Kokoshca siempre han apestado a personalidad. En sus canciones y en sus letras. Las primeras por intensidad tanto como por genuidad; las segundas por una cotidianidad no surreal, pero sí muy de noche desquiciada o mañana dispersa. No son solo poperos como no son solo rockeros, no son solo sinfónicos o psicodélicos como no son latinos o folclóricos. Este sábado presentan su cuarto disco en el Maraca, El mal. Iñaki López (guitarras, teclado, voces) se presta a este diálogo.

Kokoshca presentan El mal

NOS GUSTA ENSIMISMARNOS”

-Tras el síndrome del primer disco (sorprender) suele venir el del segundo disco (confirmar, y con prisas). Tras ello, el síndrome del tercer disco (reafirmar y consolidarse). ¿El síndrome del cuarto disco es “vamos a hacer (musicalmente) lo que nos de la gana”?

-[Ríe] Sí que hemos hecho lo que nos ha dado la gana, tal vez más que nunca. Buscamos afianzarnos, pero también no aburrirnos repitiendo lo hecho hasta ahora. Es una eterna búsqueda.

-Ya tenéis un recorrido más que curtido. Pero admitidlo: grabar con Kaki Arkarazo [Kortatu, Negu Gorriak y Nación Reixa, productor de Manta Ray o Chucho entre muchos otros] tenía que imponer.

-Somos muy poco mitómanos, pero al principio sí que imponía. Luego vimos que es tan chorra como nosotros, al mismo tiempo que amable y muy profesional.

-Siempre lo pregunto: ¿por qué el título del disco?

-Solíamos inventarnos algo, pero en esta ocasión lo eligió Luis [Bayo, del grupo Espanto, quien ha colaborado y coproducido el disco] porque le parecía que en el álbum hablábamos mucho del mal. Es muy freudiano: nuestras canciones a menudo acaban girando alrededor de algo concreto. Por eso el anterior disco se llamó Algo real, porque lo real estaba presente en muchos momentos.

-A los músicos cuyas letras llaman la atención por su personalismo hay que preguntarles inevitablemente qué leen.

-Hablo por mí: soy muy fan de Edgar Allan Poe, de la literatura internacional del siglo XX, la española del XIX y XX, Goethe, Capote, Valle-Inclán, Ortega y Gasset, Bukowski y la mucho de la contracultura.

-Intuyo que os preguntarán mucho por los aires latinos de Bom-Bom

-No es premeditado. Siempre buscamos orbitar entre rock y pop, pero por supuesto que nos gusta la psicodelia, comunicar algo oscuro y secreto, añadiendo un hostión posterior. Nos gusta ensimismarnos, pero más del tipo heroína que no LSD. Me explico: más de la Velvet que no de los Mamas and the Papas.

-¿Sois una banda underground?

-Dilo tú. Supongo que sí por el nivel de profesionalidad, en el sentido de que no vivimos totalmente de esto. Y no hay que olvidar que el underground construye sonidos que luego, siempre, son absorbidos por el mainstream. Comulgo con lo que dijeron La Polla Records: si quieres identificarnos, tienes un problema.

-Sois navarros, una de las comunidades más conservadoras de España. ¿Vuestra irreverencia, desprejuicio, heterodoxia y acusada personalidad es una respuesta a ello?

-Puede ser que sea una reacción a ello. Somos reaccionarios. Pero aunque Navarra tiene un poso conservador, diría que lo está perdiendo. Lo afirmó Juan de Pablos: Navarra es una fábrica de curas y militares.

-¿Que preferirías que pasase con El mal

-[Ríe] Prefiero que se sepa las canciones.

-Os vi en directo hará unos ocho años en Madrid, y me encantó vuestra intensidad genuina, pero también a veces uno pensaba: “Centraos, carajo”.

-[ríe] Hemos mejorado mucho en nuestro directo, pero esos momentos destartalados siguen estando.

-Una pregunta de la máxima actualidad: ¿qué hacemos con el trap y con Rosalía?

-Lo vemos, lo escuchamos, aprendemos, y desechamos lo que haya que desechar. Y lo aceptamos sin prejuicio ni esnobismo alguno. Tampoco con peterpanismo, escuchándolo casi por obligación por es lo más nuevo y joven que hay ahora. Rosalía me gusta, ha sacado un buen disco que, por cierto, no es nada comercial. Pero ni ella, ni el trap, ni nadie salvará nada.