Ariadna Paniagua (Madrid, 1978) es fascinante. Y lo es porque, como cantante de los madrileños Los Punsetes, no se mueve ni un milímetro en el escenario durante los conciertos de la banda. Ni una milésima de milímetro. El resultado es inusitadamente inapelable: la potencia y la personalidad de la banda se ven reforzadas. Un concierto de esta banda cuyo nombre se debe a un homenaje al divulgador Eduard Punset es un galletazo de indie pop y rock, a veces pulcro y a veces redistorsionado, con dos guitarras a lo shoegaze noventero defendiendo unas canciones de melodías pegajosas y, por encima de todo, con unas letras con una de las mayores cuotas de mala hostia inteligente del panorama nacional.

Los Punsetes presentarán hoy viernes su nuevo álbum, Aniquilación (Mushroom Pillow, 2019), como cabezas de cartel de la segunda y última jornada del categórico Es Gremi Sounds, con el que la sala ha celebrado su 16 cumpleaños.

LAS LETRAS EN LOS PUNSETES LLEGAN CERRADAS, INTOCABLES. ES ALGO MUY NAZI”

-¿Has pensado qué pasaría si todo el público se mantuviese inmóvil durante todo un concierto vuestro?

-La verdad, no lo había pensado nunca... Supongo que sería extraño. Aunque también una comunión brutal.

-Siempre lo he pensado: sois un grupo político. Instáis al oyente a reflexionar. A seguir la reformulación de Descartes que hizo un filósofo local, Pato Conde, cuando enunció: “Pienso luego pienso”.

-Pues en cierto modo, sí. Aunque como banda no nos sintamos identificados como grupo político, en cierto sentido es así.

-Es el primer disco que habéis producido vosotros. Toda la culpa es vuestra.

-Y felices de que sea así. Ya nos sentíamos preparados desde hace un par de discos, Y Pablo [Díaz Reixa, 'El Guincho', productor de tres de sus álbumes] no dijo que debíamos hacerlo ya, sin esperar más. Y la verdad es que, honestamente, la satisfacción con el resultado final no ha podido ser mayor.

-Este disco es pletórico: más amplio y diverso, más profundo y cavernoso, más arriesgado y la mismo tiempo más insondable. Me da la impresión de que es el álbum de Los Punsetes que necesita más escuchas para captar y valorar todo lo que propone. Con el siguiente suele venir lo blanco o lo negro: o será un éxtasis o será un grandes éxitos.

-[ríe] Me temo que va a ser así... o no... No sé qué decir. Pero lo sabremos dentro de poco. Normalmente nos ponemos a trabajar en el siguiente álbum pocos meses después de acabar el anterior, incluso coincidiendo con estar de gira. Y tal vez se imponga la misma dinámica de velocidad que con este, en el que hemos trabajado muy a gusto, pero también muy rápido, teniendo poco tiempo para ensayar, para adaptar el directo a cómo suena el disco.

-Un simplismo: el sentido del humor de Los Punsetes viene de Derribos Arias, y la querencia por las melodías de Los Nikis.

-Algunos del grupo no se sentirían identificados, aunque esas influencias han pesado, junto con muchas otras. Tampoco sabría calibrarlas.

-En el último disco le dedicáis una canción a Miguel de Molinos [místico y pensador del siglo XVII]. Y es que es palpable la impresión de que os habéis puesto más metafísicos que nunca. Porque ya lo dijo Nietzsche: el arte, sobre todo la música, es la verdadera metafísica. ¿Quién del grupo se ha jartado a leer a Nietzsche?

-Las letras las escriben Manu (Sánchez 'Antonna', guitarra) y Jorge (García, guitarra). Manu escribe siempre de lo más cotidiano, por lo que si ha sucedido debe haber sido con Jorge. Y me consta que lee mucha filosofía.

-Aunque la habilidad de Los Punsetes para hablar de postureo y al mismo tiempo alcanzar densidad de ideas sigue ahí. Diría que incluso está más potente que nunca. Eso solo se consigue revisando las letras un millón de veces.

-Las letras siempre llegan al local muy cerradas, prácticamente intocables. Solo alguna vez, muy pocas, cambiamos alguna palabra. Las letras en Los Punsetes son las que son: es algo muy nazi. Por ello, no sabría decir si Manu y Jorge revisan mucho sus textos. Intuyo que sí.

-¿Por qué hablan tanto vuestras letras del desamor? Y no desde la sentimentalidad ni la añoranza, sino desde el odio y la venganza, perfectamente humanas y legítimas si uno se sustrae de la dictadura moral católica.

-Por practicidad: el desamor da mucha más opciones a regodearte. Da más posibilidades de crear e interactuar que no la felicidad. Aunque es mi opinión. Es mi mierda.

-Ha pasado más de una década desde que surgisteis. El 80% de los integrantes de la banda ha cumplido 40 años, y es inevitable que ya no seáis los mismos individuos en lo personal. ¿Os reconocéis en los primeros Punsetes, los de El secreto de tus coletas

-Vagamente sí. El recuerdo es entrañable, y eso pesa mucho.

-Última cuestión: ¿hablo con el grupo de cabecera de Cristina Morales? (última Premio Nacional de Narrativa por Lectura fácil

-No me consta. Pero me gustaría.