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Ideas

El retorno de las ideologías

Michael Freeden y Roger Scruton, dos magníficas síntesis sobre el liberalismo y el conservadurismo

Roger Scruton. YouTube

Al lector atento que visita las librerías le llamará la atención el extenso catálogo de títulos con referencia al fascismo, el feminismo, el nacionalismo, el populismo y la interminable lista de todos los “ismos” que desde hace algún tiempo pueblan las estanterías. En sus páginas se ofrecen textos clásicos, análisis históricos, resúmenes divulgativos o postulados nuevos para enmendar los planteamientos caducos. Los estudios científicos se mezclan con las elaboraciones teóricas y los escritos de combate. Hay novedades y reimpresiones. Inesperadamente, los ciudadanos se ven envueltos en un ambiente ideológico, donde impera la polémica sobre valores y acontecimientos pasados o recientes, y todas las decisiones se someten al fuego cruzado de la opinión pública.

Las ideologías son un producto típico de la modernidad. Aparecen en plenitud de forma después de la revolución francesa. El término fue inventado por un noble ilustrado de azarosa vida, Desttut de Tracy, que se propuso aplicar el método de las ciencias naturales a su estudio. Conocieron su apogeo en la primera mitad del siglo pasado, cuando movilizaron a las masas hasta el punto de que millones de individuos estuvieran dispuestos a dar su vida por una causa política. Los totalitarismos les dieron mala fa ma y tras la segunda guerra mundial les llegó el ocaso.

El fascismo había sido derrotado, pero en los países capitalistas cundió la alarma por el poder de atracción del comunismo en el mundo y un grupo de centenar y medio de académicos y políticos, conservadores, liberales y socialdemócratas celebraron en 1955 en Milán el primer Congreso sobre el futuro de la libertad, patrocinado por la CIA, en el que proclamaron el fin de las ideologías. A la reunión de Milán siguieron otras organizadas con el mismo propósito y una intensa labor de difusión de la novedosa idea. Participaron Aron, Arent, Isaiah Berlín, Ortega y Gasset y los más renombrados intelectuales de la época, unidos por el anticomunismo, la defensa de la economía de mercado y su admiración por las democracias liberales. Hubo sonoras discrepancias, como la protagonizada por Hayek, pero se impuso el consenso en torno a las virtudes de la economía mixta, el estado de bienestar y el parlamentarismo liberal en los que convergía la sociedad occidental. La caída del muro de Berlín fue el golpe de gracia al comunismo y serviría a Fukuyama para dictaminar la victoria definitiva de la ideología liberal, que reinaría sin rival eternamente.

Aunque la tesis del fin de las ideologías fue matizada por sus propagadores y tuvo que hacer frente a la conflictividad provocada por las diversas corrientes surgidas en los años sesenta, era un hecho asumido por muchos que la política actual está dominada por la televisión y que las ideas importan menos que el espectáculo, la búsqueda del efecto deseado y, en resumen, la simulación y el puro juego. Sin embargo, las ideologías vuelven a circular con fluidez por la esfera pública y reclaman a la audiencia. No todas tienen el vigor de antaño, pero aún resultan imprescindibles para guiar a amplios sectores de la población a través del mapa de la política y son capaces de ganar adhesiones. Los libros de Freeden y Scruton, este de manera más discutible, son dos magníficas síntesis filosóficas e históricas del liberalismo y del conservadurismo, respectivamente, que en el fondo demuestran el arraigo y la vigencia de estas dos ideologías que todavía pugnan por la hegemonía.

La publicación del primero es un motivo de celebración. Michael Freeden es un autor de reconocido prestigio mundial por su original enfoque en el estudio de las ideologías. Lo expone en otra obra suya, titulada Ideología, llena de reflexiones innovadoras y certeras, que fue traducida por la Universidad de Cantabria en 2013. La publicación en España de su introducción al liberalismo, ideología de la que se ha ocupado de un modo preferente en su larga trayectoria de investigación, es un acierto pleno. Ayudará a los españoles de diferentes orientaciones ideológicas a despejar cierta confusión que se aprecia en relación con el liberalismo y los acercará al gran debate ideológico que recorre la historia contemporánea, del que hemos estado demasiado tiempo ausentes debido a la prohibición impuesta por las dictaduras que decretaron un silencio político empobrecedor durante medio siglo. Después de todo, sostiene Freeden, las ideologías son argumentaciones para la movilización colectiva, son ubicuas, están en el corazón de la política, y no pueden desaparecer ni habrá una finalmente triunfante en exclusiva, a menos que la historia se detenga.

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