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Cine

Los machitos habituales

La polémica sobre la escena de la cocina en ´El último tango en París´ ha vuelto a encender la hoguera del machismo latente en el mundo de la farándula. O en toda la sociedad

Marlon Brando y Maria Schneider en ´El último tango en París´, de Bernardo Bertolucci.

De repente se han rescatado unas declaraciones de Bernardo Bertolucci en 2013 sobre la polémica escena de la cocina y la mantequilla. Bertolucci no avisó a Maria Schneider de que Marlon Brando iba a usar el producto lácteo para que la chica actuara como si la estuvieran humillando de verdad. Schneider confesó, años después por vergüenza y miedo a represalias, que se sintió casi violada al rodar esa secuencia.

¿Por qué hace tres años pasó desapercibida esa entrevista y ahora se ha montado un gran revuelo? ¿Mejor tarde que nunca o feminismo hipersensibilizado e hiperescandaloso? ¿Estamos entrando en una era de la dictadura de la corrección política? ¿O, visto desde el ángulo contrario, esa lucha es más necesaria que nunca por el creciente número de gobiernos reaccionarios en casi todo el mundo?

Aparente paradoja. ¿O es la dialéctica del siglo XXI? A Donald Trump no le ha pasado factura su desprecio a las mujeres que quedó en evidencia en la campaña electoral. Roman Polanski sigue teniendo vetada su entrada en Estados Unidos a pesar de que llegó, hace años, a un acuerdo con la víctima de su comportamiento indecente y un juez dio por bueno ese acuerdo.

Cada vez aparecen más noticias sobre acoso a mujeres o a menores. En el clero llevan años denunciándolo. Dos películas del año pasado trataron ese tema de forma soberbia, Spotlight, de Tom McCarthy, y El club, de Pablo Larraín. También es bastante reciente La caza, de Thomas Vinterberg, sobre una acusación dudosa de pedofilia en una escoleta nórdica.

Al mismo tiempo (sensación mía) dirigentes o personas relevantes hacen declaraciones de corte muy machista o reaccionario y después de un revuelo inicial los medios (incluyo los cibernéticos) pasan palabra mucho más rápido que antes. ¿Me equivoco en esta deducción?

Centrándome en el sector del cine, lo de Bertolucci ha sido una lucecita más en un firmamento, un sector, extremadamente machista. Las denuncias por intentos (muchos productores, algunos directores muy desbravados) por obtener favores sexuales a actrices emergentes son un goteo constante. Y posiblemente la punta de un iceberg. Si muchas víctimas de violaciones no llegan a denunciar nunca su experiencia, las mujeres que han pasado por el aro voluntariamente es, por sentido común, mucho menos probable que lo cuenten.

A eso hay que sumar la carestía de papeles, no ya buenos, sino de cualquier tipo, que sufren las actrices. Sus asociaciones gremiales llevan años denunciando la desigualdad. Las estadísticas contrastadas muestran que, excepto en el catalogado como "cine de mujeres", en el resto de filmes la proporción es de cuatro personajes masculinos por uno femenino. Y les pagan de media un 21% menos. Y para dirigir también han de superar un maratón de vallas y cepos.

Es por tanto una tormenta perfecta. Pocas ofertas de trabajo, muchas aspirantes con sueños de Cenicienta y un machismo medieval (o calcolítico) bien enraizado, y del que la nueva religión tecnológica, el Homo Deus que anuncia Harari, se desentiende totalmente. E incluso los occidentales somos más igualitarios que en otros continentes, o sea ¿afortunados?

Dos películas indias

Vuelvo a la cuestión/premisa inicial. ¿Cuánto durará el revuelo por las declaraciones de Bertolucci? ¿La polémica invita al optimismo o el pesimismo? ¿Estas denuncias de machismo gremial son cabezazos contra un muro de hormigón o raspaditas de cuchara que lograran abrir un boquete en un futuro no demasiado lejano? Hay razones para alinearse en cada uno de los dos bandos.

Por un lado vivimos tiempos revueltos, sin grandes guerras y mejor salud (al menos en los países más desarrollados, cito de nuevo a Harari). A cambio, el diablo exige su mordida, de empobrecer a las clases medias y tolerar ese machismo. Eso telegrafían los ciudadanos que votan a políticos conservadores.

Por otro lado cada vez hay menos mujeres que se callan y más periodistas que les escuchan. Este año han estrenado dos películas indias que denunciaban el machismo rampante en su país y que recomiendo ver en DVD, plataformas televisivas o digitales: Cinco diosas y La estación de las mujeres. Dos denuncias, en localidades, ambientes y tonos diferentes, muy logradas. Posiblemente recaudaron una ínfima parte que los taquillazos de Bollywood del momento. Sin embargo sólo el poder rodarlas, estrenarlas y distribuirlas por todo el mundo es esperanzador. Aunque sean granitos de arena, contribuyen (creo/espero) a que el próximo director, o actor, o deportista, o político que asome la patita machista como Bertolucci reciba más abucheos.

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