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Inglaterra, 1938

Cluny Brown, el ocaso de una mansión inglesa

Margery Sharp. WIKIPEDIA

La editorial Hoja de Lata ha rescatado a Margery Sharp (1905- 1991), una prolífica autora inglesa que no sólo vivió holgadamente de su pluma sino que vio como parte de su obra era llevada al cine con notable éxito. Sharp escribió veinticinco novelas, cuatro obras de teatro, catorce historias para niños cuyos personajes se hicieron muy famosos y numerosas narraciones breves que vieron la luz en importantes revistas de la época.

Su séptima novela fue reescrita como obra de teatro para Broadway en la década de los 1940 y llevada al cine en 1948 por el director Jack Conway con el título de Julia se porta mal. La undécima, Cluny Brown, también viajó a Hollywood, donde se transformó en una película dirigida por Ernst Lubitsch en 1946. En 1949, la 20th Century Fox produjo The forbidden Street, dirigida por Jean Negulesco y basada en la duodécima novela de Sharp, Britannia Mews. En 1962, La misteriosa dama de negro, dirigida por Richard Quine, basa su historia en un relato breve de Sharp. Todas las películas cuentan con repartos de lujo, con Maureen O´Hara, Jack Lemon, Kim Novak, Fred Astaire, Peter Lawford o Dana Andrews. Una de sus novelas, The Rescuers (1959), se convirtió en un éxito infantil y marcó el inicio de una serie de ocho libros en torno a las aventuras de los ratones Bernard y Miss Bianca, llevadas a la pantalla por Walt Disney Productions en 1977 y 1990 como Los rescatadores y su secuela.

A pesar de este extenso y exitoso curriculum, Margery Sharp permaneció en las sombras de la literatura hasta hace un par de años, en que los editores de Kindle decidieron sacar a la luz algunasmde sus novelas. Por eso esta traducción de Cluny Brown constituye una buenísima noticia. Como es de suponer, dado el éxito que la obra de Sharp obtuvo en el momento de su publicación, el estilo de la autora es sencillo y directo y comunica perfectamente los sentimientos de los personajes. Sharp es sumamente habilidosa en fundir el estado de animo de éstos con el paisaje adecuado a cada momento, lo que sin duda facilitó la conversión de su obra en películas. Como buena autora inglesa, Sharp maneja la ironía y el humor amable con gran precisión, tranquilizando a sus lectores para que prosigan sin temer grandes sobresaltos. Cluny Brown es una joven con ideas propias que sabe esperar su momento y que se adapta con relativa facilidad a los aún estrechos corsés de la tradición inglesa. Bien como sobrina de un fontanero en Paddington, bien como doncella de una familia aristocrática en Devon, Cluny Brown busca plácidamente su lugar en el mundo sin dudar de que lo va a encontrar. Una de las características que hacen de Cluny una mujer atractiva es que encuentre “fascinante ser ella misma” y que lo diga sin ambages. Su despreocupación natural ante las diferencias de clase y de género preludian un cambio significativo en la Inglaterra de 1938; si bien la vida en la mansión de Devon discurre aún tranquila, aunque ya venida a menos, también llegan a ella los ecos de un desastre inminente en la “lejana” Europa. Por eso, la sensación que recibimos a medida que transcurren las páginas es semejante a la de Lo que queda del día, novela de Kazuo Ishiguro de 1989: estamos ante la decadencia de la clase terrateniente acomodada y de las hijas como objetos decorativos casaderos. El mundo se ensancha ya inexorablemente y en ese movimiento expansivo surgen voces y posturas nuevas que exigen cambios significativos en la perspectiva ética.

Es ya imposible imponer que las clases sociales se mantengan en sus límites, “en el lugar que les corresponde”, o que las mujeres se comporten como “es propio de su sexo”, porque hasta el heredero del apellido y la casa familiar se plantea su futuro lejos de allí en términos totalmente diferentes a los de su padre, Sir Henry.

No hay personajes desagradables en esta novela, ni hechos éticamente deplorables; aún así, todos dejan patente sus gustos, sus expectativas y su visión de la vida. La aparente mera descripción cronológica de la novela va buscando su resolución lenta pero claramente, y es capaz de sorprendernos repetidamente a medida que nos acercamos al final. Nadie claudica, Cluny Brown no hace concesiones, y la mansión de Friars Carmel entra con suavidad, si bien tardíamente, en el siglo XX.

Inglaterra, 1938

Inglaterra, 1938

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