Hay un momento en la vida de toda mujer inteligente en la que a una la tildan de loca ó la tratan como a un trasto viejo. Si estás en ese momento, bienvenida al club de las mujeres interesantes!

¿Te casaste, ó emparejaste? ¿Lo diste todo por la familia? Muchas cosas no salieron como esperabas aunque sabías de antemano que no existían los príncipes, ni las princesas azules. La vida siempre sorprende. Y aún no sales del asombro. Has comprobado en carne propia que la realidad supera a la ficción. Y ahora te debates entre lo que eres y lo que podrías haber sido, y no sabes si elegir entre leche de soja ó leche de avena, porque los fabricantes nos vuelven locos con teorías que se contradicen.

¿Te casaste, ó emparejaste? ¿Lo diste todo por la familia? Es momento de quedarse con lo que mejor te sienta. Escucha a tu cuerpo, lleva años hablándote y tú apenas escuchas a ver qué te dice. Él es el mejor termómetro ó indicador de lo auténtico en una sociedad llena de eslóganes publicitarios. ¿No te has dado cuenta? Nos prefieren desconcentradas y ávidas de necesidades absurdas.

Quieren que dudes de tu cuerpo, que desees tener una piel más clara, o el cabello de la Schiffer. El ideal social; consumidores compulsivos e insatisfechos facilmente manipulables. ¿Porqué tanta confusión? Porque una mujer madura en su centro es fuerte y potente como una diosa. Capaz de cuestionar y cargarse al sistema más complejo. No hay mejor maquillaje que una simple sonrisa, ni propósito que no esté a tu alcance, si crees en tí misma. No es que me quiera cargar el consumo. Consumir forma parte de nuestra naturaleza. De entrada todos respiramos y comemos, sólo por ello somos consumidores por naturaleza. Pero el consumo inconsciente es peligroso para el planeta, y la necedad, contagiosa. Entérate bien de qué hay detrás de todo lo que compras y decide si vale ó no la pena invertir en ello.

No es cuestión de edad, ni de medidas. Las mujeres somos como el buen vino y, a no ser que caigamos en esa perversa trampa, ganamos con el tiempo.

Los médicos y terapeutas hacen su agosto gracias a mujeres y hombres incapaces de creer en sí mismos. Pero lo cierto es que somos capaces. Si estuviéramos más unidos, podríamos darle un giro al planeta. Estoy convencida. Porque la inteligencia femenina es creadora y creativa; justo lo que el planeta necesita.

No deberíamos dudar de nosotras mismas por no ajustarnos a lo que los demás esperan de nosotras. Tampoco deberíamos sentirnos como trastos viejos puesto que la madurez encierra una belleza mucho más profunda.

De joven una anda tan preocupada por lo que piensen los demás que no ve ni disfruta de sus verdaderas cualidades. La madurez de la mujer es el momento de florecimiento máximo. Una mujer madura ya sabe lo que hay. Conoce sus limitaciones. Por ello tiene más claro lo que puede dar, y también lo que no. Ya ha desidealizado muchas insituciones, y roto muchos mitos. Ahora antepone la acción a la palabra.

¿Cómo nos posicionamos frente a comentarios ó reacciones de quienes atacan nuestra sensibilidad?

Dos son las opciones que dan mejor resultado; el sentido del humor, reirse de una misma y también de lo que digan. Y, la indiferencia. Pasar de todo, y de vez en cuando, "hacerse la sueca".

Quienes emiten tales juicios tienen un serio problema interno, y la mujer no tiene porqué hacerlo suyo. Es necesario deshacerse del típico complejo de ONG, es decir, dejar de justificar todas las actitudes tóxicas del entorno, y, ó incluso, hacerse responsable de ellas. Se puede crear la paradoja de que una mujer vaya a hacer terapia para ver cómo encaja los errores que cometen los demás.

Podrían ser nuestras parejas quienes en realidad lo necesiten, ó incluso nuestros hijos, ó familiares más cercanos. Pero la terapia siempre es recomendable, sobretodo para no caer en el pozo del abandono en el que una termina creyendo que es un desastre. Una terapia apropiada servirá para discernir entre lo que a una le pertoca, y lo que no.

