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Novela

Esa oscuridad

La casa del padre, una notable y arriesgada novela de Karmele Jaio

Karmele Jaio. YOUTUBE

Karmele Jaio nos invita a visitar el lugar desde el que miramos al mundo. La casa del padre es una extraordinaria novela que, como ella misma nos indica, acoge “en buena medida una historia sobre la toma de conciencia del lugar desde el que cada persona miramos al mundo, y que nos hace ver, ante un mismo escenario, una realidad distinta. Se adentra en la mente de tres personajes, un hombre y dos mujeres, dejando en evidencia que no miramos, ni hablamos, ni decidimos, ni escribimos desde un lugar neutral y que el lugar desde el que miramos al mundo viene determinado por muchos factores, entre ellos, el género”.

La novela habla “de esa marca excesiva que nos produce el género y de cómo nos condiciona. Los personajes irán dándose cuenta del peso que ha tenido en sus formas de hacer, en su educación sentimental, en las expectativas que los demás han tenido en ellos y de ellas, en las expectativas que han tenido de sí mismos...” Ismael es el protagonista: “Un escritor, que se encuentra bloqueado en el plano creativo pero también en el personal. Ante un mundo cambiante, intenta encontrar el lugar que le corresponde. El ingreso de su madre en el hospital le llevará a pasar horas cuidando a su padre. Estando con su padre, mirando a su padre, tendrá la oportunidad de reflexionar sobre cómo se ha construido él como hombre, qué modelo de masculinidad ha tenido y cómo ha influido en su vida”.

La obra parte “de una inquietud que siente el protagonista. La noticia de una mujer que ha sido violada y asesinada en el monte le ha inquietado profundamente y se da cuenta de que cada vez que escucha una noticia así tiene sentimientos contradictorios: siente miedo por lo que les puede pasar a sus hijas y siente culpa al mismo tiempo por ser hombre. Intentar comprender el porqué de ese sentimiento de culpa le ayudará a reflexionar sobre el lugar desde el que mira a las mujeres y a percibir otras violencias sutiles que hasta ahora han pasado desapercibidas para él”.

La historia surge “de la curiosidad por descubrir cómo viven los hombres esta época cambiante, qué sienten, por ejemplo, cuando violan a una mujer o la matan… ¿Se sienten culpables? ¿Se sienten incómodos porque son hombres? ¿O piensan que eso no tiene nada que ver con ellos? Creo que quería rastrear ahí. Porque la curiosidad es grande. Y tengo que decir que he tenido muy presente que es un terreno muy resbaladizo, en que es muy fácil caer en tópicos y generalidades, y por eso he escrito con mucho cuidado”.

Y es también “una reflexión sobre la escritura. En dos planos diferentes. Por un lado, habla de las condiciones y las oportunidades en el mundo de la escritura de hombres y mujeres. Pone sobre la mesa preguntas como por qué él llega a ser escritor y ella no; sobre la famosa habitación propia de Woolf; sobre el efecto de las cargas del cuidado también en la carrera literaria de las mujeres; sobre quién da prestigio a una obra y quien se la niega; sobre quién decide qué temas son importantes y cuáles no; sobre la invisibilización de la aportación de las mujeres al mundo de la literatura… Son aspectos muchas veces sutiles, pero que tienen unas consecuencias de mucho peso. Y, por otro lado, hay una reflexión sobre la escritura y el proceso creativo como lugar en el que aparecen las verdades. En la novela se habla de que al escribir aparecen las palabras que pesan, las palabras de plomo, en contraposición con las palabras de bisutería, vacías y de poco peso, que muchas veces utilizamos en nuestra vida diaria. Hay verdades que solo aparecen a través del proceso creativo, verdades inevitables que no siempre gustan a quien escribe”.

Esa oscuridad

Esa oscuridad Tino Pertierra

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