Tal como indica el artículo anxiety disorders in children and adolescents: aetiology, diagnosis and treatment publicado en el British Journal of Psychiatry en 2016 los trastornos ansiosos influyen mucho en el funcionamiento social y académico del niño y en un porcentaje importante de los casos se acaban manteniendo cuando este llega a la edad adulta. Por ello es recomendable conocer sus posibles causas y así actuar ante ellas en la medida en que sea posible.

La aparición de trastornos ansiosos en niños se relaciona con aspectos biológico-genéticos, aspectos de la personalidad del niño y aspectos del entorno, en especial en el tipo de relación con los padres.

Con respecto al aspecto biológico-genético el hecho que los padres hayan padecido un trastorno ansioso o depresivo es uno de los factores predisponentes.

De los aspectos de la personalidad del niño, los rasgos que se han identificado como los más asociados a trastornos de ansiedad son una personalidad tímida o aprensiva durante la primera infancia.

En cuanto al entorno, hay que valorar el nivel de estrés ambiental y el tipo de relación con los padres. Específicamente tiene una gran repercusión el estar expuesto a cualquier situación que produzca malestar a nivel social ya sea en la escuela o en el grupo de amigos. A nivel de la relación con los padres, hay algunos comportamientos de estos que también contribuyen a la aparición de un trastorno ansioso. Se ha demostrado que los hijos de padres muy controladores , muy sobreprotectores, muy permisivos o que ofrecen poco apoyo, tienen más probabilidad de padecerlo.

En cuanto a los tratamientos efectivos, destacamos la intervención psicológica y entre ellas la más conveniente es la terapia cognitivo-conductual individual. Esta consiste entre otras cosas, en dotar de herramientas al paciente para que se enfrente a los pensamientos improductivos, pero también en asesorar a los padres y a la escuela sobre cómo hacerle las tareas gradualmente para que sean menos estresante. También resulta efectivo el tratamiento psicofarmacológico mediante la administración de algunos tipos de antidepresivos. Estos efectos se incrementan si combinamos los fármacos con terapia psicológica.

En opinión del Dr. Carbonell esto refleja una vez más la importancia de la intervención temprana en el niño y adolescente. La puesta en marcha de una estructura que involucre tanto al pediatra como a la escuela, a los padres, al psicólogo y al psiquiatra si fuera preciso, es sin duda la estrategia más efectiva. Una vez puesto en marcha este network los beneficios a largo plazo están garantizados.

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