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La estela de Rapunzel

Norma, de Sofi Oksanen, entre el género negro y el realismo mágico

Sofi Oksanen. FINLANDIA.FI

Norma, publicada en 2015, es la quinta y, de momento, última novela de la escritora finlandesa Sofi Oksanen. Si bien cuatro de sus cinco novelas han sido traducidas y publicadas en España, Oksanen es conocida principalmente por Purga (2008), una novela que fue inicialmente una obra de teatro y que vio la luz en Narrativa Salamandra en 2011. En su país, Oksanen es una figura relevante, una abanderada de las jóvenes voces que están inscribiendo la historia y la cultura finlandesa en el panorama literario internacional.

Purga fue traducida a más de treinta lenguas y le valió a su autora el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, el Premio Femina de Literatura, el Premio Mika Waltari, el Premio Runeberg y el Premio Europeo a la Mejor Novela del Año. A estos se ha de añadir el Premio Finlandia en 2008 y el Premio Nórdico de la Academia Sueca en 2013 por el conjunto de su obra.

Norma se debate entre ser una novela policiaca o una obra de realismo mágico. Se inicia con el suicidio improbable de una mujer madura que se va decantando hacia el asesinato a medida que su hija va haciendo indagaciones. Como es de esperar, según avanza la narración surgen nuevas razones y candidatos varios para el papel de asesino.

Parte de la intriga detectivesca nos conduce a través de las oscuras tramas del contrabando en el este de Europa, de la trata de mujeres y de las “granjas de bebés” o tráfico de vientres en el sureste asiático y en las zonas más pobres de África y de América central y del sur. Estos mal llamados “vientres de alquiler”, porque son mujeres forzadas y sometidas, son una fuente creciente de ingresos para las mafias internacionales.

El “malo” de Norma es el cabecilla de una de las mafias islandesas, especializada en la trama del mercado negro del cabello, circunstancia que Oksanen aprovecha para ponernos al día de los movimientos, abusos y ganancias que mueven las largas y espesas melenas femeninas y que, una vez más, añaden un nuevo grillete a las formas de esclavizar a las mujeres: a las pobres las esclaviza a la fuerza y con violencia continua y a las occidentales por medio de la tirania de la moda y la apariencia.

En este punto es donde la novela se convierte en una obra de realismo mágico: Norma, la hija de la suicida, tiene una anomalía genética que hace que su cabello crezca incesantemente y de manera desmesurada, pero, lo que es más importante, es que su pelo reacciona según el estado de ánimo de Norma y al entorno de ésta. Así, unas veces “se va impregnando de la angustia” de sus compañeros de trabajo y se vuelve rígido como alambre de espino y otras veces se le riza rápidamente en las sienes para avisarla de un peligro inminente.

Poco a poco, el cabello se enseñorea de toda la trama: no sólo es una brújula vital para Norma, una fuente de ingresos para su madre y un secreto codiciado por el resto de personajes de la novela, sino que está en la raíz de múltiples anécdotas y eventos de la obra y se convierte en transgresión, en sentimiento e incluso en historia y biografía, ya que Oksanen incluye datos de mujeres que sufrieron de hipertricosis y de cómo esto afectó sus vidas.

Norma es un cruce entre el realismo más cruel y el cuento más amable: un cruce de sueños, amistad y planes vitales sustentados en el engaño, la manipulación y la muerte.

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