“En el siglo II de la era cristiana, el Imperio de Roma comprendía la parte más hermosa de la tierra y la porción más civilizada de la humanidad. El prestigio antiguo y el valor disciplinado guardaban las fronteras de esa amplia monarquía”. El comienzo de Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon es uno de esos pórticos que marca todo lo que viene detrás, una descripción que anticipa de manera muy precisa la intención y el estilo de lo que se nos va a contar. Cumple, en definitiva, la regla de los inicios memorables, cuya sola enunciación sirve para identificar la obra.
