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Novela

Los "felices" años de Montevideo

Nada que no sepas, de María Tena, una revisión del pasado y las trampas de la mente

María Tena.

María Tena ganó el pasado otoño el XIV Premio Tusquets Editores de Novela con un jurado presidido por Almudena Grandes. Tena ha publicado otras cuatro novelas y varios relatos breves y trabajos periodísticos; ha ganado el Premio Málaga de Novela en 2016 con El novio chino, y ha sido finalista del Premio Primavera de Novela 2019 con La fragilidad de las panteras, y del Premio Herralde en 2003 con Tenemos que vernos. La narradora y personaje principal de Nada que no sepas hace un viaje, ya cumplidos los 50 años, al Uruguay de su infancia, en busca de una explicación a la súbita muerte de su madre, porque "en ese misterio también estoy yo". Sus recuerdos se inician con el traslado familiar de Madrid a Montevideo, debido al trabajo de su padre, y sus ensoñaciones infantiles se truncan cuando, a los 13 años, les suben a ella y a su hermano a un avión de vuelta a España sin darles ninguna explicación. La rutina de la vida (estudios, trabajo, pareja, hijos, etcétera) le permite mantener su pasado en suspenso durante cuatro décadas. Pero, al inicio de la novela, le surge la urgencia de saber el cómo y el porqué de lo que le sucedió a su madre y de restablecer unos puentes vitales que parecía haber ignorado. Ya en Uruguay, la narradora va componiendo su pasado con los retazos de historia que le cuentan las amigas de su madre. Cada una explica lo sucedido desde su experiencia; algunas caen en contradicciones, al estar emocionalmente implicadas en lo que pasó, otras matizan sus recuerdos con el dolor de sus propias pérdidas, hay a quien la bebida le nubla la claridad de lo vivido y quien ya está perdida en el mundo de su demencia.

Todas recuerdan lo difícil que fue para una joven esposa, venida de la oscura España de posguerra, educada en los sentimientos de pecado, de culpa y de represión sexual, el encontrarse de pronto sumida en la vida alegre y libre de las ociosas amas de casa de la burguesía de Montevideo en los años cincuenta y sesenta. A ese recuerdo unen todas el desastre vivido por ellas mismas en la década siguiente: la tragedia del avión en los Andes, en 1972, el movimiento tupamaro y la llegada de la dictadura, las torturas, los encarcelamientos, el exilio y el silencio.

La novela se va resolviendo lentamente, a medida que "las personas van volviendo a ocupar su lugar en mi memoria". Pero el interés fundamental de ese viaje en el tiempo es comprender que los lugares pueden volver a visitarse y que la memoria puede recuperarlos en cierta medida, pero los espacios, nuestra historia situada, queda siempre a merced de la nostalgia y la imaginación: "Mezclo lo que viví y lo que soñé. Mi padre me lo contó, pero debió de echarle imaginación. Y yo también fantaseé. Y sobre todo eso ha pasado el tiempo siembra que te siembra y poda que te poda".

Quizás por eso Tena busca la "realidad" en tres cartas manuscritas de la época, en las que las personas implicadas, la madre incluida, expresan sus sentimientos y los acontecimientos que pudieron haber dado lugar, o no, a la circunstancia de la muerte.

Al final, lo que importa es el presente, lo que somos, y que haya lugar a futuro.

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