Una mujer inteligente puede ser un arma de "construcción masiva". Pocos y pocas se atreverán a descifrarla, y menos a reconocer su potencial. Pero esos pocos son los que, de verdad, valen la pena. Hoy día muchos hombres han desarrollado su lado femenino y, de vez en cuando, nos regalan relaciones maravillosas. Sin embargo, hay un tipo de hombre que se siente amenazado por la mujer, y que necesita dominarla. Estas personas tienen un problema grave que deben reconocer y tratar de solucionar. Dos son los motivos fundamentales. Pereza; construir supone trabajo, esfuerzo, y hay gente que no quiere trabajar más que las horas que estén estipuladas en su contrato laboral. Envidia; una mujer inteligente pone en evidencia la torpeza e incompetencia de quienes la rodean, y éso incomoda. Por ello os recomiendo que os armeis de paciencia y compasión pero sin perder la firmeza. Una debe poner sus límites de forma clara para evitar posibles malentendidos.

Pocos son los hombres que admiten sentirse a gusto al ser superados por sus parejas. Hombres y mujeres deberían ser cómplices y aliados. Pero, a menudo, la realidad es otra. Cuando una mujer es mejor en su trabajo que su pareja, termina enfrentándose a descalificaciones de otra índole. Ó es un desastre en casa porque no sabe cocinar, ó no es Matahari en el lecho nupcial. No entreis en ese juego. Si un hombre no sabe apreciar vuestra inteligencia es que simplemente no os merece. Los hombres y mujeres emocionalmente inteligentes valoran las cualidades de sus parejas y no se sienten amenazadas por ellas.

Un clásico de manual. En cuanto se cruza la frontera de la fertilidad y ya no sirves para traer niños al mundo, pasas a ser un trasto viejo, un transistor de los ochenta. Que conste que estos comportamientos no deben atribuirse únicamente a los hombres, la ignorancia no conoce límites de género. A menudo es la mujer la verdadera loba para consigo misma y sus congéneres. Por poner un ejemplo extremo; ¿Quién practica la ablación del clítoris a esas pobres niñas en los países fundamentalistas? Son las propias mujeres las que lo hacen.

Cuidado con las abuelas, las madres, las suegras y las nueras, en negativo pueden ser peligrosas. Sobretodo si se han sentido menospreciadas, no tendrán piedad en que tú pases por el mismo aro.

Quiero recordarte que eres única e irrepetible, divina y maravillosa. Que lo diste todo por tu trabajo, por tu pareja, por tus hijos, y que sigues siendo atractiva, y más sabia que nunca. Y que no estás sola, que hay gente que sabe apreciarlo. Aunque ya tengas algunas arruguitas y algunos kilos de más, ó de menos. ¿Qué más da? ¿Acaso viniste al mundo para ser perfecta? Ó, para ser auténtica; para ser tú misma.

Tu cuerpo ha sido una puerta de entrada a la vida para tus hijos, una balsa dónde han encontrado cobijo y consuelo tus seres más queridos. Respétalo, respétate, y no desfallezcas. Ante todo, mereces ser feliz.

Desarrolla ese gran potencial creativo, innato que te ha sido dado. Y tanto si eres ó no eres madre, ten claro que este potencial irá en aumento con los años. Es tu gran aliado. Éso, y un buen grupo de amigas con las que desahogarse un poco de vez en cuando. Permitidme que ponga un ejemplo manido. El grupo de amigas de la serie "Sex in the city". La serie en sí puede producir urticaria por potenciar valores como el lujo y la vanidad, sin embargo, ese grupo de amigas nos conquistó a todos.

No necesitamos ir de compras cada día para ahogar nuestras penas, pero sí necesitamos amigas y amigos con quienes comentar y compartir experiencias.

Si estás en esa etapa en la que te tildan de loca, ó de trasto viejo, confía más que nunca en tí, y pisa fuerte. No te dejes, no te creas ni por un momento que los necios tienen razón. No hay auténtica vida sin locura, ni mejor belleza que la que permanece a lo largo del tiempo.