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Cómic

Sicarios de Dios

Han coincidido en las librerías dos recopilatorios que, además de abordar asuntos similares, han sido dibujados por dos autores tan diferentes como habilidosos

Sicarios de Dios

Creo que Boucq, dibujante de Janitor, ha tenido más suerte que Kordey, a cargo de Los 30 denarios. El primero trabaja sobre textos de Yves Sente, guionista de probada calidad. De Pécau, que ya había colaborado con Kordey en la interminable La historia oculta, lo mejor que puede decirse es que su nueva saga es bastante más asequible que la anterior, un insufrible tostón trufado de textos tan desmesurados como intragables. Como para compensar, considero que Janitor no es el mejor guión de Sente. Con todo, es entretenido, está muy bien construido y se lee de un tirón.

Las dos sagas nos hablan de conspiraciones y guerras secretas entre sectas. La religión deja de ser un asunto puramente espiritual para formar parte de los habituales juegos de poder. Y como son muchos los que pretenden disputar ese poder es necesario defenderse. En el caso de Janitor, Sente imagina un cuerpo de guardaespaldas, de agentes secretos al servicio de la fe católica. Y lo hace sin ironía alguna, lo cuenta con total seriedad y asumiendo su premisa con todas las consecuencias. El protagonista viste como un cura pero enseguida comprobamos que su comportamiento es muy mundano. Lo cual es lógico ya que debe ser capaz de llevar a cabo cualquier acción con tal de conseguir sus objetivos, proteger a la iglesia. Como comprenderán, si puede matar, acostarse con azafatas apenas tiene importancia. Sente no desaprovecha las oportunidades visuales que le ofrece su concepto, rodeando al héroe de cardenales y paseándolo por barrocos escenarios romanos.

Uno de los grandes atractivos de la saga se encuentra en sus escenarios. Las conjuras siempre son internacionales, así que se nos pasea de Malta a Nueva York pasando por paisajes alpinos y junglas sudamericanas. Este es un dato menor que se convierte en una gran noticia ya que el increíble Boucq está a cargo de los lápices. Y en plena forma. Cada plancha es una demostración de buen hacer y talento narrativo. Hace años se publicó el primer tomo y supongo que fue un fracaso de ventas porque nadie se atrevió a sacar los siguientes. Ahora nos llegan cinco de golpe y lo cierto es que la calidad de la saga es muy alta, compensando el elevado precio del volumen. A esa trama inicial de agentes secretos de Dios Sente va añadiendo subtramas que desvelan el pasado del protagonista, además de relacionarlo con una peligrosa organización nazi. No faltan las alusiones a otros grupos clandestinos y ciertas pinceladas románticas para redondear un producto muy digno y perfectamente ejecutado. Si el dibujo de Boucq destaca por su expresividad y capacidad para comunicar, Sente no se queda atrás. Siempre mantiene el equilibrio entre la complejidad de sus tramas y una claridad expositiva que le honra.

En Los 30 denarios Pécau mantiene algunos de los rasgos de su anterior obra, La historia secreta. Como allí, unos elementos misteriosos tiene poder suficiente para dominar el mundo y lo hacen de forma subrepticia y sin que la humanidad se dé cuenta de las luchas por el poder que tienen lugar entre oscuras organizaciones secretas. Aquí se parte de la idea de que los treinta denarios de plata que recibió Judas eran en realidad un conjunto de monedas con poderes que se han venido repartiendo algunos individuos desde la noche de los tiempos. Pero esos talentos apenas son más que una excusa narrativa en un relato en el que lo que cuenta es la preocupación del protagonista por su hija, muy enferma y a la que una de esas monedas puede curar. A partir de esa premisa asistimos a las hazañas que ese héroe va a realizar para mantener a su niña con vida. Descubrimos con él los entresijos de un universo paralelo en el que unos luchan por conseguir las monedas, otros las roban y otros intentan reunir el mayor número posible de ellas. También aprendemos cuales son las características de cada talento y lo que ocurre cuando caen en las manos equivocadas. Hay mucha acción, fantasía, flash-backs, personajes llenos de color y en general se deja leer muy bien, a excepción del último capítulo en el que el guionista vuelve a las manías de su saga anterior y consigue que todo se complique innecesariamente. Pero hasta ese quinto volumen todo va como la seda.

Aquí el que marca la diferencia es Igor Kordey, dibujante extraordinario y que pongo a la altura de los clásicos. Ahora mismo es el único sucesor serio de Corben. Ilumina como él y exhibe, cuando el relato lo precisa, su mismo gusto por la sensualidad y las señoras rotundas. Aquí tiene al jugoso personaje de la regente List para lucirse y no desaprovecha la ocasión. Pero es que además su narrativa es magistral. Cada conversación, cada escena de acción, cada persecución es aprovechada para jugar con los encuadres, con la situación de los personajes o el punto de vista. Se percibe cómo le da vueltas al esquema de página, siempre buscando la variedad y atraer la atención del lector. Como además puede con cualquier perspectiva y sus juegos de luces son maravillosos, la diversión está garantizada. Obviamente, hay que ponerle una gran pega a esta edición: su formato. El tamañito este casi manga en que se ha publicado no le hace ningún bien a la obra. Basta comparar con el excelente aspecto de Janitor, en el formato de álbum europeo que le corresponde. Los 30 denarios resulta pequeño, no nos permite disfrutar del dibujo y cuesta leer algunos textos. A pesar de ello Kordey sobrevive porque su trabajo es muy grande. Fíjense en las expresiones de sus personajes, en la rotundidad de sus sombras, en cómo rebota la luz en las zonas oscuras de las caras... No se lo pierdan.

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