Este mes pasado tuve la oportunidad de viajar a Ghana de la mano de la ong, World Vision, y no la desaproveché.

En parte por ello, abandoné un poco el blog. Disculpadme, pero no podía arriesgarme a llevar mi ordenador a tierras tan lejanas. Una vez allí lo eché muchísimo de menos. Me hubiera encantado poder escribir cómodamente, fuera de mi diario personal en el que cada día escribía, o dibujaba alguna cosa a lápiz.

El viaje que he realizado se compone de dos partes, una más turística y la otra, de carácter más solidario. Aquí comparto con vosotros impresiones de la primera parte del viaje, la más turística. Estamos en verano y tal vez pueda ser de interés para otros viajeros. Recomiendo hacer el trayecto con la compañía portuguesa TAP, Barcelona-Portugal, Portugal-Accra. Me pareció la opción más directa y segura.

Ghana, al sur del golfo de guinea, es un pais fascinante y seguro para el viajero. Seguro también para intrépidas viajeras que de vez en cuando se lanzan a la aventura. También me pareció una entrada a África lo bastante amable como para viajar con niños. Aunque una siempre debe ir acompañada de alguien nativo, porque la falta de recursos de la población causa estragos, y produce en los comerciantes una especie de fiebre del dólar que puede avasallar al turista.

Aterricé en el aeropuerto Kotoka de Accra y casi a pie de pista, a la entrada de inmigración, un enorme letrero sobre cómo limpiarse las manos para no contraer el virus del ébola nos daba la bienvenida. Tengo que reconocer que me impresionó un poco. Pasamos unos controles que detectan si tienes fiebre. Menos mal que no estaba constipada. Si das positivo te atiborran a preguntas y si no les convence te ponen en cuarentena. Gracias a estas estrictas medidas, Ghana está libre del Ébola.

En la recogida de equipajes, y junto a otros veinte viajeros, no nos quedó otra que aceptar que nuestras maletas se habían perdido. Parece ser algo bastante habitual. Lo más pesado fue tener que hacer la cola para rellenar los detalles de la reclamación. Tras el mostrador diez empleados holgazaneaban mientras uno iba tomando los datos a los exhaustos viajeros que tratábamos en vano de formar cola. Como nadie respetaba su turno, hasta yo terminé colándome. Ya lo sé para la próxima. A África mejor no llevar equipaje. Qué disgusto, mis maletas, llenas de material escolar, perdidas! Me sabía fatal que todo aquello no llegara a los niños. Pero tuve que desapegarme. Si no les llega a los niños de World Vision, tal vez les llegue a otros niños, pensé. Aunque lo más realista fuera que probablemente aquel material acabase en el mercado negro.

Al salir del aeropuerto, algo decepcionada, cansada y con sólo mi equipaje de mano, escuché las tripas de una ciudad vibrante que olía a polución y a humo de hoguera. Sentí una especie de náusea reconfortante. Algo de aquello me resultaba familiar. Decenas de conductores se ofrecían a llevarme a mi hotel. Pero ya había apalabrado que el conductor de la ong en cuestión me recogiera. Esas cosas mejor dejarlas arregladas de antemano.

Desde la ventanilla del coche, tracé una desdibujada primera impresión de la ciudad. Esta seguía viva de noche. Las cabras sueltas dormían sobre las basuras, y las motocicletas y rickshaws con sus insolentes pitidos en señal de protesta, mareaban cual abejorros o moscas cojoneras. Me volveré loca y luego España me parecerá un balneario suizo, pensé, y recordé que algo parecido también sucede en ciudades como Nueva Dehly. De ahí la náusea reconfortante. Me sentí más segura, Accra no me resultaba ajena. Era, en parte, como volver a India.

Tras dormir diez horas que necesitaba como agua de mayo, salí a dar una vuelta. Ni rastro de mosquitos. ¿Qué hacía tomando aquellas horrorosas pastillas para la malaria, si no había un solo bicho a la redonda? Pensé que tal vez en el norte me harían falta, y durante días me tomé aquella porquería mezclada con sulfintestín neomicina para paliar los efectos secundarios. Este invento, personalmente, me funcionó aunque no estaría de más consultarlo con algún médico.

