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Análisis

Somos mucho más que turismo

El sociólogo francés investiga las externalidades creadas por el turismo

Rodolphe Christin. WIKIPEDIA

Hace unos 40 años, un avispado gerente de un hotel en una isla privada del Pacífico, en el volcánico archipiélago de las Fiyi dio sin saberlo origen a uno de los peores males del mundo contemporáneo: el greenwashing, “ecoblanqueo”, “lavado verde” o “lavado de imagen verde”.

El citado greenwashing es una forma de propaganda en la que se realiza marketing verde para promover la percepción de que los productos, objetivos o políticas de un hotel –pongamos, por ejemplo– como adalid de responsabilidad ambiental. Pero no basta poner un cartel en el baño que ponga «Salva nuestro planeta» para reutilizar tu toalla. No basta ni de lejos, de hecho, no tiene nada que ver la velocidad con el tocino.

Seamos serios, pero además éticos, las cifras que maneja el lobby empresarial –Exceltur, por ejemplo– siempre maneja analogías y metáforas mantra del tipo “motor de riqueza” cuando se refiere al turismo. Pero si analizamos cómo capilariza la riqueza de los masivos movimientos y estadías de turistas, vemos que no hay una correlación estadística que redistribuya la polarización previa (algo fácilmente medible con el índice de Gini)… ¿será que no han dado gato por liebre? Kellys, precarización del trabajo, temporalidad, sobrexplotación del entorno, degradación ambiental, banalización de la cultura local, gentrificación, metabolismo socioeconómico enfermo, fetiche del crecimiento hotelero, pérdida de la biodiversidad y espacios naturales.

El sociólogo francés Rodolphe Christin investiga las externalidades a nivel internacional, local y regional del impacto del turismo sobre la calidad de vida, la calidad de la cultura, la calidad de los ecosistemas, el veredicto es notorio y muy balear, muy anclado sobre la posidonia, muy hiriente, lacerante y no es posible edulcorarlo.

Y en el contexto pandémico que vivimos, sin juzgar, solo constatando, un nutrido sector empresarial clama por medidas urgentes para “salvar” la nueva “temporada” del turismo. El problema, sea quizá que la patronal y los polítocos no lean, analicen, y comprendan este libro desde su análisis económico, antropológico, y científico.

Christin tiene la palabra: “La industria del turismo presenta lo lejano como un lugar de rejuvenecimiento temporal donde es posible olvidar de forma provisional lo que tenemos más cerca: el trabajo, los problemas, las responsabilidades. Esta compensación permite aceptar lo inaceptable: una forma de sumisión para acatar lo realmente devastado. A cambio, ganamos la capacidad de consumir. El consumo ya no es una necesidad, es un pasatiempo que nos permite hacer funcionar la máquina creyendo que está a nuestro servicio, cuando en realidad nos convierte en sus siervos. Urge revertir la fórmula de Rimbaud: “La verdadera vida está en otra parte”; en realidad, la verdadera vida está aquí. El turismo es devastador para la ecología, tanto por la contaminación ligada al transporte como por la presión que ejerce sobre recursos locales como el agua, sin olvidar la alteración de los ecosistemas causada por el hormigón y la producción de innumerables desechos. El turismo, en tanto que fuerza para acondicionar la realidad, es una industria-laboratorio del Antropoceno.”

Somos mucho más que turismo

Somos mucho más que turismo Marc Masmiquel

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