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Música

La gestión de la pospandemia

Mantener las conquistes sociales y culturales será clave para lo que viene

Daniel Barenboim.

Llevamos más de un año con el covid19 instalado en nuestras vidas y sufriendo sus consecuencias. La más graves: las muertes, la enfermedad y sus secuelas. Y, de manera paralela, otras derivadas de confinamientos y restricciones. Estas últimas han impactado de lleno en la música y en las artes escénicas, entre otros sectores damnificados de manera cruel. Hay estudios que sitúan a un altísimo porcentaje de artistas que llevan meses con ingresos muy por debajo de lo que se considera el umbral de la pobreza.

Es una realidad que está ahí presente, pero que apenas está trascendiendo. Es, sin duda, ahora el momento de sentar las bases de una recuperación cultural sólida. Los procesos culturales requieren de una inversión importante.

Acercar a los ciudadanos las artes escénico-musicales tiene un coste elevado porque las estructuras que las hacen viables requieren del concurso de decenas de profesionales en trabajos que han de ser estables debido a su alta especialización. Todos ellos cumplen una misión, la de garantizar derechos a la ciudadanía: son los valedores de que la cultura forme parte de nuestra vida, no como algo excepcional y al alcance de muy pocos, sino como algo cotidiano.

De ahí, la enorme importancia de una cultura pública en la que las instituciones sirvan de soporte y propicien el acercamiento de la sociedad a un concierto o a un título lírico sin barreras económicas. La defensa de la cultura patrimonial, que también es modernidad y vanguardia, el acceso a la misma sin obstáculos, es una responsabilidad de la clase política, un derecho conquistado en Europa, como el de la educación pública o el de la sanidad universales. Por eso es tan enervante cuando un político impugna sin criterio el coste de una orquesta, de un museo o de una biblioteca.

Al hacerlo está erosionando conquistas ciudadanas, privándoles no de un privilegio, sino de un derecho logrado a través de esas herramientas culturales. En la situación de la pandemia y en lo que aún está por venir, está claro que la actuación pública va a ser decisiva.

El mantenimiento de las conquistas sociales y culturales será clave. Que territorios como Asturias logren defender lo conseguido en décadas, decisivo.

Daniel Barenboin hace unas semanas lo explicaba muy bien en un artículo en el diario “El País”, en el que ponía su mirada más allá del omnipresente “streaming” que ha sido un bálsamo en este tiempo pero que, ni mucho menos, es una solución frente a la música en vivo: “El remedio que ha supuesto el ‘streaming’ será el prólogo de la solución a la que debemos regresar en cuanto sea posible: la música, la ópera en vivo. Pero todo será más fácil si encontramos una complicidad entre artistas, el mundo de la cultura y los políticos.

Estos últimos deben aprovechar para volver a otorgar a la cultura la categoría que tuvo, para que vuelva a estar entre sus prioridades. Le guste o no la música a un representante público, este debe hacerle un hueco preferente entre sus materias de máxima importancia porque la realidad es que supone algo crucial para el desarrollo de los ciudadanos. Es fundamental que se proporcione el acceso masivo a la misma y no solo mediante las subvenciones, sino también en las agendas y las prioridades que debe suponer la filosofía de cualquier gestión pública”. Define el maestro a la perfección las responsabilidades de los cargos públicos, otra cosa será que todos sepan estar a la altura.

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