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Ética

La tiranía del dinero

Hay suficientes tripulantes agudos que nos indican la salida del laberinto, y Arcadi Oliveres es una de esas voces

Alberto Oliveres. JUDIT CABELLO

A veces, descubres que independientemente de querer ayudar a alguien, si esta persona está atada a una percepción desfigurada nunca verá el problema (hola mito de la caverna). Y esto que puedes haber experimentado también le pasa al sistema económico: está enfermo. Este sistema no es una abstracción, es concreción: un modo de valorar y mediar intercambios, un toma y daca sin piedad. Y un modo de engatusar, de especular y de hacer creer que lo que hay “es lo único”. No es así, como sociedad podemos seguir creyendo en un principio permanente de escasez y angustia, o liberarnos y ver las cosas de otro modo.

Economía proviene del griego “oikonomia”, un sándwich (o llonguet) que como pan tiene al sustantivo “oikos” (hogar) y como jamón (o sobrasada) al verbo “nemo” (distribuir y administrar). La economía es “el modo de administrar el hogar”. Pero si olvidamos que los recursos no son el dinero, es muy probable confundirse. Por ejemplo, con la renta básica universal (proyecto necesario) pero que no cura los males que le son ajenos: como el consumismo o idolatría monetaria. Seamos claros: hay niveles de pobreza y polarización que podrían ser erradicados. No importa pensar en youtubers imberbes, es algo de corporaciones y oligopolios. Este análisis no es nuevo, quizá los economistas altermundistas como Arcadi no lo expresen con metonimias cinéticas como los filósofos “chic” (sea Byung-Chul Han o Slavoj Žižek), Arcadi va al tuétano del problema. Y como siempre: todo esto va de ética, de cómo te tomas como persona la acción de distribuir y administrar en tu comunidad. Tú puedes hacer algo como ciudadano, pero la inacción de empresas que facturan más que países es el quid del asunto, las ganancias netas de una empresa de moda (como Inditex), podría erradicar el hambre mundial. Es una cuestión aritmética y ética. Nadie es su cuenta corriente, ni su coche, ni su miseria, somos otra cosa, más trascendente, somos “nuestro comportamiento con nuestros congéneres”. ¿Mamíferos sapiens endiosados y ansiosos? Queda claro que es una enfermedad y surge de un sistema concreto. En estos momentos de crisis, salen a relucir las tripas de los valores. Los valores se ejercen, si se abstraen o separan de la práctica son propaganda o hipocresía. La ética se aplica en vida, en la familia, en la amistad, en el trabajo. Pero hay espejismos, vanidad y muchas personas adictas al dinero. Una patología, y quienes lo sufren no dudan en anteponer amigos o familiares. Algunos dicen una cosa (Jekyll) y hacen lo contrario (Hyde), este sistema lo permite: endiosa a algunos y los convierte en ejemplos. La verdadera heroicidad es discreta y sin filtros. En este sentido, Arcadi es ejemplo de coherencia y pensamiento critico en una época de evangelización banal y conceptos pasados por agua (o escalfados).

Insatisfacción, reproches… son los rasgos de las personas con crematomanía, síntomas que los enfermos niegan padecer. En muchos aspectos, Arcadi nos recuerda que el síntoma no somos nosotros, el síntoma es la pista del problema. Y tanto la pandemia actual, como los conspiracionismos de todo pelaje: beben de un mismo caldo: miedo y desesperanza. Hay suficientes tripulantes agudos que nos indican la salida del laberinto, y Oliveres es una de esas voces. Siempre alentando a la esperanza, al espíritu crítico y la movilización (ciudadana). Arcadi nos está dejando, se muere, pero su obra le trasciende. Él os dirá como evitar al ignominioso Minotauro. El compromiso solo es con la vida y el amor, y por eso hay que reivindicar una economía que plante cara a un sistema enfermo...

«Pienso que ahora es más fácil de inventar esto, una economía nueva, que en épocas anteriores, por una razón muy sencilla: así como he dicho antes somos la generación más destructiva, pero también es cierto que somos la generación que disfrutamos de más capacidades como para que toda la humanidad viva bien. Antiguamente si había una sequía, una mala cosecha, un terremoto, si había cualquier cosa de estas, automáticamente la población se quedaba sin comer y se moría de hambre. Hoy no, hoy tenemos conocimientos científicos, métodos técnicos, sistemas de información, conocimientos médicos, sistemas de alerta, …tenemos una serie de cosas que permitirían que la humanidad, toda ella, viviese en paz y con dignidad. No con el nivel de consumo nuestro, esto por supuesto, pero que viviese con dignidad.

Aquello que era más difícil de todo, era descubrir técnicamente la capacidad de cómo poder controlar un poco este planeta, esto hemos hecho. Y en cambio, aquello que aparentemente es muy fácil, que es aquello que se llama −tan bonito− “vivir como hermanos”, no lo hemos hecho. Por lo tanto, tenemos que aprender esto y esto pienso que es posible, y las nuevas generaciones se darán cuenta, y afortunadamente cada vez veo que ya hay más gente joven que quiere abandonar este sistema incomestible, destructivo, del capitalismo neoliberal para ir hacia formas alternativas. ¿Sobreviviremos?, está claro que sobreviviremos, pero ¿Cuándo nos daremos cuenta de que no tenemos agua para beber, o de que no tenemos bosques en los que respirar, o de que la capa de ozono ha desaparecido y que tendremos cáncer de piel? … pienso que ese día reaccionaremos un poco. El negocio del sistema capitalista es hacernos más pobres. Lo que pasa es que como homo sapiens inteligentes se debería reaccionar antes, y decir que no, socialmente y personalmente a esta situación.»

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