Más tarde, ya en el norte, decidí suspender aquel desagradable tratamiento, a la vista de que, efectivamente, no había mosquitos, y de que mi estómago empezaba a quejarse en serio. No digo que no haya que tomar la profilaxis de la malaria. No me atrevo a semejante osadía pero sí creo que tuve la suerte de viajar en una época en la que no había mosquitos. Creo que siempre uno debe elegir la opción más segura. Pero tampoco hay que ser idiota porque se trata de una medicación fuerte.

De turismo por Accra, me enteré de que Ghana era la primera democracia africana. Sakyi, mi conductor, no el que me recogió en el aeropuerto, otro nuevo de aspecto viejoven; cuerpo atlético pero rostro ajado y desdentado, me mostró la plaza de la independencia. Una enorme plaza con un gran arco del triunfo en el centro. La fecha del día de la independencia grabada en letras mayúsculas y la estrella africana negra que simboliza la libertad del pueblo africano, en el centro del friso. En África es mejor evitar conversaciones sobre la edad, la religión ó la política pero yo no lo sabía.

Plaza de la independencia

–Son ustedes afortunados de ser libres. Y su presidente ¿Es un presidente justo? –pregunté con un toque naíf–. Me arrepentí. No debí haber preguntado nada tan directo sobre política. En aquel momento el semblante de mi conductor cambió por completo. Se puso tan nervioso que a duras penas logré entender su inglés lleno de matices tribales. A pesar de que el idioma oficial allí es el inglés, en la república de Ghana hay más de cuarenta idiomas.

Lo único que me quedó claro, despues de acojonarme viva puesto que el pobre hombre se volvió medio loco durante más de media hora, durante la cual se me pasó de todo por la cabeza, desde que estaba en manos de un loco y nos íbamos a estrellar en cualquier esquina, hasta que me había tocado el conductor revolucionario, al que había herido en su sensibilidad patriótica, y que me daría la brasa durante todo el viaje.

El actual presidente, John Dramani Mahama, es un granuja de cuidado y roba. Vive en un gran palacio lleno de todo tipo de lujos mientras la gente del pueblo se muere de hambre. Mi conductor no hacía más que dar detalles al respecto que yo no era capaz de comprender. Es una pena puesto que me interesaba mucho el asunto. Por lo visto, al sin vergüenza de John y su gobierno, la corrupción les sale por las orejas. Aquello me sonaba algo familiar. Aunque los niveles no sean, ni mucho menos, comparables.

En Ghana sólo un cuarenta por ciento de los niños están escolarizados. En España las tasas de escolarización son de más del noventa por ciento. Las familias ghanesas no tienen acceso ni a escolarización, ni a sanidad gratuita. No pude evitar pensar que a pesar de los pesares, a pesar de la crisis y de todas sus terribles consecuencias, en nuestro pais, en comparación, éramos bastante más afortunados. La esperanza media de vida en Ghana es de sesenta años. En España, la esperanza de vida está en más de ochenta. Creo que éste es un dato lo bastante significativo. Así que aunque la democracia ghanesa sea más antigua que la democracia española. Ghana se independizó del imperio británico en el año 1957, España supera en avances de todo tipo al pais africano.

Kwame Nkrumah llevó al pais a independizarse del imperio británico

Me hubiera gustado entender todos "esos entresijos políticos" de los que hablaba mi conductor pero no iba a volver a preguntarle nada en bastante rato. Como os conté, le faltaban algunos dientes, y enfadado tenía cara de pocos amigos. Le animé a que me mostrara lo bueno de su pais, y el hombre cambió por completo de energía. Una vez más tranquilo, me llevó a varios lugares de interés.

Lo que sí me transmitió Sakyi que hacía las veces de conductor y de guía turístico, era la importancia de este hombre; Kwame Nkrumah. Así que visitamos el mausoleo donde descansan sus restos, en un precioso parque lleno de pájaros exóticos. Kwame Nkrumah, fue uno de los líderes políticos de la independencia de Ghana y está considerado un héroe nacional. El político y filósofo panafricanista abogó por lo que el mismo denominó como la Acción positiva que consistía en movilizaciones y protestas masivas y pacíficas para conseguir la independencia. Ghana se independizó oficialmente el 6 de marzo del cincuenta y siete.

