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Suspense social

El Marruecos más negro y cruel

Yashmina Khadra abre trilogía con La deshonra de Sarah Ikker con un comisario de protagonista

Yasmina Khadra. WIKIPEDIA

Yasmina Khadra, como ya es conocido, corresponde al seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehoul (Kednasa, Sáhara argelino, 1955), que lo adoptó en 1989 después de seis novelas con su nombre real, pues en aquellos momentos era comandante del Ejército argelino y se encontraba en plena guerra civil entre los antagonistas FLN y el FIS islamista. Después, el comandante Moulessehoul abandonó el Ejército en el año 2000 para dedicarse plenamente a sus novelas, traducidas a más cuarenta lenguas, donde nos muestra que es un gran conocedor de los bajos fondos de los países del Magreb y del terrorismo de raíz islámica fundamentalista.

En España se dio a conocer con la exitosa Trilogía sobre Argel publicada por Almuzara en 2005 y compuesta por las novelas Morituri, Doble Blanco y El Otoño de las quimeras. Después, abordó el retrato de las condiciones de vida y de la sociedad en los países en los que ondea la bandera del profeta, desde su Argelia natal a Kabul, Tánger, Irak, Palestina y Libia, donde nos narró los últimos días del coronel Gadafi, en La última noche del Rais. En realidad le gusta escribir sobre lo que denomina el Gran Magreb, pues considera que Marruecos, Túnez y Argelia son el mismo país. Aun así, se atrevió a llevarnos de la mano por las calles de Cuba en Dios no vive en la Habana. Luego, en 2018, le fue concedido el Grand Prix of Literary Associations por su novela Khalil, publicada en España con el mismo título, donde nos narraba la vida de jóvenes marroquíes desclasados en la sociedad belga y sus cortejos con el terrorismo fundamentalista islámico.

Ahora llega a las librerías La deshonra de Sarah Ikker, la que se supone será la primera entrega sobre una trilogía que dedicará a Marruecos, con el teniente Driss Ikker como protagonista.

En esta primera entrega nos presentará a Driss en el mejor momento de su vida privada y profesional: feliz en su matrimonio con Sarah, hija de un alto cargo de la policía de Marruecos, y adaptado a un destino envidiable en la policía de Tánger.

El primer capítulo se abre cuando el teniente regresa a casa y se encuentre a Sarah desnuda y maniatada en su cama.

Cuando intenta socorrerla recibe un golpe en la cabeza que le hace perder el conocimiento durante varias horas.

Al recuperarse sabrá que su mujer ha sido violada. A partir de ahí, su única obsesión será averiguar quién es el autor. Los superiores le intentan apartar del caso sin conseguirlo. Driss llevará a cabo sus propias investigaciones y el resultado de las mismas removerá su pasado y marcará su futura vida.

La deshonra de Sarah Ikker. Alianza, 243 páginas; 18 €.

La deshonra de Sarah Ikker. Alianza, 243 páginas; 18 €. YASMINA KHADRA

La novela está surcada de innumerables muestras de la corrupción en elaparato administrativo y policial del país.

El retrato del cuerpo policial es descorazonador, por el nivel de corrupción interno, ya que todo está en venta y el nivel de eficacia no importa, excepto si afecta a las élites gobernantes. El poder y el dinero se presentan inseparables y parecen consustanciales a los engranajes sociales. En los cuerpos policiales marroquís esa corrupción también afecta a los trámites de ingreso en la policía y en la asignación de destinos y ascensos. Esto lo conoce muy bien el protagonista, el teniente Driss, que es un pobre inmigrante de las zonas más míseras de Marruecos, su pueblo natal se sitúa en las laderas del monte Tidirhine.

Por el contrario, su mujer Sarah es de las clases formadas por los altos burócratas que se reparten el poder y que disfrutan una vida de lujo y esnobismo, para cuya financiación no dudan en saquear las arcas públicas desde sus puestos, dando rienda suelta a su depredación. Esta situación nos la sintetizará un personaje: «Así funcionan las cosas en el mundo de los papanatas. El que no tiene padrino es un bastardo, y corre menos que un tullido» (p. 227).

En resumen, es un duro retrato de la realidad Marruecos, de las clases sociales en el gran país del Magreb, donde Yasmina se mete en la piel de los personajes para saber lo que sienten, cómo es el nivel de opresión o de angustia que soportan, en una sociedad envuelta en violencia y en todo lo que inquieta a un ser humano hoy en día en el Gran Magreb: Argelia, Marruecos y Túnez.

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