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Biografía gráfica

Un icono revisitado

La fascinante vida de Maria Callas mete de lleno la ópera en la novela gráfica

Páginas interiores del álbum sobre la Callas.

La soprano Maria Callas es una de las grandes leyendas artísticas del siglo XX y de la historia de la interpretación operística. Es llamativo como el paso del tiempo ha ido agigantando su presencia, de tal manera que sigue plenamente vigente para las nuevas generaciones. Estamos ante un icono que no ha perdido ni un ápice de su capacidad para llegar al gran público de nuestros días y, de manera continua, cada año hay nuevas iniciativas alrededor de su figura, bien sea en formato documental, biografías, obras de teatro o también reediciones continuas de sus grabaciones discográficas.

Grandes cantantes de ópera existieron y existen en abundancia, hitos del calibre de la Callas ahí ya cuesta más encontrar figuras de semejante magnitud. Evidentemente, no se asienta esta pervivencia sólo en su privilegiada voz, tan personal y por ello perfectamente identificable, ni en sus extraordinarias dotes dramáticas que la convirtieron en una cantante- actriz única que electrizaba al público de su tiempo, generando verdadera devoción entre una legión de fans que la defendía en sus grandes triunfos y en sus fracasos que la prensa de entonces agigantaba con fiereza.

Quizá para entender el fenómeno Callas deba sumarse a su trayectoria profesional, y mezclarse ambas, la vital, tan agitada, su lucha por destacar en el ámbito social internacional, que la llevó a la portada de los medios sensacionalistas de medio mundo, especialmente a partir de su tormentosa relación con Aristóteles Onassis. Estamos ante una mujer luchadora, que rompió moldes establecidos y esa forma de ser también es parte esencial de la fascinación que sigue teniendo para una audiencia que ya está muy lejos de lo que significó su eclosión p rofesional en mitad del siglo XX.

Este año, su vida es objeto de reivindicación por parte de la novela gráfica, gracias a un magnífico trabajo de la italiana Vanna Vinci que une la tumultuosa existencia de la Callas con la tragedia griega. Le viene muy bien, en este sentido, la vinculación de la artista con el rol de Medea y, con un tenso relato trágico reconstruye algunos de sus hitos biográficos, desde la infancia y su madre opresiva, pasando por su vida sentimental y algunas de las noches de ópera que ya forman parte de la historia. O su relación tan cercana y que acabó convirtiéndola en un personaje aún más refulgente, con Luchino Visconti, Pier Paolo Pasolini o Franco Zeffirelli.

En el libro la gloria y el dolor conviven como dos caras de la misma moneda y el coro griego lo conforman opiniones sobre ellas que se recogen por decenas de personalidades del mundo de la ópera, de la prensa, amigos cercanos, familiares, etc., en breves interludios que separan los capítulos que nos permiten apreciar en toda su grandeza el poliedro de una mujer asombrosa que despertaba adhesiones inquebrantables y odios furibundos.

Vincci, que no se considera una especialista en ópera, aborda la figura de la cantante con un objetivo preciso: “me parece emblemática desde el punto de vista de la cuestión femenina”. Hay, por tanto, reivindicación y esta es justa y ponderada. Poco a poco la novela gráfica puede ir entrando en el mundo de la ópera y la música clásica con fuerza. Ya hay otros trabajos en varios países y tanto la vida de los compositores como epopeyas líricas, como pueden ser las wagnerianas, son, sin duda, un mundo a explorar de enorme riqueza textual y gráfica.

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