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El reposo anónimo y disperso

El Govern anuncia el cuarto plan de exhumación que se centra sobre todo en la playa y el entorno de sa Coma. Es el lugar donde desembarcaron las tropas del comandante Bayo. El frente de porto cristo es el espacio que hay que explorar

Prospecciones en la playa de sa Coma. CAIB

Parece llegar un momento determinante para la recuperación y dignificación de los represaliados de la guerra civil en Mallorca. El Govern ha anunciado el inicio del cuarto plan de exhumación, con el que se culmina el trabajo previsto para esta legislatura y que se centra sobre todo en la playa y el entorno de sa Coma. Es el lugar en el que desembarcaron las tropas republicanas del comandante Alberto Bayo y donde, entre el 16 de agosto y el 4 de septiembre de 1936 se libró el enfrentamiento fratricida directo entre las huestes organizadas por la Generalitat de Catalunya y los nacionales. Esta última fase de la programación actual de búsqueda de restos también incluye una tercera intervención en el cementerio de Son Coletes, en Manacor, otra en la finca de Son Escrivá, al pie del Puig de Sa Font, excavaciones en el cementerio viejo de Son Carrió y por último un estudio histórico sobre las fosas de Son Servera. El llamado frente de Porto Cristo, sa Coma, en realidad, llegó a tener una extensión de 14 kilómetros. Este es el espacio que hay que explorar. Evidentemente, en él no hay una única fosa, «puede haber 20, en la parte septentrional, «desde donde acaba la playa y empieza Punta de n’Amer, con una prolongación hacia el interior difícil de determinar», según apuntan los especialistas.

Han pasado 86 años desde el choque bélico en el Llevant de Mallorca y casi todo permanece amagado por la confusión, unos testimonios orales que se han difuminado, la falta de documentación objetiva y contrastada de la época y un entorno natural especialmente vulnerable por sus propias características medioambientales. Por si fuera poco, también se ha consolidado el efecto de la alta presión humana. Como es sabido, sa Coma ha experimentado una gran expansión turística y comercial. Algunas de las fosas que se intentan localizar pueden estar bajo el actual paseo marítimo. Existen, eso si, estudios históricos posteriores y medios técnicos avanzados que permiten albergar esperanzas de resultados positivos. Antoni Tugores, colaborador de Diario de Mallorca, es el autor del informe técnico de las fosas de sa Coma, publicado como separata del número 69 de la revista Randa y que ha servido de orientación de las excavaciones que están a punto de emprenderse. Por otro lado, actuaciones más recientes realizadas en el lugar que ocupaba el hospital de sangre de Son Carrió han permitido confirmar y delimitar mediante georadar el espacio en el que pueden hallarse sepultados 17 individuos. Entre el 23 y el 27 de mayo pasado, un equipo de arqueólogos y especialistas en prospección geofísica han llevado a término una serie de análisis por el encargo del ayuntamiento de Sant Llorenç des Cardassar –sa Coma y Son Carrió pertenecen a su término municipal– cuyos resultados «son muy esperanzadores». Las alteraciones del terreno halladas en las cuatro áreas estudiadas permiten presumir que sea «muy probable» dar con bastantes fosas. En cualquier caso, Tugores opta por la prudencia «soy extremadamente cauto, vale más que la realidad nos de alguna sorpresa agradable», afirma el investigador.

Lo apuntado hasta ahora no impide, sin embargo, que el grueso de la información práctica sobre el desembarco de Bayo y las perdidas humanas que ocasionó permanezca a la deriva. Se ha especulado mucho sobre el número real de víctimas que ocasionó la contienda en el área litoral del Llevant. La propaganda por una parte y el miedo por otra, han jugado malas pasadas en este sentido. Queipo de Llano llegó a anunciar por la radio que la expedición de Alberto Bayo había perdido 15.000 hombres, más del doble de sus componentes. Desde la comandancia militar de Palma se comunicó a Franco que Bayo había padecido 2.000 bajas y desde el bando republicano Azaña admitió 500 muertes y un número indeterminado de heridos. Por su parte, Clara Campoamor dio unas cifras muy superiores, 300 fallecidos y 600 heridos en la primera expedición de Porto Cristo y 1.500 muertos en la segunda fase del desembarco. Estas últimas cifras se aproximan a las que desde el bando nacional facilitaba García Ruiz y la comandancia militar de Mallorca. Son 1.700 o 1.800 víctimas esparcidas por tierra y mar. Hoy, actualizaciones históricas, el pie de página de un dibujo de Andreu Llodrá publicado el Perlas y Cuevas el 6 de septiembre de 1986 y los datos que manejan Memòria de Mallorca y la Comisió de Fosses hacen pensar que en el gran enterramiento disperso de la playa de sa Coma pueden quedar restos de unas 500 personas.

