Bilbadino (Sestao, Bizkaia, 1978) es mi tocayo, porque su nombre es Víctor. Bilbadino te pone a cuatro patas, porque lo que hace en la cabina, como él mismo señala sin ápice de autocomplacencia o soberbia, no lo hace prácticamente nadie. Tendrás tus temazos de indie accesible, tus pepinos de actualidad nacional a internacional, tus jitazos de dance 80s y 90s, pero también lo que él define “cultura de club” y que es cierto como indica que ya no existe: todo mezclado con desarrollos de electrónica zapatillera, pegajosa, imbatible, lasciva, rotunda, entusiástica, acalorada. No lo puedes evitar: acabas a cuatro patas. Lo mismo que ha conseguido pinchando en FIB, BBK, Low Cost, Observatori, Let's Festival... Hoy jueves pincha, por doceava vez consecutiva, en las fiestas de Inca, en esa caldera de la mejor jarana que es Sa Lluna.

PINCHAR MIL SESIONES TE REVELA EL PODER SANADOR DE LA MÚSICA”

-Declaras tu mantra: “Todo es mezclable”. ¿Para cuándo una sesión con reguetón?

-[ríe] Lo dudo. Es un estilo que no me acaba de interesar. Soy ecléctico, pero luego está el gusto personal de cada uno. Aunque hay un par de temas que me llaman la atención. Tal vez esta noche...

-Me dijo David Van Bylen que ya no existe el tipo de público que quiere solo una cosa. ¿Es por eso que buscas la heterodoxia en tus sesiones?

-Bastante de acuerdo: el público actual no es el de hace cinco o diez años. Es la doceava vez que vengo al Dijous Bo, el público ha ido evolucionando y yo con él. He sido capaz de adaptarme, y sin llegar al reguetón.

-¿El público es musicalmente más culto que hace diez años, internet mediante?

-No lo creo. Son solo modas que la gente adopta. Hace unos años fue el boom del indie y lo underground, estilos de los que hoy casi nadie se acuerda. Ya nadie te pide Pixies, cuando hace diez años arrasaba en la pista. Son olas musicales que me da la impresión de que cambian cada diez años aproximadamente. Y siempre he desconfiado de ello, porque suele haber una gran empresa detrás, de marketing, discográficas, etc. Por ejemplo, dicen que hoy día triunfa el reguetón pero luego en los festivales su presencia es mínima. Está, pero en los escenarios más pequeños, excepciones puntuales aparte. De todas formas, en general diría que siempre he procurado no casarme con nadie porque criticar la música es una pérdida de tiempo. La escuchas o no.

-Lo hablé con Ley DJ: sábado en el BBK Live, abarrotada carpa principal a las 4 de la mañana. Suena Freed from desire y los miles de asistentes brincan como posesos. ¿Pero no éramos Freed from desire indies

-Imagina con Saturday Night, Samba de Janeiro... Son infalibles para varias generaciones. Tengo la suerte de que viví aquella época en primera persona, crecí con todo ello.

-¿Prefieres audiencias veinteañeras o cuarentonas?

-Cuarentones, sin duda. ¡Carcas por decirlo de alguna manera! [ríe]. Me gusta la gente que aún valora la cultura de club, que es algo que ya no existe. Es trabajo del DJ es investigar, proponer y descubrir. Eso ya no se hace. Nuestro trabajo es inculcar una línea musical.

-Imprescindible preguntarle a alguien desprejuiciado si te pone más efervescente la inmediatez de una guitarra indie sobresaturada con indie feeling shoegaze

-¡Las dos por igual! De hecho, siempre he intentado que sea mi sello: la mezcla entre ambas como un arpegio interminable. Hoy día se ha perdido ese estilo, pero yo mantengo esas mezclas largas, muy ecualizadas, fina y progresivamente mezcladas.

-Como todo gran DJ seguro que abandonaste un instrumento “analógico” por incapacidad y ello te llevó a pasarte al portátil.

