Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Libando Beethoven

Libando BEETHOVEN

H ace pocos días, con un amigo, mientras estábamos comentando sobre eso de los daños colaterales de la pandemia, me refirió con compartido pesar que una de esas desgracias de éstea especie de guerra que sufrimos había sido un frustrado año Beethoven; y ciertamente nos hemos perdido un sinnúmero de eventos que nos hubiera traído el goce de prestar nuestros agradecidos oídos a la música del Ilustre Sordo.

Me atreví a señalar, que el confinamiento “pandémico”, que no hay mal que por bien no venga, me otorgó sin embargo la oportunidad de crearme mi propia beethoveniana celebración, primero con el acceso que grandes salas de concierto han donado graciosamente a los “musicómanos”, que también la red tiene cosas buenas, a través de conciertos gratuitos, no pocos de ellos con contenidos de la obra del de Bonn, pero también haciendo audición casera de mis, y perdónenme mi orgullosa inmodestia, no parcas colecciones de la producción del vienés de adopción, desde la inmensa obra sinfónica hasta la última de sus bagatelas, pasando por las sonatas, los tríos, los cuartetos, las oberturas y hasta sus marchas militares, en una especie de relectura musical, siempre recomendable y no solo en ésta efemérides.

En este Año Beethoven se pretendía celebrar por todo lo alto el 250 aniversario del nacimiento de aquel nieto de una española, una tal María Josefa, de apellido Poll según unos, Pols según otros, y Ball según terceros, qué más da, parece que algo aficionada al morapio y que, quizá por ello, según dicen algunos hagiógrafos del compositor, era denominado por sus conciudadanos, con esa tan vienesa mezcla de alemán e italiano, como der Spagnolo.

Al fin y al cabo nada, ni tan siquiera el bicho, nos impide celebrar la música de un músico, de cualquier músico, cuando se ama su música, y Beethoven, doscientos cincuenta años después de su llegada al mundo y a siete años del año de su adiós (“plaudite amici, comedia finita est”, dicen que dijo en su lecho de muerte) continua enamorándonos, y hasta embriagándonos, pues como dijo el propio Ludovico van Beethoven, seguramente por reminiscencias de su abuela, “ la música es el vino que inspira nuevas creaciones y yo soy Baco que prensa éste delicioso vino para los hombres y los embriaga espiritualmente”; no anduvo el renano falto de acierto, pues su música sigue siendo para muchos una especie de libación deliciosa, que conduce casi de continuo a seguir consumiendo el producto de aquel tan especial bodeguero, que al contrario del alcohol destilado produce claridad de mente y bienestar tanto durante como después de su consumo, siendo sus resacas maravillosas.

Yo por mi parte seguiré, éste año y los que me resten, siendo Beethovendependiente.

Compartir el artículo

stats