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CÓMIC

El largo adiós de Wilde

Javier de Isusi se hacía con el Premio Nacional de Historeta el pasado año con esta recreación de los últimos días de Oscar Wilde en París

El largo adiós de Wilde

Reconozco que me resistí a leer este grueso volumen. Como todo lector sabe, con los años se desarrolla un infalible sentido arácnido que zumba cuando nos acercamos a algún tostón. Y cada vez que hojeaba la obra de Isusi mi instinto vibraba cual satisfyer desbocado. Pero me debo a mi público así que finalmente le he hincado el diente. Vaya por delante que me parece un trabajo muy respetable, una obra que será recomendada por bienintencionados profesores de secundaria, que la añadirán a la reducida lista de comics consagrados, aquellos dignos de pertenecer a los más prestigiosos parnasos culturales. Como «Maus» o «Persépolis». Comics que abordan temas profundos como éste. Ya se pueden imaginar: Wilde tras pasar por su experiencia carcelaria, apurando sus últimos días en París, entre deudas, chavales de la calle similares a los que acabaron con la vida de Passolini, amigos, videntes, patrocinadores y todos los poetas franceses que puedan recordar. Cada cierto tiempo, por si acaso tuviéramos la sensación de que los personajes hablan poco, se incluyen una suerte de entrevistas con algunos de los «actores» más relevantes. Hablan en plano fijo una página tras otra.

En realidad, Isusi muestra sus cartas desde el principio. La acción arranca en un teatro y en ningún momento nos quitamos de encima esa sensación de asistir a una representación, con contados cambios de escenario y sin grandes sorpresas visuales. Todo discurre con tranquilidad y sosiego, salvo alguna secuencia de delirio onírico un tanto fuera de lugar. La documentación es rigurosa y no dudo que los seguidores de Wilde se sentirán complacidos con esta recreación. En cuanto al jurado que eligió esta novela gráfica como la mejor del año, son evidentes las razones de su veredicto. Wilde es un auténtico héroe en el movimiento gay, además de su indiscutible prestigio literario. Así que nos alejamos de los apestosos tebeos y nos aproximamos a mundos más delicados, como el del teatro y la poesía. Todo esto me daría lo mismo si la obra se leyese con fluidez, si fuera atractiva, visual, algo más que una excusa para ir acumulando datos sobre un personaje famoso. La británica Posy Simmonds, por ejemplo, sabe cómo conciliar entretenimiento y sofisticación. Yo aquí no lo veo, me aburro, me parece un soberano peñazo. Comprendo que haya quien se divierta leyendo todas esas parrafadas. Pero considero que hay textos que tienen sentido en un documental televisivo o en una función de teatro. Al fin y al cabo, es otro el que hace el esfuerzo de leerlos. Pero no aquí. Este es un medio visual. Con textos. Bien por los textos. Pero las imágenes deberían de estar para algo más que acompañar a esos ladrillos. No es el caso.

Al final siempre hablamos de lo mismo, complejos culturales. Puedo entender que haya a quien le guste esta novela gráfica. Y «Maus» y «Persépolis». Pero les pediría que separaran el tema de la forma. El ascenso del Sha o los campos de concentración nazis son asuntos graves y que deben ser abordados. Pero en una lista con los tebeos que nos hacen leer más tebeos, estas muestras no figurarían ni entre los diez ni entre los cien primeros. Si se encuentra con algún intelectual o pedagogo que le recomienda alguno de esos, salga corriendo en dirección contraria. Jerry Spring, Comanche, Tarzan, Conan, Thorgal... ¡Cientos mejores que dejamos de lado por emplear unas escalas de valor incomprensibles!

Como me queda un poco de espacio aprovecho para recordar que mi amigo Juan Antonio Horrach mantiene abierto su crowfunding (https://ko-fi.com /juanantoniohorrach). Él también es una víctima de la libertad de expresión, no va a la cárcel pero le toca pagar. No se lo encontrarán en ningún telediario. Ya saben, lo de la libertad es al final la libertad de algunos, al resto que les den, bien multados están. Pues eso, invítenle a un café y se sentirán mejor.

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