“En Radio 3 tienes que poner calidad, y la calidad no le gusta a millones de personas”

La emisora Radio 3 es reconocida unánimemente como el mejor escaparate cultural de los medios de comunicación españoles. Así lo reconoció el ministerio de Cultura en 2009, al otorgarle la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Sus profesionales cubren tradición, actualidad y futuro de cualquier tipo de música, nacional o foránea, estando igualmente atentos a cualquier tema (literatura, arte, cine, tecnología, sociedad o videojuegos) que sea noticiable o pueda ser interesante para el oyente. Su filtro es solo uno: la calidad en cada respectivo campo. Virginia Díaz es uno de los rostros más conocidos de la radio: presentadora, productora y subdirectora del clásico televisivo Los conciertos de Radio 3 Los conciertos de Radio 3(12 años en antena), también conduce en las ondas el programa matinal 180 grados, de lunes a viernes a las 11 horas. El pasado viernes estuvo pinchando en la sala Cultura Club.

–¿Por qué un programa como Los conciertos de Radio 3 no se emite, no necesariamente en Los conciertos de Radio 3prime time

–Es algo que se está peleando sin descanso desde 1998 con Paco Pérez-Bryan, director de entonces y quien propuso la idea, hasta la directora de hoy, Lara López. Es imposible. Ahora estamos grabando especiales de una hora: hicimos uno con Amaral, acabamos de grabar otro con Pedro Guerra, y queremos tener a Sidonie y Vetusta Morla. Pero ni aun así: el de Amaral lo pusieron a la 1:30. Pese a ser una televisión pública, a TVE le interesan los datos de audiencia.

–¿Por qué Radio 3, con el reconocido prestigio que tiene, no es un medio generalista, masivo, omnipresente y generador de tendencias?

–La única explicación es la audiencia. Pero es un círculo vicioso: no se puede tener audiencia si lo pones a la una de la madrugada. Ahora tenemos la suerte de que lo cuelgan en rtve.es durante una semana, pero aun así el margen que nos dan es mínimo, a pesar de ser un programa de producción propia y en el que los que lo hacemos no cobramos por ello.

–¿Sería aplicable lo de “la sociedad no está madura” para tener una radio y televisión públicas como la moderna y alabadísima BBC [la corporación celebró recientemente su 75 aniversario]? Porque aún existe el automatismo “si suena en Radio3 es sólo para alternativos, raros, para una minoría”.

–Tal vez sea un tópico cierto, porque es una simple cuestión de educación. En Estados Unidos o Inglaterra sí funcionan los programas de este tipo. Y es cierto que ese automatismo aún existe. A veces parece que no puedes poner a Coldplay porque es Radio 3. Si estás en esta radio tienes que poner calidad, y otra cosa es que la calidad le guste a millones de personas.

–¿El problema está en el concepto de “alternativo” y el matiz peyorativo que se le da en España? Da la impresión de que aquí, figuras como Amy Winehouse, Pete Doherty o Arctic Monkeys serían “alternativos”, cuando en Inglaterra ocupan la primera línea de lo popular tanto en la calle como en los medios.

–Exacto. Un ejemplo: por lo visto, en Inglaterra, Kasabian es el equivalente de El Canto del Loco. ¡Más quisiéramos tener en España a un grupo así a ese nivel de popularidad!

–Como periodista musical, tengo una teoría: a principios de los noventa hubo en España una explosión musical extraordinaria en número, calidad y diversidad que nos puso al nivel de cualquier país y de la que no se enteró casi nadie. Y que esa enorme riqueza y ese gran desconocimiento están aún vigentes hoy. ¿Estás de acuerdo?

–Totalmente. Hoy en día hay una escena extraordinaria, muy buena, pero no tiene manera de mostrarse. Las discográficas están mal, no firman contratos y no existe otro medio que no sea Radio 3 para darse a conocer. Ni teles ni revistas. Al menos ahora, está internet.

–¿La principal redefinición que sufrió la radio con la llegada de internet es que perdió gran parte de su función primordial como “descubridora”?

–Nunca he comulgado con esa función “descubridora”. Sólo somos un filtro. A menudo me dicen que soy “prescriptora” [investigadora y creadora de opinión, término muy utilizado en el ámbito musical anglosajón], pero sólo soy una persona que selecciona música con un criterio que coincide con el de la mayor parte de la gente que escucha el programa. Yo no descubro nada. También estoy harta de que digan que en Radio 3 ya no “hacemos grupos”. ¿Qué es “hacer un grupo”, ponerlo insistentemente? Sólo consigues que la gente se canse de ese grupo. Nosotros empujamos y apoyamos, pero “descubrir” me parece un poco pretencioso.

–(interviene Toni Pla, mánager de Díaz) Virginia es una selectora: se sienta y, sin tener nada preparado de antemano, pone la música que a ella le gusta. No engaña a nadie. Es como la sinceridad de los años 80. Selecciona lo que le emociona, y por ello 180 grados es el programa que tiene más audiencia global, por esa honestidad. Vive cada canción con pasión.

–(V. Díaz) A día de hoy no pongo ninguna canción que no me guste. ¿Qué podría contar de ella si no fuera así?

–Las crónicas de grandes conciertos de la prensa generalista suelen ser tan positivistas y acríticas que parecen escritas por el club de fans. ¿Indican que el periodismo musical escrito está en un mal momento?

