Foto: Neus Fafa

Prok

Gira “Rojo y negro”

Es Gremi, viernes 13 de diciembre

Aforo: abarrotado abajo, primera línea arriba.

CARISMA DURO

Suena Reproches. Sale Prok (Adrián Pedrosa, Granada 1991) y parece un sosainas. No hay intro de cortesía habitual para el lucimiento técnico del DJ, y aparece una figura apocada, de actitud fláccida, escondida bajo capucha. Supone un espectador no iniciado en sus maneras que irá de introspectivo (vena cultivada en su dúo con su hermano Ayax). Pero acaba el primer tema y con el segundo, No es mona ni ná, sucede: se enfada con el mundo y su voz despedazada junto con sus ademanes espasmódicos encienden mecha.

Es el carisma sorprendente de este liricista, denominado por él “rap duro” o “serio”. Tiene veintipocos años, pero nada suena a trap o reguetón. Es el poder de la vieja escuela, del hardcore, de la dureza sonora y en actitud que o aburre o conquista, con la hipoteca de que es carísimo en el hip hop que una voz al micro y unas bases soltadas desde un portátil, solo dos líneas de sonido, suenen regordas. De hecho, a las músicas les faltaron hostia, solo perceptible desde primera línea, bien abajo, bien en el piso de arriba. Pero Adrián, Prok, llenó lo suficiente, incluso hasta momentos inconmensurables. Por ejemplo: anunciar una capela de una de las canciones del próximo disco con su hermano y que se construya un silencio como un paredón.

Hubo incluso momentos de show business: abandonó el escenario para reaparecer con americana estampada, sombrero fedora y una rosa en la mano para interpretar Salvatore Maranzano. El colofón es tajante: como no hay excelencia musical, el artista parece interpretar que en directo hay que ponerse honrado y ser necesariamente violento y criminal. Incluso el discurso final de humildad (“Gracias por venir. De verdad, muchas gracias. Que yo no soy nadie”) sonó más sincero que los guisos de mi madre. En general, se aceleró él y se engoriló el público. Misión cumplida.