Glenat España cerró y no pudimos disfrutar de la conclusión de su saga mexicana. Una pena porque estábamos enganchados a las aventuras de Cortés y la Malinche y tras seis tomos ya esperábamos comprobar cómo iba a cerrar el relato. Ahora quién sabe cuándo se rescatarán los derechos que permitan finalizar esa edición. En todo caso aquellos álbumes nos permitieron conocer a un creador poderoso que se escondía tras una superficie popular y aparentemente vulgar. Le gusta incluir buenas dosis de violencia y sexo para salpimentar sus historias y su dibujo es directo y poco dado a las florituras. Pero su narrativa nunca falla, las actuaciones de sus personajes son correctas y sus escenas de acción trepidantes. En el terreno argumental combina muy bien los grandes sucesos históricos con los pequeños dramas personales, con un ritmo endiablado y asegurándose siempre de que el lector no se va a aburrir con disertaciones pedantes ni datos innecesarios.

Como otros compañeros de generación Mitton participa de un cierto revisionismo de los modelos clásicos. Ya no hay sentimentalismos ni en las relaciones amorosas ni en los conflictos. Así que nos saltamos los besitos y su lugar es ocupado por mamadas y enérgicos polvos. Y al enemigo no se le aturde con el mango de la espada sino que se le descuartiza directamente, o cosas peores. Pero así como ese realismo en el caso de guionistas como Cothias o Dufaux nos sitúa en una tierra de nadie moral, un espacio árido en el que "to er mundo e malo", no ocurre lo mismo con Mitton. Sus villanos son salvajes y decadentes pero sus buenos no se degradan a su nivel. El naturalismo no le lleva al relativismo moral. Lo que nos permite seguir disfrutando con las victorias de los héroes, aunque estos ya no sean tan modositos como los de tebeos anteriores.

Además, Mitton es un creador prolífico, que ha colaborado como guionista, dibujante o ambos en incontables series, así que apenas empezamos a asomarnos a sus mundos creativos. Siempre dentro del área de la reconstrucción histórica, con las dificultades de documentación que ello conlleva. No se piensen que se limita a un momento o lugar concretos. Si Quetzalcoatl describía la América anterior a la Conquista, en Vae Victis!, serie de la que ya se han publicado tres integrales, sitúa su acción en plena Guerra de las Galias, con Julio César como secundario de lujo. Aquí sólo dibuja y el guión corre a cargo de Simon Rocca, pero Mitton impone su presencia animando con su fiero dibujo un relato lleno de traiciones y matanzas.

Mucho más entretenidos resultan Los supervivientes del Atlántico, una saga que escribe y dibuja... en el primer integral. En el segundo deja los lápices en manos de Felix Molinari, que no tiene tanta gracia como él pero mejora notablemente de un álbum al siguiente. Da igual: ésta es la serie de piratas definitiva, con Napoleón entrando y saliendo en la vida del protagonista, un cartógrafo que va a vivir más aventuras de las que desearía y la Revolución Francesa y el esclavismo como partes del escenario. Viene cargada de maravillosas batallas navales y despiadadas secuencias en las que tan pronto le cortan la mano al prota como lo tiran por borda acompañado por su padre y en pelotas, para que se los zampen los tiburones. A Mitton le gusta el trazo grueso y las canciones tabernarias, no las sutilezas ni el andarse por las ramas, así que su narración no es que avance, ¡es que vuela!

Insisto y concluyo, a pesar de su apariencia fácil y hasta vulgar, Mitton es uno de los grandes. Ha realizado una obra inmensa y desde aquí agradezco a la editorial que nos permita descubrirla, al menos en parte. Porque hay mucho más: vikingos, Atila, Ben-Hur... échenle un vistazo y les aseguro que no les defraudará.

ROCCA Y MITTON

Vae Victis!

YERMO, 144 PÁGINAS, 34 €