–Hace años que dejé de leer críticas de conciertos porque parecía que hablaban de un concierto en el que yo no había estado. En Madrid se ve mucho que el periodista de turno sólo está en dos canciones y luego se larga. Supongo que el problema está en que la música no interesa. En Radio 3 tenemos a Carlos Galilea, colaborador también de El País, que es conocido por documentarse muchísimo y por hacer unas crónicas muy trabajadas, y dice que hay cosas que lee en las que se ve claramente que la persona que lo ha escrito no tiene conocimientos de música.

–Pero no es sólo cuestión de conocimientos, sino también de enfoque. La crónica de Fernando Neira para El País

–Es por lo mismo: porque la música no importa.

–En televisión hay una tiranía evidente del físico. ¿Cuáles son las tiranías en la radio?

–Absolutamente ninguna. Al menos en Radio 3. Como máximo alguna vez te dicen “Oye, este grupo necesita algo de ayuda. ¿Podrías ponerlo?”. Y siempre sabiendo que musicalmente encaja con tu programa.

–¿Ni siquiera tiranías pequeñas, como aquella clásica de que en radio no se pueden poner canciones de más de seis minutos?

–Ni esa. Por ejemplo, pongo la versión del álbum de How deep is your love?, de Rapture, que son seis minutos y medio, aunque ya existe una versión editada.

–¿Podrías dar un calificativo al ERE que hubo en Radio 3 en 2007-2008?

–En algunos casos fue necesario y en otros fue irracional. Se fue gente que realmente no estaba haciendo nada, pero se llevó a otros que estaban haciendo cosas. Por ejemplo, a Chema Rey y su Bulevar, que hacía un trabajo chapeau.

–A menudo se habla del “funcionariado” en Radio Nacional.

–Es cierto. En el fondo, es como una administración pública. No es un reflejo de Radio 3, donde somos cuatro gatos que curramos una barbaridad, pero en todo el ente sí ha habido gente que llevaba mil años sin hacer nada que se ha ido con una buena pensión. Aparte de eso, sí me pareció injusto en el caso de Chema o de Jesús Ordovás, gente que lo vive mucho. Los periodistas musicales son como los deportivos: se dedican a ello por pasión.

–¿El Premio Nacional de Músicas Actuales –recién otorgado a Santiago Auserón–es más un tipo de Oscar honorífico, un reconocimiento a toda una carrera, que un galardón para alguien destacable por su actualidad y/o influencia contemporánea?

–El primer disco que me compré, a los doce años, fue La canción de Juan Perro. Radio Futura es uno de los grupos españoles que más me han gustado de toda la vida, pero es cierto que es un premio más honorífico que otra cosa. Juan Perro, a día de hoy, no está influyendo en nada.

–¿Existe “el mejor grupo de pop del mundo”, un titular recurrente en la prensa?

–No, es imposible. Es como cuando te preguntan cuál es tu grupo favorito. Depende del momento, del mes, de la época. Hace años, cuando vi a Pearl Jam en directo, salí diciendo “¡es el mejor grupo del mundo!”. Pero luego vas a ver a Wilco y piensas lo mismo. Es más fácil decir cuál es el peor grupo del mundo.

–¿Por qué has añadido el traqueteo de la carretera a la tranquilidad del estudio de radio?

–Ha sido casual. La primera vez que pinché fue en 2004 ó 2005, por culpa de Pau, de La Habitación Roja; después en el Wild Thing, en Madrid, porque era de unos amigos. Me flipa pinchar, me encanta.

–¿Tus sesiones son una mera extensión de 180 grados

–Meto discos en función de lo que le vaya gustando a la gente. No tengo una selección previa fijada. Si gusta lo que estoy poniendo, sigo por ese camino. Pincho las canciones que pongo en el programa pero también, como en la radio a menudo pongo música súper novedosa, intercalo canciones que la gente conozca, clásicos de toda la vida: The Cure, Smiths, Ramones, AC/DC, Beastie Boys... A las seis de la mañana lo que quiere la gente es bailar.

–(Toni Pla) Virginia recupera lo que se perdió con Sonotone: que el DJ baile y le dedique lo que pincha a los que bailan con él. Trasmite la felicidad de ponerlas. DJ Amable [otro representando de Pla] últimamente está inquieto porque se da cuenta de que todo está cambiando respecto a cómo mezclar las novedades. Si eres DJ residente hay que saber cómo meterlas para que la gente las vaya leyendo, y no es cuestión de sólo un día. Es lo que hacíamos en Sonotone: poníamos las canciones y las dejábamos terminar. Porque las canciones indies hay que dejarlas terminar. Hay que recuperar la honestidad desde la cabina del DJ.

–¿Hay entonces una vieja escuela a la hora de pinchar?

–Ni idea. Depende más del sitio y de la hora. A las dos del mediodía no puedes meter un tema muy bueno de Wilco.

–¿Estás al tanto de la polémica local respecto al mallorquín L.A. y su Heavenly Hell

–Eso pasó a nivel nacional con Vetusta Morla. Llenaron La Riviera, metiendo a 3.000 personas, y de repente ya no molaban. Igual pesa que L.A. haya sacado el último disco con una multinacional. A la gente le cuesta mucho extrapolar y decidir por sí misma si un disco es bueno. He podido oír dos canciones nuevas y no me han sonado para nada a Heavenly Hell. Son muy intimistas, diría incluso que poco vendibles.