Jay-Jay Johanson

Piano y teclados: Erik Jansson

Teatre Principal de Palma

Miércoles 25 de septiembre

**1/2

JOYAS Y RELLENOS

Arranca el concierto con The girl I love is gone, del multialabado Whiskey (1997). Luego, Not time yet, del postrero Kings Cross (2019). Veintidós años de distancia en una conexión de suspiro que acabó siendo significativa.

Los veinte primeros minutos de actuación podían llevar a la catarsis, pero después se imponía una sensación de recurrencia, sólida y gruesa como el Muro de las Lamentaciones, como un orgasmo laaaaargamente fomentado. Porque desbrozadas las canciones del armazón de su producción original se evidencia la economía de recursos melódicos y compositivos del sueco. ¿Estilo o carencia? La interpretación monocorde, estática y sin ademanes, no aportaba singularización. Cómo se agradece a veces un aspaviento en un escenario.

Jay-Jay Johanson es a día de hoy una buena media letra, pero no ha llegado a gigante. Sus canciones y su sensibilidad funcionan. Son intuitivas: elementales en el sentido más positivo del término, de melancolía simplemente redonda, diestras en su camino recto hasta la emoción y por tanto muy accesibles. Pero repetitivas. Hubo temas que sonaron a versiones de otros escuchados minutos antes. Y como el directo nunca engaña, la voz no ayudó: correcta, eficazmente ajustada pero no virtuosa, cumple en la afinación pero no está dotada para volteretas o adornos (el mismo artista se autodefinió en una entrevista a este diario como “compositor, arreglista y productor y no tanto como cantante”).

El concierto ofreció tanto joyas como rellenos. Hubo embeleso (So tell the girl that I'm back in town, Heard somebody whistle, Skeletal, Rocks in pockets) pero también repertorio de picadillo. Obviamente, su estándar de emotividad, aun afable y asequible, es ideal (en los 90 se quiso ver como autoral e inimitable), pues este país atrasado cree verlo en el sonrojante Alborán o cualquier llorica de ese Chernobyl para los oídos que es Operación Triunfo. Al final, Zappa y Elvis sonando por los altavoces mientras Johanson se pasea por platea dando la mano a todo el que quiera. Como dijo Seb: sería un gran DJ.