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Mujeres africanas y tradición

Narraciones que ayudan a soslayar el yugo masculino

Sira Mori Diabate.

Sira Mori Diabate. / YOUTUBE

Vicente E. Montes Nogales

Con frecuencia se relaciona la tradición africana, no sin razón, con el yugo que impide a las mujeres liberarse del dominio masculino, sin embargo, en ella también hallan refugio y un modo de expresión de sus sentimientos. Por ejemplo, las mujeres songayszarmas de Níger recurren a una gran variedad de proverbios para criticar a su marido o a su suegra y para elogiar a los seres que aprecian mientras machacan el mijo. También los emplean para manifestar su enojo ante determinadas obligaciones sociales que deben acatar y para evadirse del esfuerzo que supone levantar, durante horas, un majador cuyo peso supera los cinco kilos.

De igual modo, en el Sahara meridional encontramos llamativas manifestaciones de las emociones en el género tebrae, que consiste en breves poemas de dos versos mediante los cuales las mujeres moras del desierto expresan su ánimo y sus impresiones acerca de lo que les rodea. En su origen, estas composiciones estaban hechas para ser cantadas, con o sin música, y su duración se limita hoy a unos pocos minutos o se prolonga, ya que cada unidad poética puede combinarse con otra o repetirse varias veces, recorriendo toda la temática del amor, de lo profano a lo místico. Asimismo, algunas clases de canciones han sido y son patrimonio femenino. Los cantos nupciales de África occidental sugieren a las futuras esposas la vida que les espera con su marido y ciertas dificultades que deberán superar.

Las mujeres son igualmente excelentes narradoras de cuentos. En Benín, informa la contadora Agnès Agboton, las mujeres narran mejor que los hombres y conocen mayor número de relatos. Según esta popular contadora, las beninesas abordan temas variados y se muestran más conciliadoras que sus compañeros, son más tolerantes y censuran, en todo caso, las malas conductas de ambos sexos. También el contador camerunés Boniface Ofogo ha dicho en varias ocasiones que mientras los varones de su aldea prefieren los relatos en los que abundan las peripecias y que exaltan el atrevimiento, la acción física y la fuerza, las ancianas recuerdan públicamente la sabiduría de los personajes, como la de la tortuga. Si tenemos en cuenta la función instructiva de los cuentos en las sociedades africanas, como en otras muchas, las mujeres desempeñan una gran labor en la educación de los miembros de la comunidad.

Las griottes, verdaderas narradoras y expertas en el canto, ponen de manifiesto cada día en algunos países de África occidental la evolución de su arte. En la actualidad se han convertido en las grandes divas de la canción, pero no ha sido sin esfuerzo y sin superar obstáculos. Recuperando las baladas tradicionales, han sabido adaptarlas a los nuevos tiempos y en ellas no solo tratan asuntos amorosos, sino que también reivindican los derechos que les corresponden. Así, la maliense Sira Mori Diabaté reclamaba en su primer gran éxito Sira la facultad de la mujer para casarse con el hombre que amase. Fanta Sacko, cuya voz fue reconocida internacionalmente, llegó a cantar ante el presidente de la República de Malí, pero su carrera musical, según algunos investigadores, concluyó a mediados de los años ochenta del siglo XX porque los músicos más conservadores habían ridiculizado su repertorio.

Si bien la tradición ha servido frecuentemente a los varones para someter a las mujeres africanas, a ellas, las composiciones transmitidas de generación en generación les han inspirado nuevos temas que afloran en las baladas y en las ricas literaturas femeninas que produce el continente africano, mediante las que exigen el protagonismo que merecen en las sociedades del siglo XXI.

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