Seguro que cualquier recuerda el olor al entrar en bares, restaurantes u oficinas cuando todavía se podía fumar en interiores. Eran días en los que muchos de nosotros al volver a casa, teníamos que airear la ropa para quitar el desagradable olor a tabaco.

Por no hablar de las molestias que causaban tener a nuestro lado a un fumador.

La llamada ley antitabaco del año 2006 terminó con los malos humos para proteger a los no fumadores de las sustancias cancerígenas que exhalaban los adictos al tabaco. Poco a poco comenzó a calar el mensaje de que fumar no sólo era malo para el fumador, sino también para los que los rodeaban.

Lo que probablemente muchos no sabían, ni saben, es que el tabaco afecta negativamente a la salud no sólo del que fuma, o del que respira el humo, sino que, además, las sustancias nocivas que desprende el tabaco se depositan en paredes, techos, telas o incluso el polvo, y allí permanecen hasta seis meses después de que alguien haya encendido un cigarrillo en ese espacio cerrado.

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¿Qué es el tabaco de tercera mano?

Es lo que los expertos llaman tabaco de tercera mano, que no es otra cosa que el «depósito de los gases y partículas del tabaco de segunda mano (humo) sobre el polvo, las superficies y los objetos de ambientes interiores, así como en las partículas atmosféricas de los ambientes exteriores».

Y este tabaco de tercera mano también supone un riesgo importante para la salud de los no fumadores, según los especialistas en neumología.

No sólo el tabaco convencional, los dispositivos de vapeo también producen sustancias tóxicas que se depositan en las superficies, dando lugar a lo que los neumólogos denominan «vapeo de tercera mano».

Según un artículo publicado en la Revista de Patología Respiratoria, las leyes antitabaco han reducido el número de fumadores pasivos en nuestro país. Y menos mal, porque según señala el artículo, en el año 2011 más de mil fallecimientos de no fumadores fueron atribuidos al humo del tabaco.

En concreto, 124 de los que nunca habían fumado fallecieron por cáncer de pulmón, mientras que 904 lo fueron por enfermedades cardiovasculares.

El peligro del tabaco va todavía más allá. Muchas personas fuman en casa, sin tener en cuenta que las partículas y los compuestos tóxicos del humo se van depositando y acumulando en la tapicería de los sillones o de los asientos del coche, en los muebles, las cortinas, las alfombras…

Y ahí permanecen durante meses y años, porque ¡ojo!, no son fáciles de eliminar y no sirve de nada ventilar.

Según los expertos en neumología, la mayoría de los problemas de salud entre los no fumadores se han atribuido a la exposición al humo del tabaco. Sin embargo, se estima que hasta un 60% de los efectos dañinos del tabaco no son atribuibles al humo, sino a la exposición de los no fumadores al tabaco de tercera mano.

¿Por qué es tan dañino?

Varias son las particularidades de este fenómeno. El primero de ellos es que el tiempo de exposición a los tóxicos del tabaco que se depositan en las superficies es mayor que a la del humo del tabaco.

Si hay alguien fumando cerca de nosotros y nos molesta, bien nos alejaremos, bien le llamaremos la atención para que se retire lejos de nosotros, reduciendo el tiempo que sufrimos los malos humos.

En casas o coches de fumadores, o en cualquier espacio cerrado donde se haya fumado, y aunque en ese momento no haya nadie con un cigarro o un vapeador en la mano, los componentes tóxicos están adheridos. No hay humo que nos moleste, pero sus efectos nocivos siguen ahí.

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¡Cuidado también con la ropa!

Otro de los problemas del tabaco de tercera mano es la descontaminación. No es fácil eliminar los elementos tóxicos de las superficies después de que alguien haya encendido un cigarrillo en esa estancia.

Además, los neumólogos señalan que las sustancias resultantes de la combustión del tabaco «pueden reaccionar con oxidantes del ambiente para formar nuevos tóxicos y carcinógenos».

Un ejemplo: cuando la nicotina entra en contacto con el ozono o el ácido nitroso, presentes de forma habitual en la atmósfera, se forman compuestos químicos cancerígenos, como las nitrosaminas específicas del tabaco, que no están presentes en al humo.

Según opinión de los neumólogos, las sustancias nocivas del tabaco no sólo se depositan en el polvo doméstico, las superficies del hogar o los coches donde se fuma. También se acumulan en las fibras de prendas de vestir (lana, algodón y poliéster), especialmente en la lana.

90 segundo expirando tóxicos

Las oficinas, los bares, las cafeterías ya son, en teoría, libres de humos. Así que la calle se ha convertido en el lugar de encuentro de los fumadores. Pero, los neumólogos advierten de que los efectos nocivos del tabaco no terminan con la última calada.

Se sabe que un fumador, tras dar una calada y exhalar el humo, sigue emitiendo partículas nocivas mientras respira durante 90 segundos. Es más, esta concentración de partículas en su aliento no se elimina hasta transcurridos 10 minutos.

Esto significa que al apagar el cigarro y volver a un ambiente cerrado, el fumador sigue emitiendo estos compuestos, que se quedarán adheridos a las superficies de la cafetería, oficina o lugar al que vuelva a entrar.

Después de fumar, «habría que esperar más de 10 minutos para evitar esta contaminación».

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Riesgos para la salud del tabaco de tercera mano

Observar cómo las sustancias nocivas del tabaco se «pegan» a los no fumadores es fácil. Se han buscado restos de nicotina en manos y dedos, o incluso de sustancias del tabaco en la orina de los no fumadores, incluidos niños.

Y a pesar de no haber tocado un cigarrillo nunca, se encuentran restos de sustancias del tabaco en ellos.

Y el problema está en que estas sustancias desprendidas del tabaco pueden alterar la función celular, con independencia de la cantidad de cigarrillos que se fume.

También, y tal y cómo señalan los expertos, se han detectado «cambios estructurales en el ácido desoxirribonucleico (ADN) de ratones y humanos», provocados por elementos presentes en el tabaco de tercera mano.

Además, se ha estudiado también la relación entre la exposición al tabaco de tercera mano en humanos y el riesgo de cáncer basado en la exposición a algunos de sus componentes tóxicos, presentes en muestras de polvo doméstico.

El resultado es que existe un aumento del riego de padecer cáncer de pulmón derivado de la exposición a estas sustancias, sobre todo en edades tempranas.

«No existe un nivel seguro de exposición ni al tabaco de tercera mano ni al vapeo de tercera mano», advierten los especialistas en neumología autores del artículo.

Por ello, la mejor forma de acabar con la exposición a estos depósitos de componentes tóxicos sería prohibir totalmente el consumo de tabaco y cigarrillos electrónicos. También espacios privados.