HISTORIA URBANA

Érase una vez en Rehavia

Thomas Sparr cuenta en Grunewald en Oriente la historia intelectual de la Jerusalén germanojudía a partir de los exiliados alemanes

Thomas Sparr. NEW BOOKS

Thomas Sparr. NEW BOOKS / Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Hay libros que uno empieza a leer sin ser del todo consciente de hasta qué punto puede llegar a interesarle lo que cuentan. Aunque de algo estaba advertido, me ha pasado con Grunewald en Oriente, de Thomas Sparr (Hamburgo, 1956), que trata de la historia de un barrio de Jerusalén y de infinidad de cosas más. Rehavia, o también la Llanura de Dios, nació bajo el Mandato Británico de Palestina, cuando una tercera oleada de inmigración judía procedente de Europa allanó el camino para el futuro Estado de Israel. Era una ciudad jardín basada en el modelo centroeuropeo que tenía por objeto proporcionar el espacio para que los inmigrantes sionistas se hicieran con un hogar en Oriente Medio, en un lugar que estaba, por un lado, lleno de significado histórico pero, por el otro, aún vacío de lo que consideraban cultura.

En 1921, la compañía de desarrollo de Tierras Palestinas compró el solar a la Iglesia Ortodoxa Griega. Un año después, el Fondo Nacional Judío encargó al arquitecto alemán Richard Kauffmann su planificación. Una escuela secundaria, la Sinagoga Yeshurun y la Casa de las Instituciones Nacionales, sede de la Agencia Judía, fueron los primeros hitos del barrio. La arquitectura se inspiró en el estilo internacional y su edificio central fue la biblioteca que Erich Mendelsohn creó para la colección de libros de Salman Schocken. El conocimiento de la historia política, cultural y económica de Rehavia se debe a académicos israelíes y alemanes como David Krojanker, Ines Sonder y Christian Kraft, cuya investigación creó el marco y los antecedentes materiales para las incursiones de Sparr en la vida intelectual del actualmente lujoso barrio de Jerusalén.

Thomas Sparr, en la actualidad editor de la berlinesa Surhkamp, llegó a Israel en 1986, tras haber reunido y publicado la correspondencia de Gershom Scholem con su madre. Como él mismo cuenta se zambulló en un mundo que todavía estaba marcado por conversaciones rigurosas sobre filosofía y literatura y por un grupo de personas bien vestidas, educadas y de alguna manera un poco fuera de sitio: los yekkes, judíos de origen alemán, quienes desde hacía tiempo se preparaban para enfrentarse al desafío de una nueva vida en Palestina –los primeros por convicción, los que llegaron después como consecuencia de la persecución nazi–, pero no estaban dispuestos a renunciar a sus hábitos de lectura, estudio, o a juntarse para debatir en los cafés. Pese al ideal sionista de crear «nuevos judíos », hombres y mujeres en una nueva tierra lejos de la suya, aquellos inmigrantes y sus descendientes conservaron en medio de las tensiones sociales su estilo de vida urbano y construyeron una especie de arte total (gesamtkunstwerk) fragmentado que combinaba su amor por la literatura y la música con la añoranza de un pasado irrecuperable, y hasta con la buena intención de crear un futuro para todos. Las buenas intenciones, ya se sabe, no siempre bastan.

Tomando Rehavia de morada de la intelectualidad centroeuropea exiliada, Sparr utiliza Grunewald en Oriente como una oportunidad para destacar las obras y las vidas de numerosos escritores, poetas y académicos aclamados en una era pasada. Lo hace con un buen pulso narrativo sin cansar al lector con información superflua. El libro es, de hecho, un tesoro de anécdotas, descripciones e incluso chismes que van adquiriendo interés según avanza la lectura. Una tercera capa, aunque más delgada que la que corresponde a la Jerusalén germanojudía, la proporciona la literatura hebrea moderna, la atmósfera y los residentes del vecindario. Cosidas las tres componen un entretenido y agradable edredón.

Grunewald en Oriente, que ve ahora la luz traducido al español gracias a la editorial Acantilado, se halla en la intersección del nacionalismo judío, el colonialismo británico, la historia urbana y el exilio de la razón de Europa Central: una historia melancólica sobre una huida forzada con un comienzo trágico pero sin un final claro. Como resultado el lector se encuentra con un retrato colectivo de un extraordinario barrio –la referencia en el título a Grunewald, el exclusivo quartier berlinés del frondoso bosque– y de un mundo desaparecido. Escribe Sparr: «Rehavia está trazada como una red, pero su historia no se puede contar de manera simétrica y en líneas rectas. Su modelo se asemeja a un zigzag, hilos rotos que corren paralelos o vienen a anudarse en algún momento…».

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