No se sabía mucho más del coronavirus salvo que producía neumonías bilaterales graves, cuando muchos infectados comenzaron a hablar de un síntoma de carácter leve, pero muy general entre los afectados por la Covid-19: la pérdida del gusto y del olfato.

De hecho, durante las reiteradas olas de infecciones por SARS-CoV-2, muchos han descubierto que habían contraído la Covid-19 porque, repentinamente, dejaban de poder saborear la comida y no percibían los olores.

Este aspecto del coronavirus también ha sido objeto de estudio por parte de los expertos en otorrinolaringología, que han concluido que “las alteraciones de olfato y gusto provocadas por la COVID-19 son más frecuentes en pacientes jóvenes y no hospitalizados, que además se recuperan más tarde de ello que los pacientes ingresados”.

La doctora Adriana Izquierdo, miembro de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), ha liderado el análisis en el que han participado 15 hospitales españoles y cerca de 1.000 pacientes.

Para la elaboración de este estudio, realizado con 846 pacientes que dieron positivo por SARS-CoV-2, se tuvieron en cuenta algunas variables como el tiempo de aparición de las alteraciones del gusto y el olfato, la tasa y el tiempo de recuperación, el ingreso hospitalario, el diagnóstico de neumonía, las comorbilidades, el tabaquismo y otros síntomas añadidos.

“Los resultados muestran una prevalencia de alteración del olfato (anosmia) del 53% y de un 52% en alteración del gusto (ageusia). Además, uno de cada cinco pacientes presenta estas alteraciones como primer síntoma de la enfermedad”, señala el estudio publicado en el Journal Investigation Allergology and Clinical Immunology.

Una de las conclusiones extraídas del análisis de estos pacientes es que, entre los pacientes hospitalizados, que en general son de edad avanzada, los principales síntomas son la tos, la fiebre y la disnea, mientras que a anosmia y ageusia no es tan prevalente.

Además, estos pacientes hospitalizados y mayores, recuperaban el gusto y el olfato mucho antes que los pacientes que no requirieron ingreso.

“Así, una mayor gravedad de la COVID-19, con una edad de más de 60 años, hospitalización y mayores niveles de proteína C reactiva, se asocian a menor afectación del olfato”, concluye el estudio.

Por el contrario, aquellos pacientes infectados por coronavirus que eran más jóvenes y que no necesitaron ingreso hospitalario, sufrieron más estas alteraciones de los sentidos del gusto y el olfato. Pero, además, tardaron más tiempo en recuperarse de ellas.

Precisamente si nos centramos en la recuperación, el análisis de los otorrinolaringólogos subraya que casi el 50% de los pacientes con COVID-19 mejoraron a las 2 semanas del diagnóstico, aunque cuanto más grave es la pérdida de olfato más tarde se recupera. Además, la recuperación es espontánea, no gradual.

Pero hay algo que preocupa a los expertos: un porcentaje de pacientes continúa con la alteración del sentido del olfato durante más tiempo. Incluso durante meses, como ocurre con los aquejados de la “Covid Persistente”.

La falta de este sentido supone, además de no poder saborear correctamente y perder calidad de vida, un problema de seguridad. Y es que nuestra nariz nos ayuda a prevenir riesgos como la inhalación de agentes tóxicos o consumir alimentos que no están en buen estado.

Por otro lado, y como ocurre con otras patologías, la afectación a estos dos sentidos varía en función del sexo del paciente. Según otro estudio español, realizado en 5 hospitales españoles con cerca de 200 pacientes no hospitalizados y publicado en agosto en European Archives of Oto-Rhino-Laryngology, son las mujeres contagiadas por Covid-19 las que con más frecuencia sufren la pérdida del gusto y el olfato.

Además la anosmia y ageusia no sólo son más frecuentes en las féminas, sino también más graves.

Tratamiento de las alteraciones del olfato por COVID-19

Por suerte la falta de olfato se puede entrenar e ir recuperando poco a poco. Según la SEORL-CCC las estrategias de tratamiento dependerán de si la pérdida de olfato es total (anosmia) o parcial (hiposmia).

Si la pérdida es permanente los otorrinos proponen iniciar un entrenamiento olfatorio. “Al igual que sucede con un entrenamiento físico, esta técnica consiste en exponer a los pacientes a diferentes olores concentrados en recipientes individuales a diario y durante el tiempo indicado por el especialista”, explican desde la Sociedad de Otorrinolaringología.

El entrenamiento implica la repetición de un conjunto de olores (limón, rosa, ahumado, vinagre, anís y eucalipto). Hay que olerlos durante 20 segundos cada uno dos veces al día durante uno 3 meses como mínimo.

Y aunque parezca algo extraño, existe evidencia científica de que este sistema funciona y mejora el olfato, cuando ha sido afectado por patologías como las neurodegenerativas o en caso de traumatismos craneales.

En cualquier caso, desde la SEORL-CCC se aconseja que “aquellos pacientes con pérdida repentina y grave del sentido del olfato” deben poner en práctica inmediatamente todas las medidas de distanciamiento social, aislarse preventivamente y acudir a su centro médico para que les realizan las pruebas diagnósticas que determinen si están contagiados por el SARS-CoV-2 o no.