Fuimos a Labadi Beach, en el lado opuesto de la ciudad, donde me llamó la atención cómo los pescadores sacaban las redes tirando desde la playa. Y las mesas de los chiringuitos de playa a penas dejaban libre un palmo de arena. Finalmente mi conductor resultó ser encantador y terminamos haciéndonos amigos. Es preferible no ir dando el teléfono por ahí, eso en Ghana y en cualquier otro lugar del mundo pero a él se lo dí con mucho gusto y si vuelvo a Accra no dudaré en volver a llamarle.

Pescadores en Labadi Beach

Chiringuitos en Labadi Beach

Labadi Beach

¿La playa?

En el mercado de artesanías, también muy recomendable para el viajero, negociamos con una chica tuerta. Era muy atractiva y agradable. Pude comprar algunos regalos. Tenía unas telas preciosas, con unos estampados y colores bellísimos. Mi conductor me comentó que siempre hay que hacer una contraoferta de un cincuenta por ciento menos del precio inicial. Por la fiebre del dólar de la que os hablaba. Al turista, sólo por ser turista le suben los precios como mínimo al doble. El algodón ghanés es de una gran calidad. Y vale la pena comprar foulards, pareos, camisas y faldas. La chica me explicó que el mercado chino había destruido su industria textil y que sobrevivían a duras penas.

Me asomé el museo de arte contemporáneo. Estaba cerrado. Nos dirigieron al museo de la ciencia que estaba a pocos metros. El museo de la ciencia estaba sin luz. Los apagones son un clásico en Ghana. Sin embargo éso no me impidió observar con fascinación la exposición de los estudiantes de bellas artes. Apreciar sus cuadros, e instalaciones. Incluso, acceder al desván donde había obras que no estaban expuestas al público. Los artistas ghaneses nada tienen que envidiar a los de aquí. Eso sí, tienen menos recursos y facilidades, y por ello su arte es como una flor que nace del lodo. El comisario de la exposición era un artista jovén que también exponía. Fue muy amable al acompañarme y explicarme el significado de cada una de las obras de sus compañeros. Algunas de las instalaciones no funcionaban porque dependían de la electricidad para ello.

Instalación de caracolas gigantes vivas en el museo de la ciencia de Accra

Exposición de arte en el museo de la ciencia de Accra

Hicimos la visita reglamentaria al faro de James Town, de los pocos monumentos bien pintados de la ciudad, y al puerto. Del faro no tomé ninguna foto puesto que fue el momento de más estrés del viaje porque me tocó un guía con muy pocas ganas y a quién lo único que parecía importarle era mi cartera. La actividad del puerto era frenética y en los colegios de huérfanos que alternaban junto a los puestos de pescado, los niños tejían cuerdas con plásticos.

Puerto de Accra

Otro tesoro de Ghana es el chocolate. Durante años Ghana fue uno de los paises exportadores de Cocoa. Así lo llaman allí. Producía un cuarenta por ciento de la producción mundial. Con la independencia de los ingleses, la producción descendió a un catorce por ciento. Aun así, han cuidado la calidad de su producción, y eso permite al viajero comprar un chocolate muy puro y también disfrutar de una línea de productos de cacao a un precio muy asequible.

El Cacao en crema protege la piel del sol y de las inclemencias climáticas. He podido comprobarlo. Pensaba que volvería de África con la piel hecha un desastre, sin embargo, gracias al cocao, la he mantenido bastante bien.

Por las tardes, exhausta del traqueteo de todo el día, en vez de té o café, me ponía las pilas con un Milo, el equivalente a nuestro Cola Cao. El Milo se encuentra en todos los supermercados ghaneses, es un producto que pertenece a la filial africana de Nestlé.

A menudo, los ghaneses no pueden comprar un paquete entero, entonces los vendedores ambulantes dividen el Milo en porciones pequeñas plastificadas, y lo venden a pocos céntimos. Así hacen con cualquier otro producto, hasta con el agua. Todo en porciones pequeñas para que sea más asequible para la gente.

Paquete de Milo

Banku y Okro (comida típica a base de maiz y calabaza, y verduras y cabrito)

Este viaje me ha hecho valorar lo que tenemos en nuestro pais. Abrir el grifo y que salga agua es un lujo al que ya nos hemos acostumbrado, sin embargo en Ghana pocos domicilios disponen de agua corriente o de lavabo. Aun así, a pesar de la miseria, y de las dificultades, de los constantes apagones, y de su comida vasta y picante, a grandes rasgos, Ghana me pareció hermosa como sus mujeres, y dulce como su chocolate. Os mando un fuerte abrazo.

(Continuará)