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Ecología

Con el clima en los talones

Crónica de una muerte asustada, anunciada y objetivamente irrebatible

David Wallace Wells. WIKIPEDIA

“El nuevo mundo en el que nos adentramos será tan ajeno al nuestro que bien podría tratarse de otro planeta distinto”, así nos delimita David Wallace-Wells el futuro cercano.

Ulpiano, el jurista romano de origen fenicio, dijo hace dos mil años que para que haya un futuro, hay tres normas que toda persona debe respetar, ¿cómo vivir en sociedad sin sacarnos los ojos? Vivir honestamente, no dañar al otro, y dar a cada uno lo suyo.

La mala noticia, es que estamos fuera de escala, nuestro modelo está miserablemente arraigado a miopías económicas ególatras: ¿hay un botín? ¡tonto el último! Así, no vamos a acabar bien. Salimos tímidamente de una pandemia para darnos de bruces con un intento grosero de recuperar el estado previo, aún siendo fallido. La burocracia es un predictor infalible de este suicido colectivo. Cuanto más tarda un ciudadano en poder hablar con un cargo político más claro está que la nave se hunde. Rodeados de vendehúmos, desarrolladores de soluciones tecnológicas para vender mejor y mejor por el menor coste, degustando algoritmos comerciales, el mercadeo campa a sus anchas. Ahora si no es “digitalizado” es obsoleto. Mediocre uso de la tecnología. “No es la tecnología, idiota. Es el uso que hagas de ella”. Petabytes de ego surcando las redes, metafóricos mitos cavernosos y ese bla bla bla que bloquea toda esperanza. La tékne, es «fabricación material», es la acción eficaz. Y hoy, parece ciencia ficción. Apenas medio siglo en dilapidar hidrocarburos para especular con un sistema metabólico enfermo con cordilleras de basura plástica y dióxido de carbono para parar un tren. No lo digo yo, lo expone el periodista David Wallace-Wells.

El planeta inhóspito: la vida después del calentamiento es un nuevo grito ante el lobo, y el grito dice que llegamos tarde “El nuevo mundo en el que nos adentramos será tan ajeno al nuestro que bien podría tratarse de otro planeta distinto”.

Estamos creando un planeta inhóspito, las evidencias científicas son 2+2=4. ¿Y ahora? Golpe de timón radical, estamos con el clima en los talones. Seguir en el abuso grosero de la tecnología como herramienta de explotación y codicia acentúa el inevitable colapso ecosocial. El libro dibuja las crisis asociadas (caos, calor, hambruna, incendios, falta de agua potable, océanos moribundos, contaminación del aire, plagas, colapso económico, etc.). Las consecuencias ya han empezado, y mirarlas no evita su efecto. Poner optimismo en la tecnología, evitando lo colateral es irrisorio. Modificar nuestro sistema actual de producción y consumo por uno completamente descarbonizado, sólo es real si asumimos catástrofes en cadena. Decrecer no basta. Colapsar no es una elección, es termodinámica. Celebrar el esfuerzo individual, olvidando el destino y desatino común es de sociópatas. No se puede bloquear el destino, debe afrontarse sin prejuicios. “Si permitimos que avance el calentamiento global, y que nos castigue con toda la ferocidad con la que lo hemos alimentado, será porque así lo hemos querido: descender juntos un camino suicida. Si lo evitamos, será porque hemos decidido seguir otro camino, y sobrevivir”

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