Diario de Mallorca

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Narrativa

La mecánica como medida de la muerte

Marina Mayoral explora en ´El abrazo´ la vida más allá del aparente final

Marina Mayoral, autora de ´El abrazo´.

Marina Mayoral nos regala una nueva novela con la regularidad a que nos tiene malacostumbrados. El abrazo es una obra inquietante, que trata de la posibilidad de que nuestra consciencia permanezca después de la muerte cerebral. Federico, el personaje principal, que pasa por tal experiencia ante la incredulidad de todas las personas que le rodean, lo argumenta: "Electrocardiograma plano ¿qué significa? Que la máquina ha llegado al límite de lo que puede medir", y puesto que constatamos que las máquinas se perfeccionan rápidamente de año en año, nos queda la duda razonable de que Fede tenga razón.

Pero no es una luz al final del túnel lo que Fede ve, sino que, rota la secuencia de tiempo y espacio como la conocemos, es capaz de percibir lo inmediato y lo que consideramos pasado y futuro sin barreras físicas que lo interrumpan. No es, pues, de extrañar, que, una vez que las máquinas detectan que su cerebro vuelve a funcionar, Federico se haya convertido en una persona diferente y quiera saber, quiera entender y quiera encauzar cada minuto de su vida "real" sobre este mundo.

No descarta que todo haya sido producto de su imaginación y que lo visto hayan sido imágenes "que el cerebro proporciona para paliar la angustia de desaparecer, y que pertenecen a un fondo cultural que todos tenemos, creyentes o no". El abrazo constituye la búsqueda incesante de una certeza que nadie puede ofrecer; Freud, Jung, Unamuno, Foucault, invocados directa e indirectamente en la novela, aportan sus teorías que, más que zanjar la cuestión, la hacen aún más candente, al descomponerla en un sinfín de posibilidades. Pero esto no consuela a Federico, embarcado en la terrible misión de lidiar acertadamente con su vida presente y terrenal.

Si bien conocemos al resto de personajes a través de su relación con Fede, por sus palabras y sus recuerdos llegamos a saber mucho de ellos. Página a página, los fragmentos de la novela, dividida en capítulos breves, se van completando, dando sentido a una argumentación difícilmente terminable, pues su dilucidación es eterna por definición.

La novela está escrita con dos grafías diferentes para distinguir las descripciones y las palabras dichas de lo que piensan o evocan los personajes. Esto, unido a la segunda persona de singular empleada para referirse a los recuerdos de Federico ("te arrepientes", "preguntas", "dices que sí", "vas hacia la puerta", etc.), da a la obra un aire de guión de cine con acotaciones escénicas. Curiosamente, estas técnicas introducen a quienes leemos mucho más activamente en la ficción, posiblemente porque nos sentimos interpelados sin remisión.

El propio Federico es un hombre atenazado por su apellido, por la tradición familiar y por haber nacido primogénito y varón; es el "hereu" y lleva a cuestas el peso de saber que su padre "ha muerto tranquilo, sabiendo que tu continuarás su labor y conservarás su apellido y su patrimonio". Y, de repente, a los cincuenta, despierta y quiere comprender en qué consiste realmente la vida, y la muerte (si es que existe).

Las novelas y las narraciones breves de Marina Mayoral se leen rápidamente y con fruición, y después te duran una vida entera, por las muchas preguntas existenciales que plantean y por lo bien que entiende esta autora lo fina que es la línea entre la realidad y la ficción, entre el drama y el humor, entre la seriedad y la ironía. Es decir, por lo bien que entiende Mayoral lo que es la vida según queremos conocerla.

MARINA MAYORAL

El abrazo

STELLA MARIS, 203 PÁGINAS, 19,50 €

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