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Intriga

Una mujer abandonada

Vestido negro y collar de perlas, la novela de espionaje de Helen Weinzweig que activa un surrealista juego de espejos y sombras

Helen Weinzweig. WIKIPEDIA

Vestido negro y collar de perlas es un atractivo juego de espejos y de sombras surrealista de Helen Weinzweig (1915-2010), definido por Sarah Weimann como una “novela de espionaje del mundo interior feminista”. Trata de una mujer de clase media de Toronto, Shirley, casada y con dos hijos, que ha renunciado a su papel de madre, cuyas relaciones amorosas clandestinas con un hombre llamado Coenraad transcurren en medio mundo. Este último trabaja para una agencia de espionaje estadounidense y proporciona a Shirley información de donde se encuentra –Kyoto, Tikal, Barcelona, Montreal, Escandinavia– a través de una serie de pistas en la revista National Geographic, que solo ella puede descifrar.

La novela, que publica la editorial Muñeca Infinita nos permite también descubrir a una autora tardía y singular, comienza con un primer error de descodificación de la protagonista. Ha volado a Guatemala para una cita con Coenraad que no se ha materializado. “La noche llega de sorpresa en el trópico”, así arranca la historia. “No hay crepúsculo, ni preparación para la desaparición de la luz”, prosigue. Shirley regresa de mala gana a Toronto, su ciudad natal, donde empieza a revivir una infancia atormentada. La búsqueda de su amante la conduce por grandes almacenes, museos y restaurantes, vaga dentro y fuera de los escenarios de su niñez inmigrante empobrecida, desplegando una imaginación hiperactiva y un estado de ánimo frenético. ¿Coenraad está en peligro? ¿Muerto? O peor, la ha abandonado?

Shirley acepta el papel de víctima en la relación con los hombres. El hombre invisible, el espía, es también aquí una mujer invisible, por su edad y su vida anodina. Se ve a sí misma débil y tímida, visiblemente ignorada, cuando no está en compañía de su amante. Él pasa desapercibido. Gajes del oficio, es un maestro del disfraz. La tarea de descifrar los códigos y reconocerlo entre la multitud le corresponde a ella. Y no siempre sale bien.

Cualquiera se podría preguntar qué tiene de feminista este tipo de resignación, a no ser que se trate simplemente de explorar la alienación humana.

Al igual que ocurre en Dos damas muy serias, la novela de culto excéntrico de Jane Bowles, una mujer al límite se deleita en su propia lógica absurda y la perversidad chiflada que le rodea. La atmósfera de la novela, y ese puede que sea uno de sus principales logros, está impregnada de conspiración y una paranoia sombríamente cómicas. Es el mecanismo resquebrajado de la mente de Shirley el que atrae la atención del lector a medida que el personaje deambula y con él se disparan las divagaciones. En uno de sus paseos, esperando a Coenraad, que quizás nunca aparezca, llega a la conclusión de que los actos de compañerismo solo se producen durante los bombardeos o los ahorcamientos públicos.

HELEN WEINZWEIG. Vestido negro y collar de perlas. Traduc. Vanesa García Cazorla. Muñeca Infinita, 208 páginas, 18,95 €.

HELEN WEINZWEIG. Vestido negro y collar de perlas. Traduc. Vanesa García Cazorla. Muñeca Infinita, 208 páginas, 18,95 €. Luis M. Alonso

Está muy bien escrito este libro de Weinzweig, emigrante en Canadá de origen polaco, casada con uno de los músicos más importantes del país y que empezó a publicar cuando ya había cumplido 58 años. Helen Weinzweig es autora de una colección de cuentos y de dos novelas. Un componente atractivo de la lectura de “Vestido negro y collar de perlas”, la segunda de ellas, radica en el humor mordaz, la trama sutil y rápida, y en la destreza con la que la autora hace juegos malabares con los personajes, las escenas y los conflictos que van surgiendo durante el decaimiento difícil de clasificar que se produce en la mente de una mujer de mediana edad inteligente, apasionada, subestimada e impredecible que intenta lidiar con sus sueños frustrados y sus frustrados deseos. La prosa en esta historia encierra el angustioso desencanto del ser abandonado, y obliga a sumergirse al lector en la propia extrañeza del personaje que lo acompaña a lo largo de las páginas. La soledad y el anhelo de Shirley son evidentes en cada conversación y acción aparentemente sin sentido: parece dejar de existir incluso cuando se le habla, lo que hace que los encuentros con el agente secreto, su amante, resulten aún más vitales. Los códigos que este envía pasan a ser vistos como un signo de esperanza falso, algo adolescente, para evitar que ella caiga en el olvido de la insignificancia. Vestido negro y collar de perlas no ha envejecido, a estas alturas bien es un hallazgo o merece una revisión. El peligro de la soledad insignificante es tan terriblemente significativo en estos momentos como lo fue hace 35 años a merced de las aparentemente apacibles vidas domésticas suburbanas de ciertas comunidades anglosajonas de clase media.

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