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Literatura

El silbido apacible de Evie Wyld

El autor, colaborador de Bellver, se encontró con la escritora. Aquí el relato de esa conversación

Evie Wyld. ÁTICO DE LIBROS

Nacida en 1980 en Londres, Evie Wyld realizó numerosas visitas a Australia, donde vive su familia materna y se siente “Muy como en casa”. Su primera novela sobre dos hombres de generaciones diferentes, After the Fire A Still Small Voice (Jonathan Cape, 2009), ganó el premio John Llewellyn Rhys. El titulo pertenece al Primer Libro de Reyes y aunque sea atea, “Creo que la Biblia es un buen libro para referenciar y la cita [‘tras el fuego un silbo apacible y delicado’, Reyes 19:12] refleja cómo después de todo el drama las cosas suelen mejorar”. Su segundo tomo, Todos los pájaros cantan (Ático de libros, 2017), habla de una mujer que vive recluida en una granja de ovejas que aparecen muertas en una isla sin nombrar de Reino Unido y se alzó con el premio Encore. La idea surgió cuando “Unos terribles incendios forestales en Australia antes de los más recientes terribles incendios forestales en Australia” fueron provocados por algunos niños “Y pensé en los bomberos y en lo que desearían hacer si encontraban a esos chicos”. Wyld vio imágenes de bandadas de pájaros huyendo del fuego y “Me interesó esa idea de que algo que conocemos como hermoso se vuelva aterrador por la cantidad y la presión”. En 2013, la británica-australiana fue seleccionada por la revista literaria Granta entre una de las 20 mejores novelistas británicas jóvenes. “¡Lo supe mientras estaba preparando una sopa!”, recuerda. Ahora su última novela, The Bass Rock, ha ganado el prestigioso premio Stella. Cuenta la historia interconectada de tres mujeres de épocas diferentes a lo largo de varios siglos y explora las formas en que los hombres buscan subyugarlas y cómo ellas se defienden.

Me encuentro con Evie en una coqueta cafetería de Pecknham, Londres. Es la calle en la que ha vivido desde que tiene nueve años, afirma entre risas. A unos pocos pasos de distancia se encuentra Review, la librería especializada en literatura contemporánea que regenta desde hace un par de años, aunque ahora “Ya no estoy detrás del mostrador, sólo voy, me entrometo un poco y llevo el vino cuando hay una firma de libros”. Le digo que en el barrio debe ser una auténtica celebridad —“Sí, una muy local, literalmente sólo en esta calle”, murmura. Wyld me espera leyendo en una mesa de la terraza. Tiene los ojos azul claro y la tez blanca, y así como transcurre nuestro primer encuentro veo que es dicharachera, cálida, simpática y que no le importa reírse de ella misma.

Cuando era una niña entró en coma debido a un virus que amenazó su vida. Los médicos le diagnosticaron encefalitis viral aguda y permaneció en cuidados intensivos durante quince días. Finalmente se recuperó y no recuerda mucho sobre ese infierno, a excepción de que “Me hizo muy lenta y encontraba la escuela y las relaciones sociales muy difíciles”. Fue en el colegio donde tuvo que hacer una presentación a su clase. Eligió hablar sobre tiburones. Tenía una obsesión basada en el miedo debido a las historias contadas por pescadores sobre lo que acechaba bajo las oscuras aguas del río cerca de la granja en la que vivían su abuelo, tío y primo en Nueva Gales del Sur, Australia. Esa fobia fue el germen de su autobiografía gráfica Everything is Teeth que publicó en 2016 junto a su amigo e ilustrador Joe Sumner. Después del éxito de sus dos primeros libros, una novela gráfica puede ser una elección controvertida. “Mi estilo para escribir se basa en usar la menor cantidad de palabras posible para describir algo con precisión, pero hay algo que las imágenes pueden hacer que las palabras no pueden”, dice a modo de explicación.

En sus dos primeras novelas escribió con intensidad y exactitud sobre la masculinidad tóxica y el daño emocional. El pasado parece pisar los talones a sus personajes. Su último volumen es un catálogo complejo y trepidante de la violencia masculina contra las féminas. Sus tres libros están protagonizados por mujeres sometidas y maltratadas por varones. “Una chica siempre está pensando si tendría que cruzar la calle, si debería llamar a alguien si va andando sola y es tarde... Todas esas matemáticas succeden a diario en nuestra cabeza. Estamos constantemente pensando en el peor escenario”, dice Wyld antes de parar de hablar porque “Dos cositas muy dulces” salen de la cafetería. Son dos niñas pequeñas con vestidos blancos impolutos, casi celestiales. “Así es como entiendo la violencia. No son los grandes asesinatos, es una mujer que lee un libro en una terraza y un hombre se impone preguntándole, acosándole, qué está leyendo”, añade antes de tomar un sorbo de su café. Sin embargo, muchas mujeres parecen no reconocer el problema debido “A miles de años de patriarcado y al hecho de que es importante que los hombres nos controlen para que las cosas sigan siendo agradables. Se reduce a cosas bastante deprimentes. La iglesia tiene mucho que ver con eso porque es una forma de controlar a las personas”. Digo a Evie que mucha gente le diría que no son todos los hombres. Firmemente pero calmadamente termina respondiendo que, “De hecho, son todos los hombres y todas las mujeres porque está en el aire que respiramos, al igual que la homofobia o el racismo. Así es como se nos enseña a vivir”.

Wyld está también preocupada por el lugar de las escritoras en la industria. Si bien está de acuerdo en que es bueno que muchas de ellas estén ganando premios, sentencia que “Hay mucho por hacer” porque “No puedo imaginar que en mi vida me tomarán tan en serio como a un escritor”. En realidad, los premios “Importan porque es cómo se gana dinero para escribir el próximo libro”. Como también ha sido jurado de diferentes certámenes, no le importaría si sus novelas dejan de ganarlos porque “Realmente estás debatiendo si esta manzana es mejor que esta naranja cuando son frutas diferentes, pero están igual de buenas”. Añade riendo que “En una etapa realmente importante de mi vida, el comienzo de mi carrera, gané lo suficiente para poder dedicarme únicamente a la escritura”.

Como nuestra entrevista está a punto de terminar, le pregunto por los finales de sus obras. “Nunca planeo nada porque pienso en la página. Mientras escribo la historia, se desarrolla y voy conociendo a los personajes”, afirma siendo consciente de que muchos autores planifican antes sus obras. “Creo que lo que encuentro muy reconfortante cada vez que empiezo es que no sé lo que estoy haciendo y da igual. Con cada novela aprendes a escribir ese libro, pero nada más”. Antes de irme le pregunto si puede firmarme mi copia de Todos los pájaros cantan. Se sorprende al ver que es una primera edición en inglés de la que no se imprimieron muchos ejemplares. “Oh wow”, exclama, “¡No veo muchos como este! Un amigo, Darren, diseñó la portada”.

El silbido apacible de Evie Wyld

El silbido apacible de Evie Wyld Lluís Abbou

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