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La máscara del doble

Sostiene Tabucchi que escritas las cosas se convierten en ciertas, y que una historia es una música que uno interpreta en una ejecución perfecta pero cuya partitura sólo se comprende del todo cuando la música se ha desvanecido

´Sostiene Pereira´, sobre relato de Antonio Tabucchi.

Sucede así con sus cuentos de cuerda y alma, templados entre la mirada que vagabundea por el interior de un cuadro o explorando a Pessoa a través de los barrios en los que es más rosa Lisboa y su saudade es un espíritu con diferentes categorías: la memoria que se descubre en un jirón de vida cotidiana, el envés de las palabras que se vuelven asombrosas en un poema, las sombras que garabatean una fachada. No hay más que leer las doce piezas de El juego del revés ­-como denomina la ocultación de la identidad su amiga pirandelliana María do Carmo, a quien él recuerda al saber de su muerte mientras mira un cuadro del Museo del Prado- acerca de Pessoa y esa habilidad suya de comprender el otro lado de las cosas, de lo real y de lo imaginado. Lo mismo que Antonio Tabucchi, orfebre de la memoria que permite vivir otra realidad y su nostalgia, buscando como en este libro traducirnos el misterio de los tiempos con los que disfraza el tiempo nuestro destino y sobre las máscaras que en lugar de ocultar revelan borgianamente el doble que también somos. Nadie como ambos, argentino e italiano, con la voz de Pessoa al fondo, para contarnos sobre las voces que nos acechan y nos descubren los enigmas de la existencia y su belleza, los laberintos en los que a veces la verdad se transforma en odio. Que escribir es recordar.

El juego de revés es su bitácora. El libro de amor tabucchiniano en el que el maestro de los Pequeños equívocos sin importancia y de Pereira, nos devuelve en grande la literatura en historias que caben en una mano y comprendemos cuando son un eco de lo que leímos y su belleza se nos despierta más intensa, como si de repente nos diésemos cuenta de que el protagonista de un cuento, como "Las tardes de sábado", es un fantasma. Igual que en el relato donde "Dolores Ibárruri llora lágrimas amargas", acerca de la fe, que ponemos como coartada para no enfrentarnos al peso de las decepciones. Sutil y en rodeo, el maestro nos conduce en curva y con chistera por los significados de los totalitarismos, de las ideas que se abandonan y las que se abrazan entre los sueños y las traiciones, el camino más corto que conduce al poder desde el que se suelta el lastre de las promesas y lo que sucede con las emociones. Está también el cuento "Carta desde Casablanca" sobre una cantante venida a menos después de un pasado de éxito y dinero, escondiendo su ocaso en un cabaret donde la pasión de su antiguo arte es un monólogo sordo frente a la penumbra donde perderá su voz y su admirador que nos narra tendrá que ocupar su vacío. Y completan la brillantez de estilo y mundo las piezas "El pequeño Gatsby", en el que explora la falsedad de las apariencias, la mentira y la deuda con la muerte, y "Teatro", de nuevo alrededor de una doble impostura: la del protagonista que no revela su origen y que cuando actúa como personaje shakesperiano juega con la ambigüedad y la incertidumbre. Nos deleita siempre Tabucchi con su indagación en la existencia desde el desasosiego y la perplejidad, como un contador que reúne las historias narradas por otros a modo de máscara, el revés de su juego de contar como si él fuese el doble.

ANTONIO TABUCCHI

El juego del revés

Traducción de Carlos Gumpert

ANAGRAMA, 192 PÁGINAS, 17,90 €

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