Todo es voluble porque, como dice Antoni Tugores en su informe «desde un bando y desde otro, la gran mayoría de víctimas no fueron registradas dado que las ejecuciones no se anotaban o, sí se hacía, los libros han desaparecido». Lo que si queda claro, sigue diciendo Tugores, es que «cada día se producían numerosas víctimas que debían ser enterradas por cuestiones de humanidad, por salubridad y para evitar el desánimo y desmoralización de las tropas».

La gran cantidad de víctimas y la perdida o destrucción de información oficial contribuyen, como se ha dicho, a la falta de información veraz, pero también lo ha hecho el silencio, la confusión y las maniobras de distracción orquestadas o la propaganda política de ambos bandos, aparte de la propia desorganización de la expedición de Bayo. Aún hoy es imposible cuantificar el número de sus hombres que quedaron abandonados en Mallorca. El benedictino, Josep Massot i Muntaner, recientemente fallecido y sin duda máxima autoridad en el estudio de la guerra civil en Mallorca, descubrió no hace mucho que en Capitanía General había listas que formaban parte del botín de guerra de los nacionales, pero a las que no se les otorgó importancia y fueron aprovechadas como papel para envolver.

Desembarco de las tropas del comandante Bayo | Han pasado 86 años desde el choque bélico en el Llevant de Mallorca y casi todo permanece amagado por la confusión. DM

TIPOS DE FOSAS Y VÍCTIMAS

Hay distintos perfiles aplicables a las muertes acaecidas en sa Coma como consecuencia del desembarco de Bayo y por tanto puede haber también varios escenarios de enterramiento vinculados a la forma y circunstancia en la que se produjo el óbito. Antoni Tugores precisa cinco formas diferentes de pérdidas humanas. La más numerosa sería la de las bajas de guerra producidas en las filas republicanas. Adquirieron virulencia a partir del 28 de agosto y se localizaron en su mayoría en las inmediaciones del cuartel general y en las perdidas de personas atendidas en el hospital de sangre. En segundo lugar hay que contar a los expedicionarios fusilados por los propios hombres de Bayo. La Columna Balear, diario impreso en sa Coma entre el 22 de agosto y el 3 de septiembre de 1936 y subtitulado Diario de combate antifascista da cuenta de bajas fruto de consejos de guerra sumarísimos. Otro apartado sería el de los nacionales fusilados por los expedicionarios o el de los republicanos que se quedaron en tierra después del reembarco y fueron ejecutados. Por último hay que hacer mención expresa de los soldados de Bayo que habían perecido durante la contienda pero no fueron enterrados hasta que los republicanos emprendieron la retirada.

Desembarco de las tropas del comandante Bayo | Han pasado 86 años desde el choque bélico en el Llevant de Mallorca y casi todo permanece amagado por la confusión. DM

EL TESTIMONIO DE MIQUEL GAYÀ

Miquel Gayà i Sitjar, el poeta de Sant Joan, es considerado el último exponente de la Escola Mallorquina. En 1936 era voluntario del cuerpo de Ingenieros y días antes del desembarco fue enviado a Son Servera a las ordenes de Ladislao López Bassa, «para fortificar la costa, poner alambradas en el agua de las playas, cavar trincheras y construir nidos de ametralladora en los lugares más estratégicos con sacos de arena». En sus Històries i memòries escribe: «Recuerdo una visita a Porto Cristo hecho un montón de ruinas y especialmente la playa de sa Coma en la que me encontraba el domingo 16 de agosto, toda ella se había convertido en un inmenso cementerio. Montones de arena, más altos que una garbera cubrían centenares –es posible que miles­– de cadáveres de los rojos que fueron sepultados de prisa y de cualquier forma».

Es el mismo lugar en el que en 1991 unos niños hallaron restos humanos mientras jugaban. Diario de Mallorca dio cuenta de ello en su edición del 5 de junio. Unos turistas también encontraron restos. Entonces empezaron los análisis profesionales y los estudios que ahora, con la cuarta fase del plan de fosas, pueden llegar a su punto culminante exhumando a los represaliados en el lugar más virulento y emblemático de la guerra civil en Mallorca.

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