-[ríe] ¡Qué va! Mi evolución fue desde vinilos pasar al cedé y luego al portátil, los CDJ... Pero las mesas de entonces tenían muy pocos efectos. Hoy día están más desarrolladas y he vuelto a usarlas, pero es que es muy cómodo ir a pinchar donde sea con tu pendrive y poco más.

-Teniendo en cuenta que los DJ mentís más que los periodistas, ¿puedes marcar dos tantos por ciento: cuánto pinchas para el público y cuánto para ti?

-Pregunta difícil... Diría que ahora mismo en un altísimo tanto por ciento pincho para el público, pero depende del local. Al mismo tiempo, lo que más me apasiona actualmente es pinchar en fiestas privadas. Ahí encuentras gente sin prejuicios, más predispuesta a escuchar lo que propones y que espera que la sorprendas. Gente que me conoce, sabe que me gusta apostar, lo permite y lo espera. Eso que hoy se ha convertido en la norma, que casi te exijan lo que tienes que poner, tal canción o tal género, me parece la máxima falta de respeto hacia el DJ. Y no entiendo muy bien por qué sucede, pero es así: prácticamente te lo ordenan.

-Tiene que haberte pasado: ¿quién tiene la culpa cuando no consigues hacernos bailar toda la noche: el público o tú?

-Difícil también... Ni uno ni otro. Posiblemente sea culpa de la línea musical del sitio donde estás. Un local con una línea musical indefinida lleva a un público indefinido. Rara vez los empresarios tienen claro por qué quieren apostar.

-Pregunta para un bilbaíno: ¿es cierto el cliché de que en el norte de España no se baila y en el sur no se para?

-El cliché es otro: que en el norte no se folla.

-Siguiendo con romper tópicos (o no): ¿llevas una vida sana?

-Menos de lo que quisiera. Tengo un hijo de dos años, y duermo menos que cuando pinchaba tres veces por semana.

-Pregunta para un bilbaíno: ¿qué pinchas de Rock Radical Vasco?

-¡Uy! Muy poco. Casi nada. Tengo amigos grandes conocedores de toda aquella música, pero yo lo viví demasiado en segundo plano.

-¿Qué se sabe después de dar mil sesiones que no se sepa después de escuchar mil discos, ver mil películas o leer mil libros?

-El poder sanador de la música. La música cura, no lo dudes. Y que genera recuerdos maravillosos que no genera otra cosa.

-Dice Tom Waits que la diferencia entre el sonido del vinilo y el del cedé es que en el primero da la sensación de que hay alguien dentro pidiendo ayuda y que dan ganas de asomarse. Cambiar de vinilos a cedés provoca más terremotos y metamorfosis que la que provocó la construcción del Guggenheim en Bilbao. ¿Nunca te has planteado volver al vinilo? Serás más guaaaaaaai y auténtico. Incluso puede que de igual qué música pongas.

-En absoluto. Nunca he visto el vinilo como algo más auténtico. Es diferente, sin más, y diferentes son las sensaciones que produce. Para empezar, depende de muchas cosas: que realmente te guste más su sonido, de los reproductores que a veces son digitales con lo cual pierdes ese sonido original, de la producción, de que los cascos que utilices sean de 10 euros o no...

-Para acabar, la pregunta que todos esperáis: ¿Rosalía?

-Primero, una artista como la copa de un pino. La vi en el Sónar hace tres años y me encantó. Pero el desarrollo posterior desde el 6 de octubre, cuando salió su segundo disco, me sobra. Parece que imponen que te tiene que gustar, y la música no se impone. Son todo récords. Todo eso está sobrevalorado, cuando es algo muy subjetivo. Me satura tanta supuesta repercusión.

-Ahora sí, la pregunta seria para finalizar: ¿fuiste a votar?

-Por supuesto. Siempre hay que ir a votar. Es nuestro deber si nos queremos llamar demócratas. Incluso aquella vez con Marc de Dorian, en Alicante, cuando teníamos el tiempo justo de ir a Barcelona para votar y...