fueron divididos en 2 grupos: el grupo de prueba y el grupo de control, que no hizo nada diferente en su rutina.

Los que se encontraban en el grupo de prueba iniciaron un programa de tratamiento de 8 semanas.

Este procedimiento, incluía orientación sobre la dieta, el sueño, el ejercicio y la relajación, así como suplementos de probióticos y fitonutrientes.

Tras este periodo se recolectaron muestras de ADN de todos los participantes mediante pruebas de saliva.

Para cada uno, analizaron el grado de metilación del ADN, un proceso asociado con una serie de procesos clave, incluyendo el envejecimiento o la aparición de enfermedades vinculadas a la edad.

Esto dio como resultado que el grupo que se sometió al tratamiento de dieta y estilo de vida disminuyó su edad biológica en 3,23 años en comparación con el grupo de control.

Cambios en la dieta

El grupo de prueba consumió una dieta principalmente basada en alimentos ricos en ácido fólico, vitamina C o vitamina A, entre otras.

Los alimentos ricos en ácido fólico pueden ser el brócoli, las coles de Bruselas, el espárrago, el aguacate, la naranja, el plátano y el melón, entre otros.

En la misma línea, los alimentos ricos en vitamina C son las frutas cítricas, los pimientos, el kiwi, las fresas o los tomates, por ejemplo.

Como alimentos ricos en vitamina A podemos señalar la zanahoria, la lechuga, las espinacas, las coles, la batata, la calabaza, el melón o el mango.

Asimismo, se permitieron proteínas animales densas en nutrientes como el hígado y el huevo.

La dieta restringió los carbohidratos e incluyó un ayuno intermitente leve. Ambos aspectos fueron diseñados para reducir el ciclo glucémico, es decir los picos y caídas de azúcar en sangre.

Actividad física moderada

Las pautas a seguir incluyeron ejercicio durante un mínimo de 30 minutos todos los días o al menos 5 días a la semana.

La intensidad media debía ser en torno al 60 u 80% de su esfuerzo máximo percibido.

Esto se estableció así porque los autores indican que investigaciones previas han apuntado a que el ejercicio excesivo puede acelerar el envejecimiento.

Estrés y horas de sueño

Para una vida larga y saludable es esencial poder controlar los niveles de ansiedad.

Los investigadores revelan en el estudio que el estrés acumulado está asociado con el envejecimiento acelerado. Por ello, la guía incluyó ejercicios de respiración 2 veces al día.

Uno de los mejores ejercicios de respiración consiste en acostarse boca arriba con las rodillas dobladas.

Cuando se encuentre la posición, hay que colocar una mano sobre el pecho y la otra sobre el abdomen justo debajo de la caja torácica.

A continuación, se debe inhalar lentamente por la nariz y sentir cómo el estómago se expande. La mano que está sobre el pecho no debe moverse.

Después, hay que exhalar poco a poco por la nariz y sentir cómo el abdomen se desinfla y regresa a su posición original.

Para un mayor resultado, se recomienda repetir el ejercicio de cinco a diez minutos.

Por último, también se enfatizó la necesidad de cuidar la calidad del descanso, con una recomendación de sueño de al menos 7 horas por noche.

La importancia de la metilación del ADN

Estos primeros resultados parecen ser coherentes con los escasos estudios existentes que han examinado hasta ahora el potencial de la inversión de la edad biológica, y los amplían en gran medida.

Los patrones de metilación del ADN se han convertido en uno de los principales medios con los que los científicos evalúan y rastrean el envejecimiento biológico.

El término es utilizado para describir la acumulación de daños y la pérdida de funciones de nuestras células, tejidos y órganos. Este daño es lo que provoca las enfermedades del envejecimiento.