Cuando se viven situaciones estresantes, como la actual, las personas podemos sentir que no tenemos bajo control nuestra vida, afectando a nuestro estado emocional. Esto puede causar “fatiga o sobrecarga emocional”. Es decir, un estado emocional que aparece cuando el entorno es estresante y la persona no tiene los recursos o la capacidad suficiente para cambiar las circunstancias. Como cuando estiramos una goma elástica durante mucho tiempo y al final pierde su forma original.

Algunos de los motivos por los que puede aparecer son trabajos que implican mucha responsabilidad o que necesitan un sobreesfuerzo físico y emocional, situaciones de estrés prolongado, cambios bruscos de rutina, pérdida de un ser querido, enfermedad, ...

Los síntomas que nos avisarían de la sobrecarga emocional son el bajo estado de ánimo, la falta de energía, la irritabilidad o la dificultad para concentrarse. En casos más graves, puede aparecer ansiedad, miedo, angustia, insomnio e incluso no te sientes bien con otras personas.

Si la situación de fatiga o sobrecarga emocional se prolonga, la persona puede llegar a desarrollar depresión. Por lo tanto, se disminuyen las emociones positivas, entrando en un bucle de malestar que nos puede causar un estado de ánimo depresivo.

En opinión del Dr. Carbonell, ante esta situación se recomienda acudir a profesionales de la salud mental para que nos ayuden a gestionar el estrés y nuestras preocupaciones.