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El tiempo de las mentiras

Masha Gessen analiza y denuncia el vuelco autocrático en la era Trump

Donald Trump.

El tiempo da la razón y, a veces, como en el caso del libro de Masha Gessen sobre la deriva totalitaria en Estados Unidos durante la etapa de Donald Trump, convierte esa razón en literal. La fuerza moral asiste a la autora de Sobrevivir a la autocracia, que ahora publica Turner y resulta ser pan caliente después de que la corrupción y la incompetencia contribuyeran a acabar con la vida de decenas de miles de estadounidenses que pudieron haberse sentido inicialmente inmunes a un discurso populista en el que el poder se cree legitimado para no rendir cuentas ante la nación y sí, en cambio, para operar con cínicos mecanismos autoritarios. La pandemia dejó al descubierto la falta de interconexión de una sociedad intoxicada por fantasías libertarias autosuficientes frente a la respuesta colectiva que exigía la brutal crisis sanitaria.

En el ensayo de noviembre de 2016 que dio origen a este libro, Gessen exponía un conjunto de reglas para recobrar el sentido común y el respeto por uno mismo. La agitación inicial del trumpismo predecía el asalto de los “hechos alternativos” a la verdad. Todo resultaba grotesco e inquietante, pero la supervivencia de los ciudadanos no parecía entonces que pudiera convertirse en un problema y, sin embargo, cuatro años después la muerte ha pasado a ser el diagnóstico inesperado de las incógnitas que se abrían en sus vidas. Los estadounidenses de este tiempo, como cuenta la periodista autora de Sobrevivir a la autocracia, no están como los siervos de los regímenes totalitarios sujetos al terror del Estado, pero sí a una ansiedad constante. Los últimos meses han demostrado lo que puede suceder cuando el desprecio del inquilino de la Casa Blanca choca con las necesidades más básicas para afrontar una crisis de la naturaleza de esta que nos ha tocado padecer. Podríamos habérnoslo imaginado, escribe Gessen, pero jamás predicho que una pandemia haría letal su arrogante ignorancia. Con ejemplos como el suyo no resulta fácil defender la teoría de que todos los políticos son iguales.

Esta es una de las numerosas conclusiones que se extraen de un libro que no cuenta con muchas páginas pero sí destaca por su admirable condensación. Gessen sabe, además, de lo que escribe. Nacida en Moscú, especialista en Putin y el fulminante regreso al totalitarismo en Rusia (El futuro es historia, también publicado por Turner), emigró a Estados Unidos cuando era una adolescente, en 1981. Diez años después volvió para trabajar como periodista y escritora. Tras dos décadas analizando la política y la sociedad, la injusticia y la corrupción tuvo que marcharse, en 2013, cuando las autoridades rusas amenazaron con quitarles los hijos a los padres homosexuales. Ella lo es. Gessen no ha hecho prácticamente otra cosa que denunciar los abusos del poder; resulta difícil encontrar alguien más entrenado para escribir un libro como Sobrevivir en la autocracia.

La mentira del poder está presente en todo el relato desde el primer momento en que Trump se atrevió a mentir sobre el tiempo y quiso convertir el lluvioso día de su investidura en uno soleado. Y en millón y medio la cifra de los asistentes en Washington, cuando en la más generosa de las estimaciones el cálculo no superaba las 250.000. ¿Por qué mentiría nadie acerca del tiempo?, se pregunta Gessen, cuando la meteorología es algo que se observa directamente y todos pueden comprobar. El trumpismo ha defendido el derecho del mentiroso a la mentira. “El poder exige respeto. El poder confiere el derecho de hablar sin ser cuestionado”. Ese es el motivo para falsear la realidad sin que nadie lo cuestione. “La mentira trumpiana es una mentira de poder, una mentira de abusón de patio. Es la mentira que te cuenta el niño que te robó la gorra y que ahora la lleva puesta y niega habértela robado”.

No es fácil defenderse de esas mentiras cuando su misión no consiste en adornar una realidad compartida ni siquiera rectificarla, sino que no tiene nada que ver con ella. Escribe Gessen: “Cuando insistía en que la Administración Obama le había puesto escuchas, y siguió insistiendo incluso después de que el director del FBI, James Comey, dijese que no era cierto, Trump estaba dividiendo al país: a un lado los que aceptaban vivir en su realidad y al otro los que se resistían y convertían en enemigos por apelar a los hechos”. En este sentido, la era Trump ha acabado por convertirse en una apelación constante. “Cuando en invierno y primavera de 2020, Trump afirmó que el país se estaba preparando para afrontar la pandemia de coronavirus, cuando afirmó que se vencería al virus rápidamente, cuando dijo que los hospitales tenían el equipo necesario y la ciudadanía acceso a los test, cuando prometió salud y riqueza a personas que se enfrentaban a la enfermedad y precariedad, estaba afirmando su poder de mentir a los estadounidenses acerca de su propia experiencia”.

Aunque más directo y menos sofisticado, en Masha Gessen resuena el eco de Hannah Arendt, y una invitación a rebelarse contra el nuevo discurso totalitario.

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