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METALITERATURA

Viaje entre libros

Harold Bloom me remite a Virginia Woolf, otra gran lectora a la que me encanta recurrir por la clarividencia de su escritura

Jesús Figuerola. Youtube

Libros que hablan de libros, o un viaje entre libros. La Biblioteca de Babel, esa compendio ilimitado y periódico, el Orden visto por Jorge Luis Borges, quien nos la describió en el relato que incluyó en Ficciones: «el universo (que otros llaman la Biblioteca)» esa infinitud del mundo en que se resumen los misterios básicos de la humanidad: el origen y el tiempo. Harold Bloom, conocido por su famoso Canon occidental, nos aterriza en la lectura que Borges ha sublimado; lo hace en Cómo leer y por qué: «no hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial por la cual debemos leer».

Esa razón, en realidad, nos la dará todo buen libro, y eso es justamente lo que pretende Educar en la lectura de Jesús Figuerola, un manual de didáctico índice que persigue ofrecer «consejos para entusiasmar a tus hijos con la lectura». Es claro, directo, conciso; un básico para padres. Porque, nos recuerda Bloom, «para leer sentimientos humanos en lenguaje humano hay que ser capaz de leer humanamente, con toda el alma». E insiste Figuerola en que los buenos lectores se forjan de niños; hijos de lectores, claro.

Harold Bloom me remite a Virginia Woolf, otra gran lectora a la que me encanta recurrir por la clarividencia de su escritura. El Aleph publicó hace unos años una selección de sus escritos sobre libros y lectura. En Horas en una biblioteca, ensayo breve que da título a la compilación, aclara «la antigua confusión que se da entre el hombre que ama la erudición y el hombre que ama la lectura»: frente al entusiasta sedentario, concentrado y solitario que es un erudito, el lector verdadero «es un hombre de intensa curiosidad, de ideas, abierto de miras, comunicativo, para el cual la lectura tiene más las propiedades de un ejercicio brioso al aire libre que las del estudio en un lugar resguardado». Esa pasión humana de la lectura pura y desinteresada que, aporta Bloom, «es el placer más curativo». Ese que tan bien plasma Ana María Ruiz López en su Libros que salvan vidas, que le ha llevado a obtener el Premio Feel Good 2020. Con el subtítulo Una biblioteca de campaña en tiempos de pandemia, es una crónica personal de la experiencia vivida por la autora, enfermera lectora como ella misma se define (ahora también escritora) en la que narra una de las experiencias más extraordinarias que nos ha dejado el momento más duro de la pandemia de la covid-19. Destinada ella como enfermera al hospital de campaña que la Comunidad de Madrid organizó en el recinto de IFEMA, puso en marcha de forma personal una improvisada biblioteca, conocida como Biblioteca Resistiré, que no solo logró el objetivo propuesto de ayudar a salvar vidas trasladando a los enfermos a los mundos que una buena lectura propone, sino que fue galardonada con el premio Antonio de Sancha 2020 que concede la Asociación de Editores de Madrid «como ejemplo de unificación de cualidades demostradas por sanitarios, voluntarios, donantes y personas de toda índole». Los libros se convirtieron así en la mejor compañía de los pacientes hospitalizados. Y el libro que tenemos ahora entre manos cuenta esa crónica, desde la primera persona, con una emotividad excepcional que deja testimonio de un momento tan especial y de ese amor por la lectura, porque el desarrollo de la crónica está perlado de referencias librescas y de propuestas de lecturas, esas que ocupan su vida y los clubes de lectura a los que eleva un homenaje. Como sanitaria, dice: «leer alivia el estrés. Si te concentras en el libro, la historia que tienes entre manos te aleja de tus problemas. Leer estimula la actividad cerebral. Leer te abre ventanas a otros mundos y hace volar tu imaginación».

Ha quedado clara ya esa razón primordial de que hablaba Bloom: ese placer difícil que nos traslada a otro texto metaliterario, en este caso del enciclopédico Stefan Zweig, quien en Mendel el de los libros propone analizar el amor a la lectura y su sentido: «los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido». Palabras que ponen fin al relato, y que nos proponen la reflexión como destino.

Nos queda mencionar al meritoso profesor de filosofía en enseñanza secundaria que es Unai Cabo, quien nos insta, así, en imperativo, «atrévete a pensar»; lo hace en su Dejémosles pensar: Adolescentes y filosofía, un libro que se apoya en una bibliografía brevísima y muy sugerente para adentrarnos en «la reflexión (que) es como un viaje que nos enriquece y nos hace crecer». De Descartes a Byung-Chul Han, con Sócrates, Nietzsche o Hannah Arendt, su lectura propone (y consigue) una reflexión sobre el lugar que deben ocupar la filosofía, la curiosidad y el pensamiento tanto en el aula como fuera de ella.

Jesús Figuerola. YOUTUBE

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Ana María Ruiz.

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Viaje entre libros

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Ana María Ruiz

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