El globo sonda es el recurso de los mediocres para prever el error, y ojalá la peregrina idea de Cort de cargarse la carismática hamburguesería Alaska sea un torpe tanteo. Lo ha anunciado Irene San Gil, teniente de alcalde de pomposa denominación (Funció Pública i Govern Interior), y el argumentario apesta a inconsistente: hay que “poner la plaza en valor” (¿qué significará tal eufemismo relamido?) y es inconcebible que el bar no tenga baño para minusválidos (¿no bastan todos los que hay en escasos 50 metros a la redonda?). La réplica, sencilla: en el primer mundo, no reconocer los elementos con carácter de una ciudad invalida a un gestor de por varias vidas.

“Poner en valor” suena a “queremos que la plaza avance en su pijización”. Víctor Lenore lo explica en su Indies, hipsters y gafapastas: las ansias burguesas de modernidad derivan en provincianismo cateto al adular el poder adquisitivo por encima de todo. En cuanto al otro argumento, no hay ninguneo al colectivo en afirmar que la excusa del baño es menos que válida; sí es ofensivo utilizar a los desfavorecidos para justificar un sinsentido. El exceso buenista en las leyes define a las sociedades actuales, que crean problemas donde no los hubo en siglos. Como diría aquel, sociedades llenas de señoritos desinfectados que pretenden convertir una ciudad en dibujos animados. En una guerra legislarían para obligar a los soldados a sonarse con clínex.

En la declaración institucional no ha faltado la referencia contra las terrazas, en línea con su incoherente demonización actual. Las buscamos en todo viaje pero parece impensable instaurarlas aquí. En adelante, el futuro Gamonal de la plaça del Mercat solo necesitará ruido mediático. En este mundo 3.0 el origen y el final de las polémicas sigue siendo el mismo: un titular. Nada mejor para cuajar la indignación popular y como laxante para políticos, que reaccionarán no por iniciativa propia sino por empujón mediático. Hoy, las manifestaciones no sirven para nada, por muy masivas que sean. Todo sigue empezando y acabando en los medios, y su crisis está en no querer saberlo. Acicálense y saquen sus mejores plumas para hablarnos de esa clase política inepta que no sabe que el Alaska debería ser intocable.