Cuando Alemania invadió Francia, el medio millón de españoles del exilio se unieron a la lucha, aportando su experiencia de tres años de guerra civil. De ahí que se sumaran a las unidades militares de los Aliados en todos los frentes. La historia oficial los quiso olvidar, pero Evelyn Mesquida en La Nueve (ediciones B, 2009) los rescató, posibilitando que desde entonces el ayuntamiento de París, el gobierno de Francia y algunos ayuntamientos españoles hayan honrado su memoria con plazas y calles. Otra participación española en la Resistencia francesa fue en el Maquis. Estos también fueron olvidados o minimizada su participación y usurpada la presencia de los muchos combatientes que desde el primer momento lucharon en Francia contra el enemigo nazi. Evelyn Mesquida, tras una investigación profunda y rigurosa, ha rescatado una serie de vidas heroicas que ayudaron a liberar Francia en Y ahora, volved a vuestras casas.
Entre las vidas que nos narra, he de destacar a Francisco Ponzán, creador, junto a compañeros de la Columna Durruti, de lo que se conoció como Red Ponzán, una red de evasión que posibilitó que miles de personas pasasen las fronteras y quedasen a salvo de los campos de exterminio nazis. Fue detenido el 28 de abril de 1943 y conducido a la prisión Saint-Michel de Toulouse, donde después de un juicio sumarísimo fue ejecutado. El gobierno de Francia, después de finalizar la II Guerra Mundial, le concedió la Cruz de Guerra con Palmas en 1947 y el grado de capitán honorario en 1948, con reconocimiento expreso de su remarcable coraje. El gobierno del Reino Unido le concedió la Hoja de Plata de Su Majestad, en reconocimiento a los servicios prestados a los ciudadanos ingleses. Y a estos dos se sumó el gobierno de los Estados Unidos a través de su presidente Eisenhower concediéndole la Medalla de la Libertad, por su ayuda excepcional a los miembros de los ejércitos inglés y norteamericano. Unos años más tarde, el gobierno francés le concedería la Legión de Honor, que recogería su hermana Pilar Monzón. Así nos lo define: “Hombre sorprendente, proscrito, anarquista, luchador, aguerrido, algo terrorista y algo contrabandista […], Autoridad natural, propia de los que mandan como respiran, sin esfuerzo, sin necesidad de imponer” (p. 34).
Mesquida pasa revista a los españoles enrolados en diferentes latitudes de Francia, desde el pantano del Águila, los bosques de Aquitania, las montañas de Glières, en Tulle, Ariège, los Centros de Trabajo para Extranjeros que el gobierno francés utilizó en los frentes de combate para la construcción de trincheras, bunker y casamatas, los españoles enrolados en las Fuerzas Francesas del Interior en París que se sumaron a la liberación de la ciudad. Entre todos ellos encontramos las heroicidades del asturiano Cristino García y su 3º División de Guerrilleros españoles. La primera fue la liberación de la cárcel de Nimes llena de presos políticos de todas las nacionalidades, en febrero de 1944. La acción más conocida fue a 45 kilómetros de Nimes, en la Madeleine, el 23 y 24 de agosto de 1944. Después del desembarco de Normandía y el avance de las fuerzas aliadas hacia París, las órdenes a la Wehrmacht fueron que se acercasen a París para reforzar las defensas o reiniciar un contraataque. Una columna alemana compuesta por 60 camiones, 4 half-truck, varios cañones antitanque y antiaéreos y mil soldados al mando del coronel Konrad Nietzsche vio interrumpido su avance por la emboscada de los guerrilleros españoles, ante los que el coronel alemán rinde sus tropas. Konrad Nietzsche, al comprobar que había rendido su columna ante tres docenas de guerrilleros, sacó su pistola y se suicidó, incapaz de afrontar el deshonor ente el ejército invencible que había sido la Wehrmacht.
Todas las unidades del maquis desfilaron en Toulouse ante Charles de Gaulle en septiembre de 1944. De Gaulle, en un discurso agresivo, seco y brutal, requirió a todos los guerrilleros a que entregasen las armas y regresaran a sus casas. Ese hecho es el que da título a la obra, Y ahora, volved a vuestras casas. En este libro imprescindible, no podía faltar el testimonio y recuerdo de mujeres que, contra viento y manera, también engrosaron las filas del maquis. Así, Evelyn dedica el capítulo 10, con el título de Las ignoradas (pp. 253-281), a las guerrilleras Carmen Bazán, Sara Berenguer, Conchita Grange, Carmen Martin Belinchón, Herminia Muñoz, Valentina Serres, María Vázquez Blanco y un largo etcétera que sentaron las bases de lo que fue la derrota nazi en Francia.