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Cómic

El héroe del pueblo

Maravilloso tomo que recopila varios episodios del Capitán América dibujados por Chris Samnee. Y que se redondea con otra miniserie a cargo de Leonardo Romero

El héroe del pueblo

El Capi siempre ha sido uno de los grandes arquetipos de Marvel. No tanto un verdadero personaje como un receptáculo, un espacio donde depositar metáforas del sueño americano. En ocasiones eran mensajes críticos, con la mentira del Watergate, con los políticos corruptos, con los populistas que desean engañar al pueblo y privarle de sus derechos... Ha ido cambiando con los años, hasta desdibujarse tanto que cuesta reconocerlo, adoptando personalidades tan variadas como pintorescas. Pero cuando algún buen guionista vuelve a hacerse cargo de él ya sabemos qué se puede esperar: un héroe que, sin ser el más poderoso, representa la esperanza, la firmeza de unos ideales que no admiten la rendición ante el tirano.

Esta enésima recuperación plantea un retorno a las esencias, con un Rogers paseando por los Estados Unidos y reencontrándose con el pueblo. Se trata de reconectar y devolver a la gente la fe en un futuro mejor. Ese planteamiento inicial de repente se olvida, hay un episodio de transición con Kraven, uno de los innumerables «resucitados» de Marvel, y la trama se transforma en otra de viajes en el tiempo y futuros alternativos. En realidad es una variación de la melodía inicial. La gente sufre bajo el peso de una dictadura y nadie cree que el Capitán pueda arreglar esa situación. Como suele ocurrir en estos casos la solución pasa por la clásica paradoja temporal y el regreso al pasado. La segunda parte del volumen nos devuelve a un futuro donde los descendientes del héroe (hijo y nieto) están atrapados en una situación sin salida que requiere tomar medidas desesperadas. Como asociarse con el malvado Cráneo Rojo, también resucitado para la ocasión.

Los guiones corren a cargo de Mark Waid que, como siempre, entretiene y poco más. Carece de la chispa de los grandes (Ennis, Kirkman...) pero también de pretenciosidad. Al menos no se pasa de listo, así que no me quejo. Obviamente no estamos hablando de este recopilatorio por su argumento sino por el grafismo, a cargo del increíble Samnee. Como ya he apuntado, Romero dibuja la segunda parte con su frescura habitual. Y aparecen como firmas invitadas varios famosos, de Ordway a Chaykin pasando por Alan Davis, que despachan algunas páginas. Pero es que Samnee juega en otra liga. Sus personajes tienen una fluidez, un encanto muy particular. No solo son heroicos, también resultan simpáticos. Como siempre, da una lección de entintado sintético y composición narrativa en cada viñeta, en cada página. Coloca sus masas negras a la perfección y además se empareja con coloristas que saben sacar el mejor partido de su dibujo. Todo es claro y ligero. Sus secuencias de acción son de una inventiva deslumbrante, como prueba la doble con el duelo a espada. Las páginas de Samnee nos recuerdan el aspecto que debería de tener todo cómic. Sin nada que estorbe a la historia, todo al servicio de la narración.

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